Paritarias estatales

Una luz aparece al final del túnel del conflicto docente

En una rara maniobra dentro de la paritaria, el gobierno mejoró entre jueves y viernes su oferta de aumento salarial para el SUTE. Para el gremio la propuesta es regular, pero podría aceptarla para seguir negociando en septiembre. Pero el sí todavía no es definitivo porque pesan los días descontados

Marcelo Arce
Marcelo Arce domingo, 21 de agosto de 2022 · 11:01 hs
Una luz aparece al final del túnel del conflicto docente
Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

La crisis que desde hace semanas mantiene muy caliente la temperatura de la conflictividad del gobierno provincial con los docentes podría encontrar finalmente durante estos días que se avecinan un alivio.

Nada puede aventurarse con certeza en esta puja entre Rodolfo Suarez y la conducción kirchnerista del SUTE, pero una luz puede verse a final de un túnel que estuvo por momentos muy oscuro: el gremio podría terminar aceptando la última oferta salarial que le realizaron los paritarios oficiales en la tarde del viernes y se despejaría así la amenaza de otros cuatro días más de paro que el sindicato ya tiene votado en caso de no llegar a un arreglo.

Para la conducción sindical docente, el aumento ofrecido no alcanza a cubrir sus reclamos, pero entiende que sería peor un rechazo en esta instancia. Haciendo gala de su particular estilo de manejo de la paritaria, el gobierno hizo un ofrecimiento de incremento el jueves por la mañana que a todas luces era inaceptable para los maestros. Más allá de que los porcentajes ofrecidos para septiembre, octubre y noviembre resultaban escasos, llegó a la mesa paritaria sin mejorar la oferta para cubrir las necesidades de agosto.



Esta última decisión resultó extraña: el argumento por el cual Suarez reabrió la paritaria que él mismo había cerrado por decreto solo una semana antes, fue que había caído en la cuenta de que ese ofrecimiento de aumento hasta agosto estaba desactualizado (al menos dos puntos) al momento de conocerse la inflación de julio. Sin embargo, cuando retomó efectivamente la negociación, nada había sobre la mesa para acomodar los sueldos durante el mes en curso.

El SUTE estaba decidido a rechazar en ese instante la propuesta y llamar al paro, pero a instancias del propio gobierno se abrió un compás de espera de poco más de 24 horas. El Ejecutivo sostuvo que el gremio estaba leyendo mal la oferta y puso como testigo de esto a las simulaciones, para demostrar cómo iban a impactar realmente los aumentos en los sueldos. Los gremialistas aceptaron. No querían que el gobierno les tirara otra vez encima el peso de haber ido directamente a las medidas de fuerza sin consultar a las bases previamente.

Pero en el camino de esa espera, pasaron cosas. La principal, fue que el gobierno directamente apareció con otra propuesta salarial al momento de mostrar las simulaciones. No solamente había modificado los porcentajes de aumento para septiembre y octubre, sino que además hizo aparecer finalmente una corrección para agosto.

En definitiva, puso a consideración un aumento del 35% al estado docente y 12% al básico (aquí subió 10 puntos la oferta en el estado docente de una propuesta a la otra) y en septiembre un incremento del 9,5% al estado docente y un 7% al básico. Para octubre la suba es del 8% al básico y 7% al estado docente y en noviembre del 7% para ambos casos. Además se dispuso una mejora en los adicionales, para terminar redondeando en promedio un aumento anualizado del 60% en el estado docente y de un 80% en el básico. Finalmente se asumió el compromiso de volver a reunirse el mes que viene y otra vez en noviembre, para trazar el panorama hasta fin de año al ritmo de la inflación.



Pero en ese interín, apareció el juego que a Suarez le es más esquivo: el de la muñeca política. Antes de bajar la nueva propuesta el viernes por la tarde, delegados del gobierno se reunieron con la conducción del SUTE para acercar posiciones, una estrategia que había estado ausente durante el mes y pico que llevamos de disputa. Y también, el gobierno buscó acorralar al gremio ( y al resto de los sindicatos que están negociando en simultáneo) con la advertencia de que si no se arreglaba en paritarias, el aumento ofrecido no se haría efectivo por decreto como en otras ocasiones. 

