Claves del poder

Sergio Massa empoderó a Alberto Fernández y Mauricio Macri disfruta en silencio la interna

Cristina Fernández de Kirchner insulta y se va con imagen negativa en alza y sin un heredero. La inflación se comió el salario y la carrera de Sergio Massa. El factor económico como verdugo de los candidatos.

Pedro Paulin
Pedro Paulin domingo, 19 de marzo de 2023 · 09:00 hs
Sergio Massa empoderó a Alberto Fernández y Mauricio Macri disfruta en silencio la interna

Si el desempeño de Sergio Massa es sólo opacado por las cifras de Juan Vital Sourrouille, su campaña presidencial es tan lógica como una marcha del Ni una menos encabezada por el odontólogo platense Ricardo Barreda. Sólo el peronismo de Argentina puede bosquejar un candidato a presidente que logre el peor resultado inflacionario desde la dictadura a la fecha para encarar una campaña basada en bajar la inflación. Un psiquiatra no podría medicar ese nivel de divorcio con la realidad. 

Así entonces, Alberto Fernández es consciente de que el papel de Massa está terminado y que la imagen negativa de Cristina Fernández de Kirchner roza las nubes y no piensa bajar. La percepción sobre la viuda de Néstor no se basa en otra cosa que sus apariciones, donde despotrica contra el peronismo, el albertismo, la oposición, la justicia, el campo, los medios, explica por qué nunca se equivocó y se va editorializando con la mirada, como si no fuera una infantina que despierta únicamente rencor en propios y odio en ajenos. Los gobernadores e intendentes la insultan después y prometen traicionarla, pero siempre por WhatsApp. 

Mauricio Macri, ahora convertido en un perverso Marcel Marceau, cree que la sangre no lo salpica y que la interna, que se está llevando puesto el partido que creó hace veinte años, no tiene un correlato en su persona y sus ambiciones. Particular interpretación de quien analiza focus y mide en sus avenidas del Libertador a quién apoyar en cada distrito tras un mes de viaje. La conjunción cordobesa es la que el ingeniero busca dispersar por todo el país como ejemplo de evolución y altura dirigencial. 

Hay dos premisas básicas en la cabeza calabresa del tandilense: Horacio Rodríguez Larreta tiene mejor equipo y es previsible y metódico para trabajar, pero no confía en sus alianzas personas para transformar de cuajo. Patricia Bullrich no es tan confiable, pero está dispuesta a todo para cambiar la realidad del estado de anomia absoluta que está sumiendo el país en un nido de violencia, narcotráfico, inflación y crisis eléctrica, entre las cucardas más visibles del presente.

Pasó en Cordoba y pasó en La Rioja, donde Felipe Álvarez logró aglutinar al arco opositor detrás de su candidatura tras conversaciones y negociaciones del propio Larreta y su mesa chica. Sólo quedó Martin Menem del otro lado, quien debería entender que sus doce puntos riojanos son el pasaporte perfecto a cuatro años más de Ricardo Quintela y su estalinismo no ilustrado con el que gobierna mientras estudia online para lograr ser universitario de una buena vez. Si Menem es candidato a jefe de Gobierno de Milei, será quien coordine un grupo de diez legisladores y se sentará en la mesa del poder porteño, si se queda en La Rioja, será un simple testimonio de una aventura liberal que permitió más años de peronismo sin democracia.

El peronismo sabe de izquierda a derecha que la elección nacional está prácticamente perdida, pero la oposición que trabaja sin pausa para evitarlo, no logra cuajar tras tres años un candidato de peso nacional que represente el descontento popular. La corrección política que sigue gobernando Juntos por el Cambio explica en buena medida los excelentes números de Javier Milei, quien sin conocimiento en la mayoría de las aristas para gobernar, ostenta un alto caudal de potenciales votantes. 

Milei crece y no se estanca, mientras no sabe contener sus emociones por una pregunta periodística, difícil pensar cómo se conduciría frente a una decepción política de magnitud, como atraviesan los líderes políticos a diario. 

En el medio, el colega Marcelo Bonelli hizo lo que hacemos los periodistas todos los días. Tomó café en off the record con Horacio Rodríguez Larreta y Christian "El Negro" Cohelo, eslabón insoslayable en tiempos electorales. El escrache a Larreta por algo que no depende de él sólo es un botón de muestra de la importancia de dar por terminada la corrección política en el país. A una sociedad harta de los políticos, le parece normal insultar a un dirigente que no puede resolver el tema energético por que lo administra y regula Sergio Massa y tres amigos suyos con distintos tonos de opacidad. 

Bonelli hizo lo que hay que hacer, conseguir información, chequearla con políticos, trabajar y publicar su columna de los viernes, donde probablemente tenga la mejor información de AEA, ADEBA y otros sectores de la prensa actual. Mi solidaridad. 

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