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El moderado que se vio obligado a patear el tablero en su movida más audaz

Rodríguez Larreta debió tomar un camino de confrontación que nunca se hubiera imaginado. Para alguien metódico y tiempista resulta casi una herejía. Sacar los pies del plato. Ahora el problema lo tiene Alberto Fernández. En la Casa Rosada lo subestimaron y nunca esperaron ese contragolpe.

Beto Valdez
Beto Valdez lunes, 19 de abril de 2021 · 06:52 hs
El moderado que se vio obligado a patear el tablero en su movida más audaz
Horacio Rodríguez Larreta Foto: Telam

La apuesta más fuerte de Horacio Rodríguez Larreta desde que se inició en la política allá en 2002 cuando se creó Compromiso para el Cambio. Desde sus inicios en el Grupo Sophia hasta llegar a ser jefe de gobierno porteño siempre fue un tiempista, controlaba sus movimientos como buen maratonista que es, pero esta vez la coyuntura lo obligó a patear el tablero.

Amante del diálogo, los consensos y la rosca política, nunca dejó de hablar con nadie en el mundo político. Detesta la confrontación. Hasta se lo nota incómodo asumiendo un rol que nunca se hubiera imaginado. Es el jefe de gobierno porteño que más se animó a desafiar a un Poder Ejecutivo Nacional en manos del peronismo. “No le quedó otra, la presión de los Whatsapp de mamis y el enorme enfado de nuestra base electoral reclamaba una medida tan audaz”, dicen en su entorno.

Habría que agregarle el empuje y lobby de los “halcones” de Juntos por el Cambio. Mauricio Macri y Patricia Bullrich reclamaban que tomara esta decisión por más que sea flojita de papeles en términos jurídicos. Se sabe que para desoír a un DNU hay que recurrir a la justicia federal y sobre todo a la Corte Suprema, pero este tribunal no maneja los tiempos de la política y no le servía a Rodríguez Larreta para hacer lo que reclaman desde adentro y afuera de JxC. La tozudez de Alberto lo llevó a tomar un camino que no le resulta familiar: romper definidamente con la Casa Rosada y con Axel Kicillof. Y obviamente atender a las consecuencias políticas de su movida más audaz.  

En su mesa chica saben muy bien que está jugada fuerte no va a ser gratuita. Pero como dicen el dicho: “obligado, pelea hasta el que no quiere. Si desde el arranque del gobierno de Juntos por el Cambio era el blanco de Cristina Fernández de Kirchner y de Máximo, ahora ya paso a la lista de enemigo número uno. Van a ir por el y su gestión como acostumbra hacer el kirchnerismo. Pero no le quedaba otra, si no pateaba el tablero iba a quedar devaluado frente a los votantes duros de JxC, dándolo más espacio a Bullrich.

También conviene tener en cuenta que hizo lo que no esperaba la Casa Rosada. Le paso el problema a Fernández. Ahora la pelota la tiene un oficialismo golpeado que no tiene demasiadas  herramientas como para replicar el desafío larretista. No hay antecedentes de una jurisdicción desoyendo un decreto del gobierno central. No cabe duda que ahora el problema lo tiene Alberto. ¿Cómo van a responder frente a semejante mojada de oreja? No hay consenso, ni espaldas políticas del presidente como para contrarrestar la desautorización a su autoridad, que tampoco es respetada por los gobernadores del PJ. 

Obliga al gobierno nacional a jugar en el terreno judicial porque no puede hacer otra cosa. Los kirchneristas más fanaticos sueñan con una intervención federal o reprimir a los porteños desobedientes con al fuerzas de seguridad federales. Ninguno de esos delirios están disponibles. Por eso desde el kirchnerismo más duro expresaban al término de la conferencia de prensa de Larreta: “CABA tendrá que hacerse cargo si esto se desmadra o cuando muera el primer adolescente”. Señal que la trompada del mandatario porteño entró de lleno. Esto recién comienza. Con final incierto. 

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