Javier Milei y el desafío de incorporar casta para gobernar un país pobre y hostil
Cifras de pobreza récord, un Gabinete indefinido y el Congreso en manos opositoras constituyen el país que recibe Javier Milei. Menem, Randazzo y los desafíos de gobernar con "los mismos de siempre".
El país atraviesa días donde el orden de los factores altera el resultado a niveles astronómicos que alternan entre la carcajada y la lágrima. Sergio Massa y sus comunicadores pasaron de la descripción de la absoluta abundancia y valores récord en cada arista analizada a la más profunda hostilidad y carencia producto de un Gobierno que aún no existe. Las responsabilidades de la campaña del último peronismo ya están en la mira de la Justicia, y María Eugenia Talerico es quien arrima información sin pausa. Empieza un nuevo orden con una cultura política distinta y una lógica que tenderá a apropiarse de los mejores defectos de la casta y expulsar sus virtudes en un país de revés.
El orden de los miedos parece haberse alterado en Argentina: el pánico para manejar la Cámara de Diputados es que lo logre un empresario con empleados en blanco y una breve carrera en la legislatura local de La Rioja, eso es esencialmente Martín Menem. Es también alguien que se crió con el experto en parlamentarismo más importante de la historia del país, que tiene menos de cincuenta años y vive de los productos que exporta al mundo, entre otras cosas. Un abogado que será el timón de la Cámara Baja que deja el kirchnerismo que aprendió de su padre, Eduardo, y de su tío, Carlos, buena parte de lo que sabe, pero con impronta liberal y línea directa con Javier Milei.
En tiempos delirantes con jornadas que piantan lagrimones a la "casta" política, la vieja escuela lamenta que no sea el exministro de Transporte de Cristina Kirchner y socio de Alberto Fernández pocos años atrás, Florencio Randazzo, el que lleve las riendas de Diputados, anécdotas de la postrimería de una forma de hacer política que la sociedad rechazó a gritos en el balotaje que expulsó --para siempre según su entorno-- a Sergio Massa de la política doméstica.
Javier Milei no sólo dejará de odiar, sino que se nutrirá de la llamada casta para gobernar. Guillermo Francos, tal vez quien mejor decodifica las necesidades de un Gobierno que tendrá flaquezas históricas en el Congreso, sugirió a Randazzo por ser su padrino y tutor de aquí en más, pero se impuso el criterio por Menem. Francos ya es el más pesado y conocido jugador de este Gobierno antes de nacer, quien explicó a Javier Milei por qué Daniel Scioli sería su embajador en Brasil, el mayor socio comercial de Argentina. También explicó por qué el ministerio de Sandra Pettovello no debería tener la dimensión actual, por lo que la quita de plumas no cesará hasta el nueve de diciembre a la noche, cuando se confirme que Francos es el nuevo hombre más poderoso de esa Argentina política.
Pettovello es una coaching ontológica con estudios en Periodismo, pero Capital Humano se deberá encargar, por ejemplo, del desregulamiento de la salud pública y los brokers gremiales que engordan sus cajas. Habrá entonces que pensar el rol de Pettovello en Educación, ahora extinto el sueño de vouchers y con un desafío de persuasión sindical por delante, donde Pablo De la Torre será quien le haga entender a los movimientos sociales que la luna de miel terminó y quien no ponga el despertador, deberá buscar la forma de salir adelante por su cuenta.
MDZ lo describió ayer. ARSAT es un leading case de lo venidero: empleados con rango de directores o simples contratados que explicaban la importancia de la soberanía popular y el Estado más que presente, piden indemnizaciones millonarias y seguir trabajando, o simplemente quieren seguir en sus cargos a sabiendas que no corresponde. Ayer este cronista explicó los casos de Miguel Pesado y Maximiliano Von Kesselstatt, quienes buscan evitar que la motosierra de Guillermo Ferraro los alcance. Ambos deberán explicar sus antagonismos frente a un ministro poderoso que tiene la orden de achicar la planilla y reducir gastos sin pausa.
La casta será protagonista del Gobierno de Javier Milei, porque lo dotará de gobernabilidad para sobrevivir, pero deberá también cuidarse el presidente de no transformarse él o sus equipos en parte de lo que condenó y le dio sentido de existencia a su participación política. El riesgo de cumplir con la casta, es directamente proporcional al espanto de su base votante, que quiere ver como cincuenta nombres dejan de ser parte del poder político.