Cristina Kirchner: sin Alberto ni Massa, con un mal futuro judicial y una interna estallada
Cristina Kirchner busca reconstruir su espacio con la Justicia por fallar en tres causas sensibles. El factor Cúneo Libarona y la interna de Axel Kicillof con La Cámpora.
Cristina Kirchner se despidió del Senado con un mensaje escueto, pobre discursivamente, pero de alto contenido político: va a seguir trabajando para la reconstrucción del kirchnerismo o lo que quede de él, a partir del 10 de diciembre y lo hará dentro del campo más duro del espacio, en el Instituto Patria, donde se siente mucho más cómoda que en el Peronismo. Se lo hizo saber a los empleados, pero esencialmente a Sergio Massa y a los gobernadores peronistas que no trabajaron para que su espacio crezca.
La esperan por delante una condena a seis años de prisión que logra evitar entrar al penal por su edad, tres juicios ya derechos a la sentencia negativa y la reapertura investigativa sobre su entorno. Kirchner piensa esencialmente en la libertad de sus hijos y sus más próximos, mucho más que en política partidaria. El Instituto Patria es el think thank que se encargará de presionar, llamar, comunicar y defender las próximas movidas de la vice presidente, que dejará su cargo este fin de semana sin hablar con el presidente, Alberto Fernández y quien fuera su candidato, Sergio Massa.
El gabinete de Axel Kicillof es parte de la interna de Cristina Kirchner, donde habitan peronistas de distinto pelaje que nos iempre se entienden. Cristina Álvarez Rodríguez no quiere seguir en el gabinete, Martín Insaurralde está en silencio a la espera de la confirmación de su causa y sin futuro político en el corto plazo, Andrés Larroque afuera de La Cámpora con armado interno y ganas de empezar a instalar una nueva corriente, más cercana a Juan Grabois, la rebelión en la granja jaquea la imposición de criterio de Kirchner, quien logró disciplinar la tropa hasta la noche de la derrota.
La causa por presunta corrupción en vialidad tiene ya sentencia en contra y ahora esperará la revisión en manos de Mariano Borinsky, Gustavo Hornos y Diego Barroetaveña, jueces para nada amigables a sus aspiraciones de inocencia. La Justicia concluyó que hubo 51 obras entregadas a Lázaro Báez para cartelizar la obra pública y lavar dinero de la corrupción, lo dijo el fiscal Diego Luciani con el alegato que puso en alerta a todo el kirchnerismo. Así, entre febrero y abril se llevarán a cabo las audiencias correspondientes y se confirmará el fallo, que sólo quedará en camino el reclamo ante la Corte Suprema, donde el kirchnerismo no tiene un sólo canal de diálogo que pueda ser de utilidad.
Así están también encaminadas las causas de Hotesur-Los Sauces, donde la Justicia considera que se crearon empresas fantasmas que administró Lázaro Baéz para lavar plata de corrupción producto de la construcción de hoteles por parte de la familia Kirchner, poniendo sus propios hijos como directores, Máximo y Florencia Kirchner. Habían logrado la absolución, hubo apelación de la fiscalía y ahora hay que esperar la definición, con Florencia ya afuera de la causa.
“Estamos frente a una asociación ilícita que fue comandada por Néstor Kirchner y Cristina Elisabet Kirchner”, fue la frase que utilizó Claudio Bonadio, juez federal, para describir el accionar de la viuda de Kirchner sobre la llamada "causa de los cuadernos", donde através de anotaciones con detalle quirúrgico, Oscar Zenteno relató el circuito de corrupción que incluía a Néstor Kirchner y su entorno, esencialmente a Julio De Vido y Roberto Baratta, más allá de los empresarios que fueron apresados en la histórica madrugada del 31 de julio de 2018.
El Tribunal Oral Federal 7 deberá entonces reagrupar todos los testimonios para generar una estructura macro que pueda enjuiciar y poner en cárcel a los responsables del circuito de lavado de dinero a través de la obra pública, tal como lo entiende la Justicia. La llamada "ruta del dinero K" sigue su proceso, mientras la Cámara Federal resolvió hacer lugar a una querella de una ONG las últimas horas.
El frente judicial pone a Cristina Kirchner en un segundo plano político, que sumado a su derrota tras su pelea con Alberto Fernández la deja al borde de la intrascendencia en el mundo del PJ, donde los derrotados no son tomados en cuenta para el rearmado. Su futuro político dependerá ahora de la fidelidad de Axel Kicillof y la negociación que pueda llevar a cabo con Máximo Kirchner, quien atraviesa hace años ya muy mala relación con el gobernador. La agrupación La Cámpora tiene internas sin zanjar que se hubieran cicatrizado con un triunfo de Sergio Massa, pero que ahora afloran y empeoran.
El desafío de Cristina Kirchner es ahora la reconstrucción sin ser oficialismo, con parte de la Justicia muy enconada por sus constantes descalificaciones, un sistema de medios de comunicación que una vez derrotado el kirchnerismo pierden el financiamiento público de la pauta oficial, y una crisis del PJ que permite preocupar a la vice presidente, acostumbrada a los aceitados vínculos de distintos referentes peronistas con el poder Judicial, que ahora recibe a Mariano Cúneo Libarona con buenos ojos.