El modelo que buscan replicar

El agua, el gran desafío para lo que resta de la gestión de Suarez

Cómo captar la experiencia de Israel, modelo que el gobernador vio con sus propios ojos la semana pasada. Lo primeros contactos se producirán en estos días, aunque el camino a recorrer será largo. El modelo israelí que hoy resulta exitoso, comenzó como política de Estado hace más de cuarenta años.

Marcelo Arce
Marcelo Arce lunes, 2 de mayo de 2022 · 08:47 hs
El agua, el gran desafío para lo que resta de la gestión de Suarez

Quienes están tomando como modelo de gestión del agua a Israel, deberían leer un libro. Se llama precisamente "El Agua, La solución de Israel para todo el mundo" y fue escrito por Seth Siegel, un abogado, activista y escritor norteamericano que describió como ninguno el fenómeno israelí en esta materia que dejó embelesado a Rodolfo Suarez y al resto de los integrantes de la comitiva, quienes observaron con ojos incrédulos la forma en que ese país extiende sus zonas de cultivo, entre otros beneficios, reciclando aguas servidas.

Siegel es asesor de Start-Up Nation Central, una organización israelí que conecta gobiernos, ONG y líderes del sector privado. Es además miembro del Council on Foreign Relations y su obra fue traducida a 15 idiomas. Estuvo varias veces en el país y explica un concepto clave en su obra: el mundo se encamina hacia una crisis global del agua y el modelo a seguir debe ser el de Israel.

En ese país estuvo de gira Rodolfo Suarez la semana pasada invitado por el gobierno nacional y para, junto a otros gobernadores del país, observar la forma en que ese pequeño estado del Oriente próximo se convirtió en pocos años en modelo de gestión en la materia. Algo de eso le quedó al gobernador mendocino que sabe (y en cierta medida lo expresó este domingo en su mensaje ante la Asamblea Legislativa) que este tema se convirtió a esta altura en el más importante de lo que le queda de gestión si quiere dejar algún legado.  Y este miércoles dará un pasito en ese sentido. El gobernador tiene prevista una reunión vía zoom con el CEO de la empresa estatal Mekorot, que es el ente que maneja de manera centralizada todas las políticas del agua en Israel.

Mekorot es tan importante para el país que fue fundada en 1937, once años antes que el Estado de Israel. Fue precisamente luego de la visita a la planta de filtrado de esta empresa pública, donde Eduardo "Wado" de Pedro lanzó al aire la idea de que el gobierno estaba detrás de un proyecto para centralizar la gestión del agua en la Argentina tomando como modelo a los israelíes. “La idea es generar una mesa de gobernadores para pensar sobre el proyecto, que se hagan modificaciones y presentarlo como una ley acuerdo. Es una iniciativa federal”, especificó luego en una charla con los periodistas que seguían la gira.

Suarez no estaba en el momento en que De Pedro hacía el anuncio, pero cuando la cuestión ya había tomado vuelo fue abordado por la prensa y no estaba al tanto de nada. Una horas después, el gobernador le preguntó al ministro del Interior los alcances de su anuncio y obtuvo como respuesta algunas aclaraciones que sonaron a marcha atrás. De Pedro le dijo que no había ningún proyecto y que, en realidad, a lo que se refería era a la iniciativa de armar algún tipo de programa de colaboración entre la Nación y las provincias para mejorar el manejo del agua en el país.

El ministro había caído en la cuenta rápidamente de la imposibilidad de aplicar el plan que había presentado, quizás no solo cuando le advirtieron que existían trabas constitucionales para llevarlo a cabo. Sino porque seguramente terminó dimensionando el problema: Mekorot maneja el agua en un territorio de 24.000 kilómetros cuadrados, todo Israel, que equivale aquí solo al tamaño de la provincia de Tucumán.

Pero había una expectativa más importante en ese viaje a Israel. Era la oportunidad, sin dudas, para que gobernador y ministro hablen sobre el futuro de Portezuelo del Viento, que espera por una definición de Alberto Fernández. Poco y nada se trató el tema durante la gira. No hay que buscarle muchas explicaciones a esa escasez de definiciones sobre el tema: en medio de la crisis interna del Frente de Todos, De Pedro casi no habla con el Presidente y, mucho menos en este contexto, podía llegar a estar al tanto de un detalle de gestión como este.



