ARGENTINA DECIDE

La elección bisagra en la que la resignación ya le ganó a la esperanza

El balotaje define al próximo presidente en medio de tensiones, descontento y resignación. La "mímesis" de cada candidato para ganar votos y las dudas de cada uno.

Pablo Icardi
Pablo Icardi domingo, 19 de noviembre de 2023 · 07:01 hs
La elección bisagra en la que la resignación ya le ganó a la esperanza
Sergio Masa o Javier Milei. Hoy se define quién ocupará el "sillón de Alfonsín". La elección se da en un marco de desesperanza. Foto: Noticias Argentinas

En octubre de 1983, las elecciones presidenciales daba inicio al período democrático que, hasta hoy, es el más prolongado de la historia, con una trayectoria y fortaleza institucional sólida. Pasaron todas las crisis posibles y siempre hubo elecciones libres, mecanismos democráticos de resolución de conflictos y alternancia sin discusiones. A 40 años de ese inicio, ocurre una paradoja que, dado el contexto, no es sorpresiva. Esta vez, la resignación le gana a la esperanza antes de ir a la segunda vuelta que definirá si el próximo presidente será Sergio Massa o Javier Milei. Por eso, quien se gane el lugar para ser inquilino del Sillón de Alfonsín deberá tener una cuota de humildad difícil de conseguir con la llegada al poder: con un país que votó desanimado, no tendrá mucho para festejar.

Sí, en cambio, les tocará hacerse cargo de inmediato de una realidad que arde. En las provincias, por ejemplo, las dudas son enormes porque institucional, financiera y económicamente la dependencia de la Nación es enorme. Por más solidez que un estado provincial tenga, siempre es vulnerable a lo que ocurra en Casa Rosada. Hay casos, como el de Mendoza y Córdoba, donde la elección de hoy dejará sabores amargos, gane quien gane. 

El balotaje es un mecanismo de elección que presiona a que los electores voten por alguien que probablemente no haya estado en su menú original. Se deja de lado "lo que quiero" por lo que hay. Y cada voto es decisivo. Desde que se puso en ejercicio el sistema, en las elecciones de 1995, es la segunda vez que habrá balotaje competitivo. El anterior fue la pelea entre Mauricio Macri y Daniel Scioli en 2015. Esa "batalla" política fue más tradicional: un oficialista que venía de ser gobernador, contra un opositor que venía, también, de gobernar un distrito importante.

Massa logró evitar quedar expuesto como parte del gobierno que generó gran parte de los problemas. 

El balotaje 2023 generó una dicotomía distinta. De un lado está es Sergio Massa, un ministro de economía que se hizo candidato porque el presidente, Alberto Fernández, no tenía ninguna chance de postular a la reelección y, aún con todos los indicadores en contra, se hizo competitivo. Para él es la segunda candidatura presidencial y en los 8 años que hay en el medio viró del antikirchnerismo al "frentismo" amplio. Su rival es Javier Milei, un outsider con ideas distópicas, que creció con el vértigo de las redes sociales y el prime time de la televisión, aliado a sectores antidemocráticos y que en una maniobra acrobática trató de revertir discursivamente muchas de las cosas que escribió en su plataforma y hasta con sus rivales para tener más chances. Los dos tienen, justamente, en común su capacidad para mimetizarse, adecuar discursos y tratar de encantar electores sin sonrojarse por las contradicciones o la imposibilidad de realizar lo que dicen.

Ambos se mimetizan, se cambian de carcaza según la necesidad y eso los hace, también, impredecibles; aunque con matices distintos. Sergio Massa, para bien o para mal, más predecible por la trayectoria, porque es parte del actual gobierno y tiene una red de vínculos políticos, empresariales y sociales más que conocida. Massa aspira al poder "formal y real", aliado con el kirchnerismo que seguirá teniendo relevancia en el Congreso y la administración de sectores clave. Milei genera más incógnitas. No solo por la expresa falta de conocimiento sobre el funcionamiento de los Estados - Nación en temas clave, sino porque su crecimiento meteórico no le permitió construir una estructura para hacerse cargo. Por eso, también, despierta ambiciones entre los que siempre han sido amigos del poder y otros despechados por no haber sido elegidos.

Milei se alió a Bullrich y Macri. 

Por los defectos de su rival, Massa y Milei están blindados. Al "libertario" no le hacen ni cosquillas la difusión maximizadas de las propuestas que significarían un retroceso, como arancelar la educación, la salud y "liberar" todo al mercado (todo está en su plataforma), pues la base de su potencia electoral es la "energía" anti política, la bronca y un basta extraño. A Massa tampoco le penetran todos los datos de la realidad que él ayudó a construir como parte del gobierno: inflación, pobreza, exclusión social y falta de expectativas. Le alcanza conque se transformó en un extraño escudero "por los peligros de Milei".

El impacto en Mendoza

El año electoral fue agotador y la campaña presidencial la más alejada de la agenda social y también una de las peores en calidad. Las campañas sucias, descalificaciones y construcciones sobre "el rival" fueron el modo de buscar el voto. En la etapa final Milei se concentró en desandar el camino sembrado con sus peligrosas propuestas y Massa encontró su lugar de confort en no tener que explicar lo mal que gobierna el gobierno del que es parte y lidera para reposar sobre el "espanto Milei".

Cornejo gobernará desde el 9 de diciembre como opositor a la Nación. 

En Mendoza hay más estupor que expectativa. Alfredo Cornejo lo había graficado. "Es entre alguien malo conocido y un desconocido que inquieta". Ninguno de los escenarios posibles es bueno desde el punto de vista político para el gobierno que asumirá el 9 de diciembre. La diferencia es que con Massa hay posibilidad de "puentes políticos", pero a un costo grande. Es que  Massa genera una esperanza política en un peronismo que estaba en la lona. Lo que no pudieron hacer por sí solos desde 2013, lo puede conseguir un buen resultado en la elección presidencia. Para Cornejo esa no es una buena noticia. Como ocurrió en toda la campaña, sobre el final hubo muchas frases hechas. Massa habla, por ejemplo, de un gobierno de "unidad nacional". Desde la oposición hacen una diferencia: una cosa es convocar a dirigentes opositores para que sean parte de un Gobierno y otra "tomar propuestas de otros para tender a la unidad nacional en serio". 

Milei dijo muchas cosas que no podría hacer, pero la filosofía de la que parte ya asusta en las provincias. Esa idea de eliminar la coparticipación, por ejemplo, encierra muchas dudas. No podría hacer eso, pero sí cambiar dramáticamente la administración de fondos que seguirán llegando a la Nación. Solo con la coparticipación, el 60% de los ingresos del Estado mendocino dependen de la Nación. Es decir dependerán de Massa o Milei. Mucho más si se tienen en cuenta los recursos para obras, subsidios, aportes del tesoro y otras cajas discrecionales.  Por eso por ahora prima la visión conservadora desde la Provincia sobre el 2024. Cornejo gobernará por primera vez como opositor pleno a la Nación, algo que ya experimentó Rodolfo Suarez. 

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