La batalla de los "ex"

La Argentina de "Ella" y "Él" hizo lo suyo durante el 24 de marzo

En las últimas horas, las reapariciones públicas de Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri, muestran la centralidad política de ambos. La vicepresidente habló como presidenta y Macri como jefe de parte de la oposición a la que oxigenó al sostener que este año no será candidato.

Paulino Rodrigues
Paulino Rodrigues miércoles, 24 de marzo de 2021 · 22:37 hs
La Argentina de "Ella" y "Él" hizo lo suyo durante el 24 de marzo
Foto: MDZ.

El país sumergido en discusiones estériles y grietas infinitas tuvo en las últimas 24 horas las reapariciones de sus máximas expresiones: Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri. La vicepresidenta habló envestida del rol de presidenta que ya la mayoría le adjudica. Macri en el de jefe de la oposición más férrea -no toda- al gobierno, que al apartarse de la competencia de este año, procura convertirse en armador de la elección para tener alguna chance en 2023.

En cualquiera de los casos fue un "deja vu". Ella con su carácter y dialéctica intacta, con alocuciones largas y llenas de inconsistencias y miradas refractarias y parciales y él haciéndole el juego con críticas al gobierno "conducido por Cristina" al que "ni la soja récord les alcanza" para gestionar.

Repitió que "el Kirchnerismo tiene secuestrado al peronismo" como había dicho Miguel Angel Pichetto y sostuvo que "Argentina está sin conducción y sin rumbo", además de afirmar que "Cristina no está en la realidad". Sin embargo, pidió disculpas porque ella volvió, pero no por sus desaciertos que llevaron a su regreso. Las disculpas deberían focalizarse en la frustración generada tras la ilusión del cambio y los desacoples entre promesas y realidad. Durante 3 años de su gobierno la economía cayó, se retiró del poder con una inflación en 53%; niveles de pobrezas similares a los que asumió y un tipo de cambio que cuadruplicaba al que encontró en diciembre de 2015. 

Por su parte Ella, volvió a mostrar añoranza por los años de gobierno de Néstor y los suyos. Volvió con la impronta refundacional característica, habló del pasado, culpó por los males a los otros y justificó que Argentina "no tiene plata para pagar la deuda" y que eso era por "el endeudamiento de Macri con el FMI". En ese punto gatilló los acercamientos de Martín Guzmán con el FMI y el Tesoro norteamericano después de endilgarles corresponsabilidad en casi todos nuestros males.

Recordó un artículo de Clarin (aunque parezca mentira) sobre los archivos desclasificados que hablan que el gobierno estadounidense sabía del golpe del `76 y que no lo evitó; les recordó que apoyaron a Gran Bretaña en el conflicto por las Islas Malvinas y luego habló del apoyo de Donald Trump al propio Macri para que el FMI le conceda "el mayor préstamo de su historia". En ese sentido fue más lejos y pidió que en el organismo reflexiones y nos concedan más plazos, nos reduzcan intereses y "tengan algún gesto".       

Cristina fue auténtica. Estaba como en los viejos tiempos. Hasta la despidieron tratándola de "Presidenta". El auditorio montado al aire libre en las afueras del Espacio de la Memoria que inauguró en Las Flores, era una réplica perfecta de sus actos pasados. Muchos en primera fila escuchando y aplaudiendo y ella hablando y conduciendo los próximos pasos del poder. Ese que detenta y tiene. Aunque con límites, porque dejó un gestor en la Casa Rosada que no funciona como quisiera y porque los tiempos de los apremios judiciales la perturban lo suficiente como para distraerla de la titánica tarea por delante. 

Algunas perlitas finales dejaron los dos. Por un lado Cristina quiso limpiar a Montoneros cuando dijo que hicieron mucho por el regreso de Perón y luego Mauricio cuando dijo que no creía en las prisiones preventivas, tal vez augurando -aunque lo niegue- la posibilidad de atravesar algún conflicto judicial que lo pueda depositar en esa situación. 

Igualmente, todo sucede en el país de Ella y Él. En el país de la grieta y del conflicto permanente que ahora encuentra en la "faz agonal" de la política un sustento adicional de entretenimiento aunque no de respuestas a ninguno de nuestros problemas.  

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