Aquí es donde entra el desafío mayor para la administración provincial que ya sabe que tendrá poca chance de llevar adelante la construcción del dique en el Sur. Entonces; ¿Qué hacer con los U$S 1.000 millones que quedarán disponibles de financiamiento y que serán destinados en su totalidad a obras que tengan que ver con el agua? Poco dijo Suarez sobre este asunto estratégico en su mensaje del domingo ante la Asamblea Legislativa. O sí, algo mencionó. “Desde el primer momento en que me ha tocado conducir el Estado, he considerado vital trabajar para fortalecer una cultura respetuosa que considere que el agua es el recurso más importante… Un proceso en el que, si bien hemos dado algunos pasos, por su envergadura total sólo sería posible abordar de raíz”. Existieron algunos anticipos oficiales que mencionaron la alternativa de que esos recursos no serán aplicados a obras comunes, sino a proyectos vinculados con el agua y que apunten al desarrollo estratégico. Carlos Abihaggle, extitular de Irrigación, alertó sobre la forma en que Mendoza enfrentará lo que será la venta “de las últimas joyas de la abuela”. Una imagen que expresa claramente que la provincia está ante una de sus últimas chances de tener recurso de envergadura para proyectos de transformación real.

Si bien las crisis hídricas son recurrentes y año a año se vienen acumulando períodos de emergencia, agua no nos falta y no nos faltará. Basta ver el dique Potrerillos para comprobar que (según estimaciones) se acumulan allí “aguas crudas” como para abastecer a otra Mendoza si hiciera falta. Pero está claro que con los altísimos niveles de consumo, más los niveles de ineficiencia y si se cumplen las predicciones de cómo afectará el cambio climático el problema grave llegará indefectiblemente. ¿En cuanto tiempo? Nadie puede estipularlo. Pero lo que sí todos coinciden es que estamos a tiempo todavía de evitarlo.

La falta de inversiones tuvo su impacto. Aunque aquí el efecto se sintió más en Aysam que en Irrigación. Si bien de los 12.000 kilómetros de canales que integran el sistema de riego de la provincia solo están impermeabilizados unos 1.800 kilómetros aproximadamente, en los últimos 40 años las inversiones en Irrigación permitieron, ante un escenario de disminución de agua, al menos mantener el status quo. Y allí es donde está el nudo: si bien reservas de agua tenemos, la situación es crítica en cuanto a la producción de agua potable.

Y aquí es dónde entra ahora el modelo israelí que se busca aplicar. Pero un repaso por el libro de Siegel puede resultar duro. En poco más de diez años, a principios del siglo XXI, Israel pasó de la escasez de agua y el miedo a la sequía a la abundancia del recurso y, como fenómeno notable, a manejarse con independencia de los fenómenos climáticos. Siegel resume ese trabajo de esta forma: “Este cambio drástico fue posible gracias a los anteriores 70 años, periodo en el cual un plantel de ingenieros, científicos y políticos brillantes desarrolló la experiencia de la tecnología y la estructura hídrica del país. Entre estos líderes y visionarios, desarrollaron una filosofía pragmática respecto del agua que sirvió de directriz para aquellos que los sucederían”.

Israel es hoy el país de avanzada a nivel mundial y maneja el recurso del agua de una forma que, visto a la distancia, está a años luz de lo que debería ser Mendoza. En ese país se purifica agua natural de los acuíferos y de los pozos, se desaliniza el agua de mar, se desarrolla la agricultura de tal manera, que hasta se plantan semillas que prosperan en agua salada y se tratan casi todas las aguas residuales hasta lograr un alto nivel de pureza.

Lejos, pero muy lejos de lo que sucede aquí, desde hace décadas se desalienta el uso de consumo de agua dulce para jardines y se siembran nubes, no para combatir el granizo, sino para aumentar las lluvias. Y un elemento central: se arregla la infraestructura antes de que empiecen las pérdidas y cuando los caños ya están rotos, se los arregla de inmediato. En Mendoza el 50% de la red de aguas y cloacas tiene una antigüedad que requiere su renovación. Una parte de ese 50% está instalada hace un siglo aproximadamente y es de hierro y la otra, mayoritaria, de cemento y asbesto, data de alrededor de 65 años en servicio. Las demoras en reparar las pérdida, tardan días en la mayoría de los casos.

¿Cómo llegaron los israelíes a este punto? La obra de Siegel da los elementos clave. Por un lado ellos creen que la propiedad y la gestión pública del agua genera los mejores resultados para todos, inclusive en un país dinámico y de libre mercado como tienen. “En definitiva, el agua le pertenece a la Nación”, describe el autor.

