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¿Por qué la re-reelección de los intendentes es un problema?

El problema con la re-re no solamente es moral, sino político. Y es uno de los factores que provocan la inviabilidad de la Provincia.
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*Augusto Salvatto es politólogo, magíster en estudios latinoamericanos por la Universidad de Salamanca y director de Consultora Panorama

Con una celeridad llamativa, los miembros de la Honorable Legislatura de la Provincia de Buenos Aires decidieron conformar el Frente de Todos Juntos por el Cambio de la Ley N°14.836, que a su vez modifica el artículo 3 de la Ley Orgánica de Municipalidades sancionada en 1958 mientras gobernaba como interventor designado por la Dictadura Militar de entonces, el General de Brigada Emilio Augusto Bonnecarrére.

Todo esto para decir que se modificó la norma que impedía la re-reelección de intendentes y concejales. Nobleza obliga: no es que ahora haya vía libre para la re-re. Los que votaron a favor del proyecto hacen referencia a la mala reglamentación de la norma que permitía atajos  -del latín: trampita- como las que hicieron Martín Insaurralde o Jorge Macri, por mencionar lo dos lados de la grieta. Pero de yapa, patearon el problema para adelante y los intendentes que asumieron en 2019 –o en 1995, como es el caso de Alberto Descalzo, por ejemplo– pueden presentarse otra vez en 2023. Ya en 2024 vemos. Falta tanto…

Fuente: Consultora Panorama

Descalzo, de Ituzaingó, no es el único que lleva 26 años en el cargo. Le compite Alejandro Granados de Ezeiza, y ahí nomás pisándole los talones está el Rey de los Barones del Conurbano: Gustavo Posse, que asumió en San Isidro en 1999. Piensen que cuando Posse asumió en San Isidro todavía no habían nacido L-Gante ni María Becerra. Messi no había llegado a Barcelona y no existían los smartphones. Pero el mote monárquico no es arbitrario. Gustavo recibió el derecho divino de papá Melchor, que gobernaba desde 1983, e incluso antes tuvo un periodo del 58 al 62.

En un informe que elaboramos en la Consultora Panorama, observamos que el 40% de los actuales intendentes del conurbano bonaerense ocupa su cargo hace más de ocho años, con un tiempo promedio de 8.37.

Fuente: Consultora Panorama

Pero… ¿cuál es el problema?

En Argentina nada es obvio. La pregunta es procedente, porque va al corazón de la democracia liberal que, se supone, tenemos en nuestro país. El liberalismo político, que no siempre estuvo necesariamente atado a la idea de democracia, surgió con un objetivo puntual: limitar el poder político y garantizar libertades a los ciudadanos. La ecuación es simple: cuanto más poder tiene el que tiene poder, menos libertad tenemos los ciudadanos.

La posibilidad real de alternancia es la esencia de la democracia liberal. Y no, no corresponde la comparación con Ángela Merkel que estuvo 16 años en el poder en Alemania, porque los regímenes parlamentarios no son comparables con los presidencialistas.

Un segundo problema tiene que ver con el sistema electoral. Los números observados nos dicen que el sistema tiende a premiar a los ejecutivos locales. No solo por los deficientes mecanismos de financiamiento de los partidos y la militancia, sino también porque la utilización de recursos públicos para la campaña siempre esta a la orden del día. Y si no, pregúntenle a los intendentes del conurbano si no sienten que fueron cruciales para la remontada del gobierno de las PASO a las generales en la última elección.

El municipio –cuánto más grande sea, mejor– es aquel lugar sobre el cuál los dirigentes políticos construyen y proyectan poder. El territorio es poder. Un dirigente sin territorio puede pasar muy rápidamente a la intrascendencia política. Y una vez que una silla se desocupa, no tarda en volver a ocuparse.

El tercer problema es una cuestión de carrera política. ¿Cuál es el siguiente paso en la carrera política de un intendente? Tomemos solo el conurbano. En ningún otro lugar, y probablemente ni siquiera en la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, podrían tener tanto poder como tienen en su municipio. Y en el caso de que quisieran ser gobernador, sólo 1 de los 32 –tomando solo el conurbano– podría serlo. Difícil poner de acuerdo a los otros 31. Por eso, y ante la duda, mejor traer a alguien que venga de otro lado, como Carlos Ruckauff, Daniel Scioli, Axel Kicilloff o María Eugenia Vidal.

Quizás si los intendentes no tuvieran la posibilidad de re reelegirse, sería una buena oportunidad para que la Provincia deje de estar gobernada por saltadores profesionales de garrocha.