“La oferta sigue siendo insuficiente, pero muchos docentes están diciendo que lleguemos hasta acá y después sigamos negociando en septiembre”, fue el análisis que este sábado realizaron puertas adentro del gremio ante lo que se viene.

Si solucionara el frente docente, al gobierno le quedará sin embargo un largo camino por recorrer para cerrar esta actualización temporal de los salarios de los estatales. ATE endureció su postura y directamente rechazó el viernes la propuesta que le bajaron, en un clima de muchísima tensión y escenas inquietantes de violencia que fueron la antesala de 96 horas de paro en la administración pública que afectará también el funcionamiento de los hospitales.



Podía suponerse que en medio de esta lucha, el SUTE y ATE habían reconstituido un frente común que en huelgas de años anteriores los fortaleció. Pero en este conflicto no está quedando esa impresión en definitiva. Salvo sectores radicalizados del sindicato docente que quieren seguir sin más discusión los pasos del gremio que conduce Roberto Macho, el ánimo es votar y que los propios docentes definan.

Ahora: todo este panorama podría hacer creer que el jueves, luego del plenario provincial al que ya convocó el SUTE, se resolverá favorablemente cerrar en esta instancia la paritaria, aceptar el aumento y levantar los paros. Pero no. Jugará y fuerte al momento de la definición, la negativa ratificada públicamente por Suarez a no descontar los días de paro.

Apostó fuertemente el gobierno por ese camino, más allá de que las dudas surgieron cuando la semana pasada la crisis se enfrentaba a un callejón sin salida. La gestión de Suarez le escapa por lo general a la fricción política y el ministro Víctor Ibáñez estuvo tentado a ceder en este punto ante la presión sindical y como forma de sacarse el problema de encima de una vez por todas. De hecho en conflictos similares anteriores, con Ampros por caso, terminó cediendo ante este mismo reclamo.

No solo desde la DGE se opusieron a esta marcha atrás. Sino que para que el gobierno no defeccione, terminó irrumpiendo en la discusión Alfredo Cornejo. El exgobernador bajó al barro del debate provincial con la intención de pelarse con la conducción K del gremio e intentar fortalecer la debilidad política del gobierno en la pelea, pero asimismo con el mensaje hacia adentro de que no se podía bombardear la efectividad del ítem aula que él mismo creó en 2016. Cornejo está convencido de que, si se tocaba el ítem, en un futuro inexorable de inflación alta y de discusión salarial permanente, el gobierno se iba a quedar sin su herramienta principal para disciplinar a los paros que podrían venir.

Quizás el SUTE haya quedado atrapado en esta encerrona. Se jugó a que Ibáñez iba a terminar cediendo y que en esta instancia de la disputa el resultado iba a ser redondo: salir con algo de plata extra en el bolsillo de los docentes y además con la devolución de los días no trabajados. Por eso jugó tan fuerte a parar. Ante lo que parece una negativa cerrada por parte del gobierno, busca ahora minimizar el impacto que los maestros sentirán cuando vayan al cajero en septiembre: los que se sumaron a las huelgas podrían terminar cobrando en promedio entre un 10% y 15% menos.

Ya se sabe que la dirigencia gremial está negociando con supermercados mayoristas la compra, a costa del propio SUTE, de mercadería para repartir bolsones de comida entre los más impactados por los descuentos. Pero también busca canales de negociación con el Ejecutivo para que, al menos, si se aplicara a rajatabla el ítem aula, no se hagan efectivos los descuentos sobre el presentismo y los días no trabajados. ¿Le dará Suarez esa vía de escape a Gustavo Correa y compañía? Parece difícil hoy. Pero existe preocupación oficial por la resolución de la crisis. Saben que se están enfrentando a miles de docentes que están dispuestos a seguir con la lucha, aún a costa de resignar plata.

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