Historias Ejemplares

El alfajor, producto emblema de la provincia de Buenos Aires

En un recorrido gastronómico buscamos cuál es el mejor alfajor de nuestra querida provincia de Buenos Aires, un desafío más que difícil por la calidad y diversidad en su producción. Cada pueblo tiene su tentadora propuesta.  

Diego Valenzuela
Diego Valenzuela sábado, 17 de diciembre de 2022 · 10:29 hs
El alfajor, producto emblema de la provincia de Buenos Aires

En la Argentina se consumen cerca de trece millones de alfajores por día y junto a los panchos son la principal colación de cualquier persona que está trabajando o desarrollando alguna actividad cotidiana. En la provincia de Buenos Aires hay una maravillosa diversidad de alfajores: industriales y artesanales, caseros o regionales.  

Por esta razón, salimos en busca del mejor y les confieso que es extremadamente difícil elegir uno. Entre ellos nos encontramos con el Catriel, que homenajea a un famoso cacique de Olavarría de nombre Cipriano quien mantuvo buenas relaciones con los criollos argentinos y colaboró con el Ejército Argentino en la campaña de la las fronteras en la provincia de Buenos Aires. Cobertura de chocolate blanco y dulce de leche adentro el alfajor Catriel de Olavarría se destaca. 

En Azul encontramos uno pequeño pero potente, con un sabor muy especial y que lleva el nombre de la ciudad cervantina (y de paso, donde nació mi abuelo Héctor). Potente el chiquitín, al igual que otro destacado como el Incontro, sinceramente riquísimo y que apunta a la calidad con un producto premium. 

Otro gran candidato es el Guolis de la serrana Balcarce por su variedad de sabores que supo llegar ni más ni menos que a Mar del Plata y diversas ciudades aledañas. Ofrece alfajores de dulce de leche, coco, frambuesa, vainilla y distintas exquisitas combinaciones. Esta empresa nació como una pastelería artesanal en un garage de autos hacia finales de los años noventa y hoy día hace su relleno de dulce de leche con un centro de mermelada siendo el único alfajor con corazón.

En Chascomús, en el histórico y clásico parador Atalaya fundado en 1942, cita obligada de descanso y punto de encuentro de generaciones, descubrimos que no solo sus medialunas son espectaculares, sino que también fabrican alfajores y conitos de dulce de leche. Es increíble el producto que ofrecen de chocolate y frutos del bosque. Sinceramente se arrima al podio de los mejores.  Lo mismo sucede con el Cla Lafquen, de 9 de Julio, que se distingue por su elaboración artesanal y por una cantidad de relleno impresionante sumado a algunas sorpresas en su interior. 

Otro gran candidato es sin dudas el Capitán del Espacio, un ícono que viene del sur, del conurbano, puntualmente de Quilmes. Empresa nacida en 1962 – por lo que este año ha cumplido sus seis décadas- fue iniciada por Arturo y Ángel y ha adquirido una fama que no tiene parangón debido a que es suave, tierno y chocolatoso. Aún no sabemos por qué su fundador nunca quiso hacer publicidad, pero sí que su creación se volvió un objeto de culto entre sus fanáticos al punto tal de que el ahora streamer Sergio ‘Kun' Agüero comentó: "De chiquito me mataba jugando a la pelota por un Capitán del Espacio". Otro del conurbano que destaca es el famoso Cachafaz, que nació de maicena y evolucionó a chocolate y mousse, entre otros. Nota de color, la empresa apostó por el alfajor premium para kioscos y estaciones de servicio y tampoco hace publicidad: apuesta fuerte al boca a boca. 

En Tandil, en la estación del pueblo, me topé con Estaful, unos alfajores originales sobre todo por su dimensión cuadrada y sus cuatro sabores: vainilla con chocolate blanco, café con pasas, limón y chocolate con nuez. Probé el de chocolate con nuez y me pareció verdaderamente excelente. Hace ya diez años que un grupo de vecinas de Fulton, que se encuentra a casi cuarenta kilómetros de Tandil, pusieron en marcha la fábrica de alfajores que funciona en una remodelada sala de la vieja estación de trenes. Según me contaron, el emprendimiento surgió a partir de un curso de pastelería que cuando terminó algunos de sus asistentes decidieron apostar por una actividad que les permitiera quedarse en el pueblo. Y vaya si lo han logrado. 

Desde allí hicimos ciento setenta kilómetros y fuimos a Mar del Plata, una ciudad también conocida por sus muchos y muy buenos alfajores donde probé el enorme Malfatti -que significa mal hecho-, una empresa familiar nacida en el puerto que desde 2017 ofrece el doble en tamaño que cualquier otro. Todos sus condimentos son elaborados artesanalmente, libres de aditivos y conservantes. 

Después de este riquísimo recorrido (que no es exhaustivo y deja afuera a muchos) no puedo quedarme exclusivamente con ninguno de todos ellos, pero sí afirmar que los vecinos de cada pueblo están siempre dispuestos a generar empleo y producción de calidad esta vez a través de un argentinísimo producto como es nuestro alfajor.

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