Crece una feroz interna en poderoso gremio sacudido por el "efecto Milei"
Con la inflación en baja, el "blue" que se derrumba y la economía que muestra signos de mejora, el sindicalismo está descolocado. Se percibe en la división de la CGT, pero también en muchos gremios
Los terremotos gremiales no sólo se dan en la CGT.
Como se sabe, la central obrera está atravesando una época de desconcierto sobre la estrategia a adoptar frente al gobierno de Javier Milei.
Un ala más racional entiende que, con la inflación en baja, la economía despegando sin sobresaltos y otras variables positivas, no hay mucho margen para la confrontación.
De otro lado, aparecen sindicalistas más combativos que no aceptan entregarse mansamente a los nuevos tiempos.
Esta doble visión de la realidad provocó la salida, recientemente, de Pablo Moyano de la conducción de la organización por esta discrepancia. Algo parecido está sucediendo en Smata.
La situación llegó a un alto nivel de confrontación en la automotriz Toyota.
El secretario General del gremio, Ricardo Pignanelli, lanzó una embestida contra todo el cuerpo de delegados que había en la automotriz que no responden directamente a él.
En realidad, el que está llevando todo esto adelante es su hijo Sergio, que maneja la seccional Zárate de los mecánicos.
Varios delegados se fueron con el reciente retiro voluntario que hizo la empresa y otros fueron desplazados de sus cargos y enviados a la línea de producción a trabajar.
En esta planta, con mucho personal joven, se da la particularidad de que buena parte de los operarios hicieron militancia "silenciosa” a favor de Milei para las elecciones presidencia del año pasado.
Eso se notó en el fracaso de las últimas convocatorias a marchas de la CGT – donde Smata suela aportar una gruesa columna – por la poca adhesión voluntaria del personal. Los métodos extorsivos ya no funcionan porque los más jóvenes rechazan ser llevados a la fuerza y los más viejos ya están cansados de esas prácticas y hacen boicot.
Pero no es sólo en Toyota donde se está librando esta batalla. En Ford y Volkswagen también hay acción.
La pelea de fondo se está dando entre los Pignanelli y el segundo del Smata, Mario “Paco” Manrique.
Este sindicalista es del ala dura. En su momento llegó a decir que a los empresarios “había que prenderles fuego”.
Hoy es diputado nacional y está alineado a Pablo Moyano. De hecho, dejó su cargo en la CGT un mes antes que el hijo del líder camionero.
Manrique es quien manejaba la seccional Escobar, donde están las plantas de Ford y VW (surgió en la automotriz alemana), mientras que los Pignanelli dominaban Zárate.
De esa forma lograron, durante mucho tiempo, una equilibrada convivencia. Pero algo pasó y tiene que ver con la política a nivel nacional.
Pignanelli padre fue siempre un dirigente dialoguista que logró un estrecho vínculo con el ex presidente de Toyota, Daniel Herrero, y apoyó importantes cambios laborales dentro de la automotriz pata permitir su crecimiento.
Manrique es lo contrario.
Esas diferencias se hicieron más marcadas en este tiempo y mientras Manrique se distancia de la conducción actual de la CGT – que quiere enfrentar al Gobierno nacional - Pignanelli responde a la cúpula oficial, que acepta el ajuste.
Lo que está pasando ahora es que Pignanelli está avanzando sobre los delegados “manriquistas” de Ford y Volkswagen y está imponiendo a los propios.
Especialmente en la automotriz alemana que está haciendo un ajuste de personal importante. Se estima que ya salieron más de 500 operarios y, entre ellos, muchos delegados. En los últimos días están “invitando” a salir a los delegados que quedan de la vieja guardia.
Cuentan en los pasillos de esa terminal que la seccional está intervenida y que Adrián Valle, secretario gremial de Smata, con pasado en Mercedes-Benz, es el elegido para ejecutar los planes de Pignanelli.
Llegan a decir que hay una “caza de brujas” contra todo aquel que esté sospechado de formar parte del “clan” Manrique.
Todo se maneja con bajo perfil porque, explican desde el interior de estas empresas, que, pese al enfrentamiento, hay “códigos”.
Además de la cuestión política, se comenta que la razia que se está haciendo tiene que ver con algunos manejos cuestionables (de todo tipo) de los delegados que vinieron manejando esas empresas, con el visto bueno de Manrique.
En estas plantas y en otras se está viendo con cierta sorpresa la situación actual, con un gremio de SMATA que se mantiene en silencio ante el ajuste que se hizo o se está haciendo en estas automotrices mencionadas, como también en la de General Motors en Santa Fe o las de Renault en Córdoba.
Si bien esta pelea ya lleva algunos meses, en las últimas semanas tomó más fuerza y promete que los temblores continúen.