Cornejo entró en la historia, pero sin margen para repetir modos del pasado
Los desafíos del gobernador que volvió, anclados en la macroeconomía y en una forma de ejercer el poder que la sociedad manifestó que ya no admira. La clave: recuperar el ritmo perdido de la gestión.
Alfredo Cornejo se metió este sábado en uno de los sitios más importantes que Mendoza le reserva a los más de 140 gobernadores que tuvo a lo largo de su historia. Casos como el de él, que consigue dos veces estar en la cumbre del poder, son poquísimos en una provincia que hace más de cien años decidió que acá no iba a existir la posibilidad de reelección del máximo cargo y que, más allá de los intentos que se hicieron, nunca se logró cambiar esta regla de oro para preservar a una institucionalidad como la nuestra que se distingue de todas las provincias del país.
Hay que bucear en los libros para encontrar casos coincidentes. Desde el regreso de la democracia en 1983 hasta acá, ninguno. Viajando más atrás en el tiempo fueron un par, pero con la particularidad de que no lograron completar sus mandatos por revoluciones o golpes de Estado. Dos de los emblemáticos, y más considerados de nuestra historia, fueron sin dudas Emilio Civit y Francisco Gabrielli. Ellos gobernaron más de una vez. Pero Civit tuvo que renunciar al primer año de renovar. Don Pancho estuvo tres veces, pero atravesado por una serie de esos eventos desafortunados que abundaban en su época.
Civit asumió por primera vez en 1898, pero renunció al año porque fue elegido por Julio Argentino Roca como ministro. Después fue electo nuevamente en 1907 para, ahí sí, completar su período tan recordado. Don Pancho ganó las elecciones de 1961, pero fue desalojado en 1962 por el golpe que destituyó a Arturo Frondizi. Luego fue electo en 1963, pero llegó solo hasta 1966 por la caída de Arturo Illia. Volvió en 1970 como interventor de la provincia, pero tuvo que abandonar tras el “Mendozazo” de 1972. Es decir: cuando Cornejo cumpla en 2027 los cuatro años de mandato constitucional que se iniciaron ayer, terminará instalado en el escalón más alto tomando este parámetro. No es poca cosa meterse de esta manera en la historia.
Ahora algo está claro. Desde lo legal y constitucional, lo de Cornejo claramente no fue una reelección. Aunque, desde lo político, casi que lo es. Cornejo es un hombre de poder y ese fue el motor que lo hizo volver tras haber dejado a la provincia en manos de Rodolfo Suarez en 2019. En estos cuatro años que estuvo afuera nunca se alejó del todo: monitoreó permanentemente al gobierno desde cerca aunque sin interferir demasiado.
Durante casi todo este tiempo que pasó, varios cafés del Gran Mendoza se convirtieron en sitios de peregrinaje para dirigentes y funcionarios para encontrarse con quien seguía de alguna manera manejando los hilos. A decir verdad, no puede decirse que Suarez alcanzó la figura de títere. Pero la sombra de Cornejo rondó todo el tiempo la Casa de Gobierno durante estos últimos cuatro años. Siempre fue consultado por las decisiones y medidas importantes y participó activamente de algunas movidas fuertes desde lo político como fue el desplazamiento de Jorge Nanclares de la Suprema Corte.
Sin embargo, más allá de las críticas que deslizaba en esos centros de reunión muy activos y café de por medio, nunca conspiró. Acá respetó una regla de fierro que se autoimpuso cuando se fue y estuvo forjada por la dura lección aprendida en 2007 cuando el radicalismo perdió las elecciones por haberse pasado todo el período de gobierno de Julio Cobos metidos en una interna con Roberto Iglesias. Pero, como se sabe, para que haya una pelea tienen que existir dos. Y Suárez en ese sentido nunca se atrevió a plantarle bandera más allá de que, con la lógica de siempre, su entorno lo empujara a la disputa.
Otro hábil también. Hace 10 años, tras la muerte del Víctor Fayad, Cornejo y Suarez sellaron un pacto para ponerle fin a un largo conflicto que surcaba a los radicales. “Si vos y yo no nos peleamos, vamos a llegar lejos”, se dijeron. Y vaya si pasó. Eso de no pelearse le permitió al actual mandatario volver sin ninguna resistencia interna de su su partido; además habilitó el salto sin escalas de Suarez a una banca en el Senado y por cuatro años.
Cornejo volvió, asistimos todos a ese regreso este sábado por la tarde. Pero con la conciencia clara de que no tiene margen para repetir modos que le son característicos y sabe que el mensaje de la sociedad fue contundente en estas últimas elecciones. Algo de eso dejó traslucir en el mensaje que brindó ante la Asamblea Legislativa minutos después de haber prestado juramento.
