Axel Kicillof no se adueña del peronismo K y Sergio Massa lo aprovecha con el guiño de Máximo Kirchner
Kicillof quiere ser el archienemigo de Milei, pero el peronismo no lo toma como líder. Massa habla más que lo que se conoce con todos pero nadie puede reemplazar la red de solidaridad de Insaurralde.
“Cuando el enemigo se equivoca, no hay que molestarlo”, fue una de las reflexiones escuchadas el sábado pasado en San Martín, en un encuentro organizado por Gabriel Katopodis en el que estuvieron presentes Sergio Massa y Abel Furlán, el gremialista de la UOM muy cercano a Máximo Kirchner.
El encuentro fue de análisis y de reflexión más que de acción. Por eso a nadie le llamó la atención la reflexión que en un momento hizo el propio Massa sobre el gobierno de Javier Milei, a quien él apoyó previamente en las PASO. “Si llegan a octubre más o menos estabilizados, la historia va a ser otra. Y quizás no los sacamos más”.
El peronismo kirchnerista renovador se siente desorientado ante la actualidad. La provincia de Buenos Aires se transformó, al igual que en todo el país, un lugar donde no hay una coordinación de fuerzas y cada uno conduce en el territorio que domina. Los gobernadores, sus provincias. La salvedad la marcan, precisamente, con el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, a quien nadie lo considera como conductor sino administrador de un lugar donde conviven 135 pequeños gobernadores.
“Nadie puede conducir lo que no construye”, le dijo a MDZ un histórico dirigente bonaerense que tiene parte del poder territorial de un importante municipio del Gran Buenos Aires donde el peronismo nunca pierde. Tanto él como varios de sus pares opinan lo mismo, y creen que es casi imposible reemplazar el trabajo artesanal que realizó Martín Insaurralde para ordenar las tensiones entre los principales protagonistas del peronismo kirchnerista renovador bonaerense.
Ni siquiera creen que Sergio Massa sea capaz de volver a convocar a esa renovación que protagonizó en 2013. En aquel momento contaba con el concurso de una decena de jefes comunales que lo venían acompañando desde hacía algunos años y que sólo se habían frenado por la muerte de Néstor Kirchner.
“Sergio la había convencido a Cristina que había sido el finado el que le dijo que armara su propia línea interna para joderlo a Scioli en la Provincia…”, recuerda siempre un viejo escudero de aquel armado territorial que terminó pariendo al Frente Renovador.
Según “el orfebre”, otro experimentado dirigente territorial y funcionario en todas las gestiones peronistas, que coincide con las dificultades que tiene el exministro de Economía y último candidato presidencial de Unión por la Patria para encabezar la reorganización peronista es que “para nosotros, la condición número uno que tiene que tener un conductor es la victoria. Si no ganaste, tenes que ir a la cola”. Quizás por eso ni Cristina Fernández de Kirchner ni su ex esposo Néstor se presentaron cuando tenían alguna mínima posibilidad de ser derrotados.
“Fijate lo que le costó a Néstor la derrota de los testimoniales con Daniel Scioli y Massa en el 2009. De ahí en adelante se empezó a armar la sucesión que se frenó cuando murió y 'la viuda' subió en todas las encuestas”.
Esta mirada analítica sobre las dificultades que tiene la oposición de Unión por la Patria para articular una mínima unidad de acción se corroboró con la juntada de los otros días en General San Martín, donde además del intendente local, Fernando Moreira, estuvieron los jefes comunales de Ituzaingó, Pablo Descalzo, su padre Alberto, el de Almirante Brown, Mariano Cascallares y el de Exaltación de la Cruz, Diego Nanni. También estuvieron los diputados provinciales locales Rubén Eslaiman y José María Fernández.
El resto, por diferentes circunstancias, no estuvo, cuando en otra ocasión, como la convocada hacía diez días en El Mangrullo por Alejandro Granados, de Ezeiza, participaron más de una docena de jefes comunales.
Hoy la cantidad de jefes con territorios exceden a la de las alianzas que convivían en la provincia de Buenos Aires. La Matanza, Moreno, José C. Paz, Malvinas Argentinas, Moreno y Esteban Echeverría son islas que conviven o se desentienden con sus pares según sea la conveniencia.
Aquella unidad de acción diseñada casi artesanalmente por Martín Insaurralde, que engarzaba necesidades particulares con otras más globales como las aspiraciones de Máximo Kirchner con dominar el territorio bonaerense desapareció con la caída en desgracia ante la opinión pública del ex intendente de Lomas de Zamora.
Cascallares era uno de sus aliados naturales de Insaurralde que ahora quedó a la deriva y siempre tuvo afinidad directa con Katopodis, por eso su presencia en San Martín. Además, la nueva y reelecta gestión de Kicillof agudizó las inquinas internas al obligar a dar de baja a muchos funcionarios que llegaron cuando las relaciones con La Cámpora eran mejores.
Por eso no sorprendió que Andrés “El Cuervo” Larroque diera de baja a varios de sus secretarios y directores relacionados con Máximo Kirchner y que en el resto de los ministerios bonaerenses casi salieran eyectados los funcionarios propuestos y acercados por Martín Insaurralde y sus aliados.
Uno de estos, los otros días, se quejaba ante MDZ porque a pesar de haber ganado en su localidad, uno de sus pedidos para mantener a algunos delegados propios en el gobierno provincial le fue rechazado. “No fue porque No Hay Plata, sino porque No Hay Voluntad”, se quejó.
Los nuevos amigos del gobernador son Mario Secco, de Ensenada, y Jorge Ferraressi, de Avellaneda, miembros fundadores de La Mesa de Ensenada, que pasaron de pregonar "Cristina Presidenta" a "Axel Presidente". El único aliado considerado “propio” por Kicillof es Julio Alak, quien recuperó La Plata y ya está amenazado por su primer concejal, el camporista Pablo Elías.
Con ellos, más la obligación de “contener” a Fernando Espinoza y la incorporación de Katopodis, Kicillof empezó su nuevo mandato, en el que tuvo que ceder otros organismos menos políticos y con más manejo económico como las Cámaras de Diputados y de Senadores y el Grupo Bapro a Kirchner y Massa, quien además mantuvo Transporte con Jorge D´Onofrio.
Como diría “el orfebre”, “esto no es una construcción, sino un loteo, y los que no tienen tierra ahí, pasan a ser nómades que se conducen a sí mismos”, algo que para los peronistas es presagio de fractura.

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