Gira presidencial

Alberto Fernández vuelve a un Gobierno dividido, con la CGT en alerta y tensión social

El presidente buscará exhibir la gira como un éxito de su gestión. La Cámpora empezó a dividir y la interna bonaerense se calienta. El factor Cristina Fernández de Kirchner como catalizador de la crisis.

Pedro Paulin
Pedro Paulin jueves, 30 de marzo de 2023 · 07:09 hs
Alberto Fernández vuelve a un Gobierno dividido, con la CGT en alerta y tensión social
El presidente regresa al país tras su viaje a Estados Unidos Foto: Telam

"Acá lo está esperando el quilombo dejó cuando se fue, no otra cosa, acá nadie quiere que caiga nadie, lo que necesitamos es toma de conciencia y gestión", resume un miembro del Gabinete que ya no camina al lado de Alberto Fernández pero que con resiliencia sostiene su rol dentro del Gobierno. El presidente vuelve a un Gabinete desunido, con una interna que ardía antes que se vaya y una situación en Buenos Aires que mezcla crisis económica con "internismo" y falta de liderazgo. Hace mucho tiempo que no le interesa qué dice Cristina Fernández de Kirchner, pero a pesar de ello la vicepresidente colabora con el caos y lo sabe.

La CGT es otra arista de tensión, se reunirán la semana que viene después de cien días de inactividad. Todo es subterráneo en la gremial donde no saben cómo soltarle la mano al Gobierno sin que las llamas los incineren a ellos también: son quienes deberán firmar, una vez más, paritarias con caída del salario. La presión de las bases y el protagonismo de Unidad Piquetera y otras expresiones de izquierda ponen a los líderes sindicales en un raro rol de contención de un Gobierno que deprime salarios producto de una inflación galopante. Sólo Juan Sorrouille supera a Sergio Massa en términos del aumento del costo de vida, y fue hace 32 años.

Los movimientos sociales, como la CGT, deben sostener la ambiguedad hasta que la presión interna los obligue a sincerar el cuadro de situación. Tanto el empresario gastronómico Fernando Navarro, como Emilio Pérsico sostienen su polifacética acción: representan pobres y militantes sociales a la vez que defienden un Gobierno que recibió 31% de pobres y que ya tiene 51% en el caso de los infantes. Movimiento Evita y Barrios de Pie saben que el amor borgeano tiene dead line y será un mes antes de las PASO, cuando los requerimientos de los sectores más pobres choque con la propuesta oficial de reelegir a Alberto por cuatro años más. 

La situación bonaerense es más visble, más palpable. Máximo Kirchner sabe que su vida estará signada por una actividad parlamentaria no buscada ni deseada, pero necesaria para caminar en libertad. Hay quienes ven en la relación con Sergio Massa un único deseo de impulsar a Axel Kicillof a la Presidencia y consolidar al kirchnerismo como un partido local, bonaerense y popular. Así sería el desembarco de Martín Insaurralde en la Gobernación. Hace pocos días circuló una encuesta de mujeres peronistas que posicionaba a Victoria Tolosa Paz, apoyada ciegamente por Alberto Fernández. Dicen que Kicillof le dijo en privado que la quiere de vice, pero saben cuál sería la reacción, por ejemplo, de Fernando Espinoza o cualquier otro caudillo municipal ante la propuesta. 

Finalmente Cristina Kirchner no aportará paz al presidente, es decir, sostendrá su postura desde 2019. Los tuits para embarrar la cancha antes de la cumbre con Joe Biden no tuvieron demasiada injerencia. Sólo la pregunta del colega de La Nación, la única pregunta periodística de la conferencia de prensa que brindó Alberto tras el encuentro, incomodó visiblemente al jefe de Estado al ser consultado por el tema: "Marginales hay en todos lados, delirantes, en Estados Unidos también", respondió lacónico y serio el presidente para dar paso a otra pregunta. 

Así entonces, con un Gabinete partido, una central obrera cooptada pero dividida y con deseos de salir de la encerrona, las bases crujiendo y un plan económico que por ahora no existe en términos de resultados, el presidente vuelve al país con su gran comitiva para seguir buscando un horizonte que le permita, por ejemplo, convencer a Santiago Cafiero de que no es momento de seguir cenando con Alberto Pérez y Daniel Scioli. 

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