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Cuestión de azar: un país roto gobernado por inoperantes de caras largas

Nadie sabe ni supo qué hacer con el operativo. Sergio Berni, siempre serio y fracasando en sus intentos. La Ciudad es un caos indómito y no saben qué hacer con los desmanes. Gente desnuda festejando en las avenidas.

Pedro Paulin
Pedro Paulin martes, 20 de diciembre de 2022 · 17:39 hs
Cuestión de azar: un país roto gobernado por inoperantes de caras largas
Foto: Télam

Los gobiernos dicen que mucho no pueden hacer, que esperan que no pase nada. "Dos millones de tipos haciendo cagadas, qué podemos hacer nosotros", explican con sesudos argumentos desde la política, de forma transversal, sin saber qué hacer con un país violentado y ebrio que sale a las calles a soltar la alegría, el desahogo y la brutal virulencia con lo que se vive todo en este país. Sea un parto, un partido de fútbol, un juicio por corrupción, todo es con banderas, aplausos, amenazas de muertes y muertos. Siempre igual, cada vez peor.

Nadie sabe, los que viven de esto tampoco, cómo organizar un operativo de festejos sin que haya muertos o disturbios. Sergio Berni sostiene coherencia, también fracasa pero con cara enojada en un ingreso, como si una cara larga fuera más que suficiente. Desde que llegó una hora antes del departamento de Alberto Nisman que la madre del fiscal muerto no se lo veía tan serio.

Un hombre con una tobillera electrónica por haber estado preso o denunciado por violencia corre tomando vino en una botella de plástico por la avenida más ancha del mucho, se cruza con una mujer en culo trotando mientras una abuela se levanta la remera para demostrar que la inercia existe y el paso del tiempo es inexorable. Un nene a upa mira cómo un hombre se cuelga de un semáforo para soltarse y desaparecer de repente aterrizando de cabeza en el asfalto, mientras otro termina de empuñar una faca y corre a otro enfurecido, un simple desencuentro que derivó en un duelo a muerte.

Argentina festeja el mundial y hace bien, se olvida del marginal, violento y profundamente antipopular país que somos desde que los energúmenos y delincuentes son los que tienen derecho a hacer lo que quieran, cuando les parezca, y si les parece, en culo delante de tus hijos. 

Una chica alegre y natural como Luciana Salazar exhibe sus tetas/trofeo desde la camioneta, mientras una manada de adolescentes convertidos en un volcán, confirmando la anómala situación de ver una teta, aplauden y se tiran desde la ventanilla de un auto. A metros una 4x4 nueva arranca y algunos de los intelectuales que van en la caja, no menos de diez, caen como palos de bowling haciendo una chuza humana y rompiendo parte de la camioneta, con lo que cuesta conseguir repuestos.

El auto que va atrás aplaude, los que se caen se ríen con la cara embebida en vino, los que ven a la abuela en tetas aplaudiendo le piden una selfie y la policía corre porque un loco con una espada emula a San Martín en la batalla de Chacabuco, defendiendo las tropas invisibles en este caso, pero con el triunfo asegurado frente a la siempre eficiente policía bonarense que huye dejando atrás su waterloo matancero. Soldado que huye.... quién te dice.

El presidente no sabe bien qué ofrecer, se sabe que les dijo que vayan al balcón de la Rosada, a lo que Rodrigo de Paul contestó: "Vamos si traen a Perón, sino no", afirmó el amigo de Messi. Así el país empezó a paladear un nuevo muerto en los festejos, pero mientras miramos desde la ruta, volvemos para comprobar que unos treinta autos fueron adaptados para volver a casa como os picapiedras, ya no tenemos ruedas, pero las ganas de festejar están intactas y en Warnes las cubiertas salen de abajo de las baldosas. 

Otro día en Argentina, con robos, muertes y una clase dirigente que a lo sumo, se podrá preguntar mañana a la mañana si no tuvieron suerte de no tener cien muertos por los festejos de un torneo de fútbol.

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