Pero ese mensaje no solo hay que leerlo en el triunfo arrollador de Javier Millei en Mendoza y su discurso finalmente muy votado en la necesidad de un cambio de modelo económico y del fin de “la casta” política. Sino que también, hubo una señal de que no estaba todo bien con quien ahora se metió en la historia. A Cornejo le costó más de lo que le hubiese gustado ganar las últimas elecciones provinciales y tuvo que cambiar de estrategia varias veces en la campaña demostrando que lee y entiende el tablero político local como ningún otro y que el paso de los años no le impide estar mentalmente preparado siempre para enfrentar a cualquier escenario.
El líder mostró en las urnas claros síntomas de desgaste con la pérdida de casi 130.000 votos en ocho años: Cambia Mendoza ganó, pero la gente manifestó no solo un descontento con la gestión de Suarez, sino que además evidenció un hartazgo sobre algunos de las características objetables del Cornejo dirigente. Entre ellas, su sesgo autoritario y la forma en que maneja el poder en la cornisa de la institucionalidad. Por eso hoy sabe que no tiene margen para repetir conductas que son muy reprochables en él y que forman parte de su estilo de conducción.
El peso de la macroeconomía
Por supuesto que la poca capacidad de movimientos se la dará asimismo el futuro del país que desde hoy estará en manos de Javier Milei. Cornejo no esconde que vienen tiempos turbulentos y quizás allí haya que entender por qué le pidió a la oposición “sensatez y acuerdos” cuando les habló en la Legislatura tras asumir .
Ya se sabe que pasará de acá en más. En un juego en el que todavía no está claro cuál será el rol, Cornejo tratará de garantizarle a Milei la gobernabilidad a través de un bloque legislativo del Congreso que responde a los diez gobernadores de Juntos por el Cambio. El punto es que aún no se sabe si serán opositores o no al nuevo gobierno nacional. Y en ese sentido, este núcleo de mandatarios buscará influir de alguna manera en la macroeconomía y en las decisiones que se tomen.
Esto de influir a nivel nacional tiene un sustento y se notó en la forma en que se preocupó el mandatario en resaltar ayer como eje central de su nueva gestión que todo dependerá de la macro y en cómo Milei resuelva el problema. Un viejo estudio sostenía que Mendoza iba a solucionar en un 70% sus trabas para el desarrollo económico el día en que se registrara un crecimiento de la Argentina sostenido en el tiempo y si se gozara de los beneficios de un tipo de cambio competitivo. Cornejo dijo ayer que la matriz productiva de la provincia está en transición. Lo está, pero no solo está en movimiento. En el fondo, lo que está es en crisis.
La matriz económica de Mendoza se viene desarrollando hacia actividades que pagan salarios bajos motorizada por la influencia del agro y de la actividad turística fundamentalmente. Allí se concentra entre el 20% y el 25% del empleo registrado con un salario promedio que está muy por debajo de la canasta básica. Casi el 70% de los que tienen trabajo en Mendoza son empleados y más de la mitad trabajan en pequeños establecimientos de hasta 5 personas lo que revela la importancia de las PYMES a la hora de sostener el empleo.
Las mediciones de pobreza son durísimas, como en prácticamente lo son en todo el país. Más del 40 por ciento de la población mendocina no alcanza a cubrir alguna de sus necesidades básicas y casi el 5% de la población gana menos de lo que le permite cubrir su canasta básica de alimentos. Puesto otros números, que a su vez son personas. En las zonas urbanas más de 500.000 personas son pobres, cifra que trepa a las 800.000 cuando se toma de referencia a toda la provincia.
El flamante gobernador habló ante la Asamblea de que aplicará reformas estructurales en salud y que revisará los mecanismos de contratación y del pago de médicos y enfermeros. La situación coyuntural es muy crítica en los hospitales públicos en donde el 50% de la población acude al sistema público de salud en las ciudades, mientras que en las zonas rurales ese porcentaje sube al 70%. En esos centros asistenciales del Estado, lo que dominó en estos últimos años fue la falta de profesionales para la atención.
La mirada compasiva sobre el que se fue
Hace un año cuando Cornejo ya se perfilaba para volver, si se le preguntaban decía que le quedaban un montón de cambios por hacer como tarea pendiente. Que para eso regresaba. Un año después, con la profundización de la crisis, ese panorama se modificó bastante. El que se hizo cargo ayer es un Gabinete diseñado para administrar esta crisis que ya existe y la que se viene que, en el corto plazo, será más aguda aún. Suarez se va dejando detrás falencias de gestión y sospechas además de desmanejos en la adjudicación de negocios energéticos y en la concesión de obra públicas. Fue bastante compasivo el nuevo gobernador con la conducción que se fue. En realidad, en los distintos actos de asunción, Cornejo apeló a un recurso al que ya había echado mano en la campaña para evitar cuestionar a Suarez. ¿Qué hizo? Directamente saltearlo y mencionar que lo que se viene es una especie de continuidad de lo que él dejó en 2019.
