Cornejo, el hombre detrás del poder
Quién es Alfredo Cornejo, el hombre que encontró su vocación por la gestión luego de caminar el barro político.
Alfredo Cornejo tiene la cabeza dividida. Acaba de asumir como gobernador de Mendoza, pero durante todo el proceso de traspaso de mando relojeaba el resultado de un partido de fútbol; la semifinal de Godoy Cruz con Platense. Aún en un hecho histórico como el que lo tiene como protagonista, puede enfriar la cabeza para prestar atención a otra cosa. Corneo es, entre otras cosas, un dirigente político que frío, que construye en base a una estrategia y que suele caminar sobre terreno conocido. Hoy se convirtió en el primer gobernador en ser reelecto de manera alternada desde el retorno de la democracia y en cuatro años será el mandatario con más cantidad de años se mantuvo en el poder.
Más allá del tiempo, él sabe que el “legado” pasa por otro lado. El propio San Martín estuvo apenas dos años en el cargo y desde ahí cualquier mandatario es un mero inquilino de ese lugar de poder. Cornejo admira más a Sarmiento que a San Martín. Considera que el sanjuanino mal agestado tiene mala prensa pero fue uno de los reformistas fundamentales de la historia argentina: alfabetización, laicidad, escuelas, vino, producción minera, censo.
Alfredo Cornejo nació en San Carlos y sus amigos hoy engrandecen sus vocaciones. Como ocurre con todos los seres humanos, los recuerdos mezclan lo que pasó con lo que nos hubiera gustado que pasara. Con el “amigo” en el poder, todos lo recuerdan como un buen jugador de fútbol, amante de la política, enamorado de Alfonsín y del rojo de Avellaneda. Sí, Cornejo tiene un antecedente de infidelidad o poliamor futbolístico. “Se paraba a dar discursos en las bolsas de harina”, recuerdan esos amigos.
Estudió Administración Pública y Ciencia Política en la Universidad Nacional de Cuyo, donde comenzó a militar en Franja Morada. En esa agrupación ocupó cargos partidarios y fue presidente de la Federación Universitaria de Cuyo, el organismo que nuclea a todos los centros de estudiantes de la UNCuyo y la UTN y que representa a la provincia en la FUA. Eran otras épocas, donde el movimiento estudiantil tenía una relevancia mayor en la vida política argentina.
Trabajó como asesor e la Legislatura, fue mano derecha de Cesar Biffi en la Municipalidad de Godoy Cruz y desde allí construyó poder; rebelándose contra quien le había dado espacio. Sí, Cornejo tiene ambiciones y no lo disimula. Dirigentes que hoy están a su lado en el nuevo gobierno, como Tadeo García Zalazar, lo acompañaron en esa aventura política usar Godoy Cruz como epicentro para ir por el gobierno. Así fue que hasta hubo mudanzas estratégicas a esa comuna. Fue Ministro de Gobierno de Julio Cobos en 2003, con un perfil duro. Se hizo cargo de Seguridad en dos momentos críticos y fue por eso que tuvo un paso muy fugaz por el Congreso nacional como diputado. Eran épocas de la primavera kirchnerista y Cornejo acompañó a Cobos en esa aventura: rompieron el radicalismo, se sumaron a la Concertación y tuvieron un sabor agridulce: tocar las mieles del poder nacional con la vicepresidencia de Cobos, pero la derrota provincial los descolocó. Cesar Biffi, uno de los padrinos políticos de Cornejo, le había puesto el cuerpo a una candidatura en alianza con el kirchnerismo. Y perdió.
Pero para Cornejo fue una bisagra. Tras años de estar en el detrás de escena, en el barro y la arquitectura política; en 2007 se transformó en intendente de Godoy Cruz. Lo que parecía un premio consuelo le hizo despertar una vocación impensada: la gestión híperlocal. Fue dos veces jefe comunal. Pero antes, en 2011, renunció estratégicamente a ser candidato a gobernador. Le dejó el camino a Roberto Iglesias a cambio del control partidario y de la legislatura. Cornejo sabía que no había chances por el “huracán Cristina”. Iglesias buscaba el hito de ser el primer gobernador en volver a ser electo desde el retorno de la democracia. No lo logró. Ironías de la vida: ahora es Alfredo Cornejo quien sí lo consiguió.
En ese momento ya tenía una estrategia de poder y de gestión en la cabeza. Francisco Pérez lo ayudó con una mala gestión y hasta con el adelantamiento de las elecciones. Finalmente en 2015 se convirtió en gobernador, con Cambia Mendoza como instrumento y una variopinta lista de partidos políticos detrás. A su gestión la bautizó como la “revolución de los sencillo”. Mendoza estaba en una mala situación, pero él profundizó desde lo discursivo la idea del estado crítico. Le sirvió para revalorizar la autoridad propia y de la figura del gobernador. Ejecutó reformas profundas en la Justicia, entre ellos todos los códigos de procedimiento; también permeó otros poderes y organismos de control. Con la oposición desmotivada y sin estrategia, Cornejo avanzó sin pedir permiso.
Vive la política con una intensidad particular. Le tocó sufrir las consecuencias en su salud y también en sus emociones. Entre otras cosas, sus padres fallecieron mientras estaba en funciones. Es "nacido" en una agrupación reformista; progresista. Pero por algunas decisiones muchos lo califican de conservador. Él responde internamente: "hay que medir las cosas por los resultados que tienen, no por los discursos demagógicos. Hay que transformar", suele decir, palabras más, palabras menos.
Cuando terminó el mandato fue diputado nacional y dos años después otra vez fue en la boleta para ser elegido senador nacional. En 2023 fue candidato a gobernador en una decisión que en su partido la recibieron con algo de desazón porque automáticamente bloqueó a otros precandidatos. Cornejo intentó construir un proyecto nacional, pero siempre con un pie puesto en Mendoza. Se quedó corto por falta de estructura propia en Buenos Aires y volvió para caminar sobre terreno seguro.
Cornejo es pragmático. Concentra poder sobre él y le cuesta dejar crecer. Sus allegados aseguran que sabe trabajar en equipo, que consulta, carea y, sobre todo, prioriza los datos. Pero al final del camino, decide él. En su segundo mandato tiene pensado poner sus ojos hacia el este, para "influir" a nivel nacional, aún cuando Juntos por el Cambio no gobierna. Pretende liderar la liga de gobernadores y, así, retomar su anhelo nacional.