Mauricio Macri, la excusa del relato y como los votos caen hacia los extremos
Últimamente, los principales dirigentes del país consideran que el problema está en los votantes. ¿No será que lo que dicen tiene poca conexión con la realidad? Los últimos dichos de Macri preocupan por el foco que pone en las razones de su fracaso y la falta de "un relato".
Las recientes elecciones en Colombia dejaron nuevamente en claro la descomposición social que provocan gobiernos que no han sabido satisfacer las demandas de su población. Y los extremos, profetizando soluciones rápidas y ansiadas, quedaron solos para disputar un ballotage entre la ultra izquerda y la ultra derecha.
Lo mismo que pasó en Perú y Chile, pronostican algunos que puede pasar en nuestro país, donde los dirigentes siguen pensando que el motivo es su mala comunicación o culpan a la prensa por sus propios fracasos o falta de expectativa, ante una sociedad que padece la decadencia desde hace décadas.
Al parecer, el problema no son los hechos, sino el relato. El kirchnerismo lo permeó como ningún otro, en las demás estructuras políticas, y es ya notorio como, oficialistas y opositores, consideran que el problema está en el discurso y no en los dirigentes.
Ayer, MDZ publicó un artículo en el que se hacía mención a una desafortunada frase del diputado nacional Facundo Manes, que sus hombres de confianza se encargaron de negar. “Jamás el periodismo puede formar parte del problema”, dijeron en su entorno.
Sin embargo, la confusión radica en que en los medios -constituidos en polirrubro y que abarcan, además, otros aspectos de la vida económica y social- y sus auspiciantes, suelen incidir en su línea editorial.
Juan Domingo Perón supo reconocer las fortalezas y debilidades del sistema cuando no había más que un puñado de medios gráficos y un solo canal de televisión y la radio “independiente” era Radio Colonia de Uruguay. “Con todos los medios en contra, ganamos. Cuando los compramos a todos, perdimos”, había manifestado.
Sin embargo, la política no aprende y los votantes, tampoco. Días atrás, se habló de la desafortunada frase del expresidente de la Nación Mauricio Macri, quien expresó que “ahora el cambio lo vamos a encarar en serio”, dicho en su entrevista con Joaquín Morales Solá en TN. Fue un escándalo.
Osé de preguntar por redes social: si ahora viene en serio, antes cómo lo hizo, ¿en joda? Un alud de seguidores macristas se envenó y por momentos me sentí Diego Brancatelli.
Ahora de nuevo. Mauricio Macri deslizó que su problema lejos estuvo de ser político, de desconocer el motivo de la llegada de Cambiemos al poder y del cerrarse en ciertas creencias extremas. Mauricio Macri cree que le faltó relato.
En una entrevista con José Del Río, el expresidente lamentó “no haber tenido una narrativa mejor, y eso lo digo como autocrítica. Porque era tan obvio que volver atrás iba a ser este desastre”, indicó.
El expresidente, que un día quiere y otro no tener un "segundo tiempo", explicó que “la inflación en agosto del 2019 iba para el 1,2 o 1,3%; no teníamos más déficit, la infraestructura avanzaba, estábamos adjudicando este gasoducto, abriendo las ofertas para adjudicar, abastecernos y exportar. Y ahora todo eso volvió para atrás: déficit, inflación desbocada, falta de autoabastecimiento. ¿Cómo no haber encontrado las palabras para que todos entendiésemos? Más allá de los pozos que nos comimos, faltaron palabras para explicar que el camino que llevábamos era el correcto. Ahora hay que retomarlo”.
El problema no fue el relato, fueron los hechos. La falta de una visión de mediano plazo, el cercenar el diálogo con la oposición que le proponía generar acuerdos más duraderos con dirigentes que, inclusive, se habían ido del kirchnerismo.
No sólo Sergio Massa lo ayudó en su momento. El propio Miguel Ángel Pichetto quería generar un gran acuerdo general sobre diez puntos básicos y para esto tenía el acompañamiento de la mayoría de los gobernadores y la mitad de las bancadas del Senado y de Diputados detrás. Pichetto llegó a Cambiemos cuando todo estaba perdido.
Macri desconfiaba de este acuerdo, elegía la mirada sectaria y “pura” de Durán Barba y Marcos Peña, que a los “rosqueros” Emilio Monzó y Rogelio Frigerio. Creyó que ganó solo y que no era representante de algo mucho más amplio que Cambiemos.
Hasta tuvo suerte de que la vicepresidenta actual adoptara dos decisiones malísimas, como suele hacer, con la designación de un candidato desgastado como Aníbal Fernández, a quien acompañaba un excomunista alejado del peronismo como Martín Sabbatella en una tierra habitualmente peronista, la provincia de Buenos Aires.
Macri tampoco consideró que haya sido pésima propuesta que Daniel Scioli sea acompañado por Carlos Zanini, un ultra K en la fórmula presidencial. Una concatenación de errores oficialistas hizo que el exalcalde porteño llegara al poder.
Y cuando fue al FMI, porque se había terminado el acompañamiento del mundo por situaciones internacionales, lo hizo sólo. No buscó un aliado. Le avisó a los radicales y a Elisa Carrió casi cuando Luis Caputo, el “Messi de las finanzas” ya estaba aterrizando en Nueva York para pedirle al fondo que lo ayudara con el crédito más grande que jamás dio el organismo.
Un viejo amigo siempre decía que “si vas a robar un banco, no podes ir solo. Necesitás, por lo menos, cuatro personas más. El tesorero del banco, el guardián del banco, el jefe de calle y el chofer, quien te ayudará a huir”. La poca “calle” de Macri le hizo perder este invalorable consejo.
Ahora dice que le falta un relato y que los cambios deben ser en serio. Sería importante, por lo menos, que racionalice las razones que lo llevaron al poder, entre las cuales se deben contar su exitosísima gestión porteña, que “no se inunda más” de verdad y su presidencia boquense. Lo que tocó fue un éxito. Tanto que vació de votos al radicalismo urbano, que era un partido en extinción.
El periodismo y el relato, como manera de no resolver los problemas solo facilita el trabajo de encuestadores, consultores y analistas que forman candidatos pero anulan a los dirigentes.

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