El problema de los procesos políticos que se perpetúan en el tiempo es que les sirve a muchos funcionarios flojos de escrúpulos para saber por dónde maniobrar sin que sean detectados cuando de investigar hechos de corrupción de trata. De esto hablamos, cuando, se sabe, esta generación de radicales ya estará doce años en el poder como mínimo. Dentro del escaso margen de maniobra que Cornejo sabe que tiene a futuro, está este tema también que ensombreció a la administración suarista y a varios de los integrantes de su gabinete. ¿Revisará el gobernador los contratos y concesiones firmadas por la gestión que se fue y que, como en el caso del acuerdo con Edemsa, mereció una denuncia por inconstitucionalidad ante la Suprema Corte? No se sabe. Lo que sí, una frase que resume una mirada sobre lo que pasó. “Yo estoy acá por poder, no por plata”, cuentan que dijo Cornejo para explicar cuál será su accionar , cuando le mencionaron hace un par de meses lo que no es un secreto a voces a esta altura entre todo el poder político y económico de Mendoza acerca de cómo se manejó el gobierno de Suarez en este aspecto.
El gabinete en su mayoría sub 40 que se hizo cargo, será el encargado de manejar la cosa pública con un puñado de objetivos concretos. Uno de ellos, ya se dijo, administrar la crisis. En lo inmediato se producirá una revisión de las pautas del Presupuesto 2024 que se aprobó en la Legislatura para adecuarlo a las medidas que impulsará Milei y que tendrán un impacto fuerte, sobre todo, en recortes de la coparticipación. El flamante mandatario mencionó que encarará una transformación educativa y que ahora “iremos por más” para bajar la inseguridad. Un detalle de lo que ya se dijo: cuando habló de esto, recordó datos de su gestión entre 2015 y 2015. Decir que ahora irá por más, es reconocer que en los últimos años se fue a menos en esa materia.
Sin embargo, dos temas asoman como claves. Uno de ellos será la impronta de una gestión a la que la bajó la línea de “trabajar, trabajar y trabajar”. Otra vez lo mismo. Sabe la nueva gestión que deberá recuperar un ritmo que se ralentizó en estos últimos tiempos. De la pandemia a esta parte, bastaba pasar por la Casa de Gobierno a la tarde para darse cuenta de que había pocas luces prendidas en los despachos. Una gestión muy “modo Capital”, en donde a las dos de la tarde todo el mundo a la casa y el resto del día se utiliza para hacer actividades en Parque. O a jugar al pádel, como fue el caso.
Acá el desafío está puesto en dotar de otra velocidad a la gestión y en mejorar todos los procedimientos para que el Estado pesado, burocrático y que le complica la vida al sector privado de la actualidad, se convierta en una estructura algo más ágil.
La otra llave para entender este arranque, la tiene el destino que se le dará a los mil millones de dólares del fideicomiso de Portezuelo del Viento que son una fenomenal fuente de financiamiento para obras que ninguna provincia hoy tiene. Habrá que esperar, se estima, algunos meses para que esto arranque porque se aguardará a cobrar por parte de la Nación lo que le falta para cancelar esa deuda en dólares y la provincia pueda garantizarse así que no habrá ningún tipo de injerencia desde la Casa Rosada al respecto. Pero Cornejo habló este sábado sobre que quiere ser recordado por lo que será su aporte a la infraestructura pública y nos pidió que tengamos “por seguro” que lo que hará es “una verdadera revolución del agua y la energía”.
En esta vuelta Cornejo logró superar el karma de todos gobernadores mendocinos que sintieron (particularmente en estos últimos cuarenta años de Democracia), como después de tocar el cielo con las manos en pocos años todo ese poder se les terminó escurriendo de los dedos. Nada de eso. Lo tuvo, lo conservó y lo mantendrá durante más de una década al menos. La oportunidad es única para que pueda terminar en el mismo lugar que la historia ya la concedió a Civit o al mismo Don Pancho. Y no solo por una cuestión de acumulación de años de gobierno, sino por lo que hicieron cuando les tocó. Se viene un cambio de época aparentemente en el país, ojalá Cornejo lo aproveche. No para su bien o para calmar esa ambición que lo lleva siempre al límite de la obsesión. Sino por el de la comunidad que lo volvió a elegir y que la está pasando peor que mal.