Y aporta dos elementos vitales a los que Mendoza apela recurrentemente sin decisión y, en consecuencia, sin éxito. Por un lado, el agua en Israel es cara. En Israel aquellos que utilizan el agua cubren el costo total sin un centavo de subsidio del gobierno. Una anécdota redactada en el libro pinta la situación: “Israel subsidió el precio del agua por muchos años. Recientemente dejó de hacerlo y adoptó la fijación del precio según el costo real manteniendo, sin embargo, valores más bajos para quienes utilizan menos... Cuándo los funcionarios israelíes aplican el sistema de fijación de precios para el agua con frecuencia lo comparan con la luz del sol, algo que se considera propiamente gratuito e inagotable. Sin embargo la determinación del precio del agua según el costo real ayuda a transformarla, de un bien gratuito que puede usarse de manera irrestricta, a un producto básico con límites”. El propio gobernador reconoció en su mensaje del domingo, la demora histórica del estado provincial en avanzar definitivamente con cobrar por el agua que efectivamente se usa. Habló de la adjudicación para comprar 20.000 medidores, pero admitió que en la actualidad solo se controla al 10% de los usuarios del Gran Mendoza.



En Israel, el agua es controlada por entes reguladores en donde los políticos no tienen injerencia. De esta forma “para evitar el tratamiento preferencial de los grupos especiales de interés, de los amigos de los funcionarios electos y sostener la inversión en infraestructura, tecnología e innovación, el país decidió mantener a la política y los políticos fuera de la toma de decisiones respecto al agua”.

Gran desafío para la actual gestión. El avance tecnológico israelí que más entusiasmó a la delegación argentina fue aquél por el cuál lograron convertir las aguas residuales en agua para ampliar la zonas irrigables y desarrollar la agricultura. Pero con una particularidad. En Israel esas zonas ganadas al desierto son destinadas para el establecimiento de colonias y no son parte de un proyecto de desarrollo inmobiliario que beneficia a los privados. Mendoza ya tiene plantas en funcionamiento para el tratado de efluentes y en algunas de ellas ya surgieron denuncias de que, dueños de terrenos, están desviando el agua que se recicla en beneficio propio.

Existe otro elemento crucial en el cual la provincia viene fracasando sin remedio. El agua en Israel sirvió para unificar al país y además se creó una cultura de respeto hacia su importancia que se mantiene a lo largo de los años. “En todo Israel existen carteles que le recuerdan a los consumidores su deber de conservar el agua. El papel de cada ciudadano en el ahorro comienza a enseñarse desde los primeros años de la escuela y el principio se arraiga. El público puede estar disconforme con las restricciones y de los reductores de caudal en las duchas, pero entienden el motivo por el cual son necesarios… Un efecto positivo de la cultura israelí respecto del agua, es que crea una asociación entre el gobierno y los gobernados y cuando azotan sequías periódicas el público entiende lo que se que se espera de ellos”.

Y cierra este del análisis con una frase que ojalá en algún momento nos abarque. “El agua también sirve para unificar de otra manera. Es una fuente de orgullo para los israelíes que su país haya superado todo tipo de impedimento para contar con el sistema hídrico más sofisticado de su región. Una infraestructura por lo menos equivalente a la de los más pudientes del mundo y la mayoría de los cuales se asientan en regiones ricas en agua. En la mayor parte del mundo el agua es una fuente de desunión, Israel encontró una forma de utilizarla como fuente de creación nacional”.

Suarez apeló a cierta mística ante la Asamblea para plantear el momento crucial que se vive luego de reconocer, en buena medida. el fracaso de los que se quiso cambiar hasta acá. “No pudo ser. No obstante, espero que la conciencia de nuestra finitud y los fanatismos absurdos no nos impiden pensar, planificar y ejecutar las obras para beneficio de generaciones venideras. Lo digo sosteniendo la convicción de que somos tan sólo un espacio tiempo que no nos pertenece en forma exclusiva, sino también les pertenece a las generaciones futuras”. O en términos mucho más pragmáticos, que Israel tomó como advertencia hace décadas y se puso a trabajar. Con el agua, como en otros muchos temas más, pero fundamentalmente con el agua, Mendoza debe adelantarse a los problemas antes de que estos se transformen en una crisis ya imposible de superar.

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