Salieris de San Martín

Las trampas de la política para enmascarar el arraigo por los cargos, las decisiones y el poder

El cierre de listas y los cambios obligados en las intendencias demostró cómo le cuesta dejar el poder a una generación de dirigentes. Mendoza sigue gobernada por los "sub 70", en pleno siglo XXI. Momentos de alta tensión en el oficialismo.

Pablo Icardi
Pablo Icardi domingo, 12 de marzo de 2023 · 11:05 hs
Las trampas de la política para enmascarar el arraigo por los cargos, las decisiones y el poder
Foto: Twitter Gabriel Katopodis

Fernando De La Rúa era presidente, “el dólar era igual a un peso” y se avecinaba la peor crisis política y social de la historia reciente argentina. Roberto Righi es intendente de Lavalle desde ese momento y en él se encarna un cambio relativo que comenzó a concretarse este fin de semana: por el límite a la reelección de los intendentes, muchos dirigentes están forzados a dejar cargos y habrá una renovación forzada. Lavalle tendrá nuevo intendente, por ejemplo. En San Rafael también habrá cambio obligado, pero sin cortar la dinastía. Emir Félix no puede ser reelecto, pero volverá Omar, su hermano, quien ya fue elegido intendente dos veces. Su padre también había sido jefe comunal. En Tunuyán no se puede repetir el nombre de Martín Aveiro en la intendencia, pero el actual jefe comunal será concejal. Todo indica que no dejará el poder y que puede intentar replicar en modelo minimalista lo que ocurre en la Nación: un presidente en el cargo, otra dirigente en el poder.

Las elecciones anticipadas también adelantaron la puesta en marcha de la reforma Constitucional que se promulgó, con intervención judicial, durante el gobierno de Alfredo Cornejo. Queda expuesta también el excesivo arraigo que tienen los dirigentes con los cargos, el Estado y el poder.

Por el lado del radicalismo en esta etapa la estrategia es distinta, pero, justamente, solo por estrategia. Cornejo “habilitó” la competencia para que haya la mayor cantidad de candidatos posibles para agrupar votos detrás de un sello partidario. Es que se trata de 7 departamentos donde no son gobierno y no ponen en juego más que la ambición. Nuevamente se repite el decisor, que es el actual senador nacional, fundador de Cambia Mendoza y aspirante a la reelección alternada como gobernador. Los problemas mayores en ese espacio político lo tendrán en la instancia provincial, cuando deberán definir los intentos de sucesión en Alvear, Tupungato, Las Heras, Godoy Cruz y Guaymallén.  La renovación en la UCR es guiada. Tampoco es por impulso de las bases, sino por obediencia y decisiones de cúpula.

Como ocurre a nivel nacional, todas las estructuras políticas han girado alrededor de lo mismo en los últimos 20 años: el kirchnerismo. Por empatía al principio, por efecto refractario luego, ese sector es el que ha condicionado, promovido y catalizado las decisiones en Mendoza y el país. Incluso en el radicalismo liderado por Cornejo, que en 2005 se sumó al kirchnerismo, en 2009 (pos crisis del campo) se alejó y construyó un nuevo espacio de poder que hoy sigue vigente. En el PJ local le ocurrió como a la “rana hervida”: al principio subestimaban al kirchnerismo duro de La Cámpora y luego quedaron atrapados y gobernados por ese sector que fue, en definitiva, el único que construyó un espacio de poder a largo plazo (más allá de sus malos resultados electorales).

Más allá de la reforma constitucional y que el calendario se puso amarillo para varios dirigentes, la renovación en las administración del poder no ocurre. En la Mendoza de 2023 siguen decidiendo quienes pertenecen a la “generación del ‘60’. Los “nacidos y criados” en democracia, por ahora acatan órdenes. Como cita, de manera bastante decepcionante si se mira hacia el futuro y con ninguna ambición, un joven dirigente radical: “Solo Cornejo puede arreglar esto”. Por obediencia más que por convencimiento, por temor antes que por amor y por desgano; el precandidato a gobernador sigue con el control. En el PJ es parecido, pues más allá del poder de Anabel Fernández Sagasti, no hay referentes que aglutinen y los de la generación del 60, como Carlos Ciurca, gobiernan desde las sombras y otros, como los hermanos Félix y Bermejo, nunca pudieron dar un salto. Algunos liderazgos que asoman, como el de Flor Destéfanis, aún son resistidos por los hombres territoriales.

Tensión

Mendoza vive uno de los momentos de mayor tensión política que se recuerde. El nerviosismo por los cierres de frentes y los quiebres internos penetran en todos lados. La indefinición de De Marchi, las presiones de Cornejo, la falta de estrategia del resto de los partidos generan un escenario incierto.

En Cambia Mendoza todo apunta a que el PRO nacional meterá a la fuerza a ese sello partidario dentro de la alianza que gobierna la provincia desde 2015. El PRO local intentará resistir, pero difícilmente consiga quedarse con “la marca”. Aunque De Marchi sigue jugando con el calendario, probablemente esa estrategia juegue en contra de sus propios intereses. Mientras más cerca de la elección se tomen decisiones, menos confiables pueden ser. Con la urgencia en las manos, muchos se vuelven más conservadores. Cambia Mendoza tiene una estrategia de brazos abiertos, más que nunca. Así sumó a los empresarios que se metieron en política, quienes critican duramente algunas decisiones, pero avalan y están dentro del oficialismo. De Marchi aún no tiene explicitada su estrategia de alianzas, aunque tiene avales extraoficiales.

Otros precandidatos, como Luis Petri, se encaminan. El exdiputado irá en las listas, probablemente con el apoyo del sector empresario. Cornejo celebra la decisión porque tendrá un efecto de legitimación de su candidatura y la apertura del oficialismo. Luego, incluso, puede haber espacio para negociar compensaciones, pues tras las PASO vence el plazo para los postulantes a cargos nacionales.

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