Juicio a la Corte Suprema

Papelón oficial: gritos e insultos al asesor de Horacio Rosatti

Silvio Robles se hizo presente en la comisión de juicio político presidida por el kirchnerismo y respondió preguntas de los diputados. Hubo insultos y cruces entre Juan Manuel López de Juntos por el Cambio y Rodolfo Tahilade. Los supuestos chats y la coparticipación.

Pedro Paulin
Pedro Paulin miércoles, 2 de agosto de 2023 · 07:36 hs
Papelón oficial: gritos e insultos al asesor de Horacio Rosatti
Testigo. Silvio Robles, colaborador de Horacio Rosatti. Foto: Prensa Diputados

Silvio Robles no tiene casas en Miami, Nueva York u otros lugares del mundo, vive en un austero departamento de la zona norte de la Capital y suele veranear en familia. Asesor de Horacio Rosatti y uno de los hombres que mejor conoce el Poder Judicial y sus mecanismos, desnudó ayer la brutalidad e incapacidad supina del bloque del extinto Frente de Todos, que llevó sus espadas más desafiladas para intentar montar un show que terminó en un papelón. 

Alberto Fernández nunca lo quiso a Robles ni a los miembros de la Corte Suprema. “Son unos mentirosos seriales, no vuelvo a hablar nunca más”, dijo en enero a MDZ el presidente cuando decidió embarcarse en la errática aventura del juicio político a sabiendas de su insoslayable naufragio. Lo que está de fondo no es coparticipación, no es dinero ni es federalismo: es la pelea final entre un Poder Judicial que no respeta y despide a un Gobierno saliente con nula capacidad de injerencia, con pocos hábiles declarantes y menos hacedores de la política judicial. 

Más allá de haberse amparado en el artículo 18 de la Constitución Nacional para no responder, lo hizo más de cuarenta veces, sin que los diputados oficialistas pudieran lograr su objetivo de mostrar vinculaciones entre Robles y Marcelo D´alessandro, ex ministro de Justicia de la Ciudad, por supuestos chats por el aumento de la coparticipación a la Ciudad. 

Dupla. Leopoldo Moreau y Cristina Kirchner.

Silvio Robles ayer explicó su trayectoria laboral en sector privado y público ante una comisión que lo había acusado de tener más poder que el propio Rosatti, amigo y jefe de Robles, a quien conoció trabajando en el ministerio de Justicia en 2004, durante la presidencia de Néstor Kirchner. El asesor de Rosatti se mantuvo estoico durante las tres horas de acusaciones, y fiel a su estilo, incomodó y logró desequilibrar a los representantes del oficialismo sin más que alguna mueca socarrona.

Robles tiene contacto con diversos sectores por ser la persona de extrema confianza de Horacio Rosatti, no escribe fallos ni dictamina, no rechaza ni decide, es una persona de absoluta confianza de un ministro de la Corte que jamás le soltaría la mano, y menos en un contexto de confabulación de la exAFI y diputados únicamente vinculados a la vieja SIDE sin éxito conocido. 

La prensa kirchnerista también se había empecinado con Robles. Horacio Verbitsky lo había descripto como un personaje oscuro y amigo de los lujos y productos importados. Verbistky, vecino del departamento de Cristina Kirchner en el exclusivo barrio de Recoleta, intentó posicionar a Robles como un operador millonario con capacidad de influir en la Corte, algo que es falso. Fue parte del aparato de propaganda del kirchnerismo que fracasó en su intento de demonizar al asesor judicial, que usa reloj de goma y una cinta roja contra la envidia. Almuerza muchas veces comida en vianda por una estricta dieta y hace gimnasia en una plaza a la mañana. Supo manejar durante casi diez años un Honda City, auto que dista mucho de la vida lujosa que planteó el aparato oficial.

Horacio Rosattí y Silvio Robles.

Del otro lado lo esperaban los supuestos duros del oficialismo para señalarle sus vínculos y capacidad de lobby, algo que muchos conocen pero que el kirchnerismo se desesperó por hipertrofiar y plantear como una situación de ilegalidad. Estaba esperándolo un visiblemente tenso Rodolfo Tailhade, quien no se lo vio tan nervioso desde la defensa a Lucila Frend en el caso que lo hizo conocido cuando terminó sus estudios en la universidad privada del Museo Social Argentino tras abandonar su Choel Choel natal, en Río Negro. 

Tahilade, siempre el más duro de todos, lo tildó de mentiroso serial y acusó a Robles de operador, a lo que el asesor de la Suprema Corte contestó: “me acaban de faltar el respeto, yo no le falté el respeto al señor diputado”. Fin, siguiente. Así sucedió lo mismo con Leopoldo Moreau, quien recordó una columna del fallecido editor Julio Blanck en Clarin describiendo el rol de Robles, como si eso pudiera hacer tropezar al testigo. 

El oficialismo terminó así una jornada en la que no se pudo probar nada nuevo, desperdiciaron la presencia de quien se tejieron viajes, fortunas y acusaciones diversas para quedar en el ridículo. Un hijo de Robles también había sido incorporado en los argumentos del juicio, es un monotributista que gana 58 mil pesos, según detalló su padre.

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