La trastienda de los saqueos en Mendoza que anticiparon la crisis más grave desde el retorno de la democracia
Hace 20 años comenzaban los saqueos en Mendoza y sería una mecha con pólvora que recorrió el país. Pobreza, agite político y negociaciones.
Había pasado el séptimo paro general y el clima político estaba enrarecido. Algunos informes de inteligencia interna hablaban de riesgos de disturbios. Y una palabra que desde Casa de Gobierno buscaban evitar rondaba: saqueos. La carga política que tiene generaba escozor. Pero ocurrió. La tarde del 13 de diciembre de 2001 una advertencia de la policía llegó rápidamente a los despachos de la Presidencia de la Nación. Un grupo de personas entró “de manera rápida” a la sucursal del supermercado Átomo de Guaymallén. Se llevaron alimentos, y generaron preocupación en un Gobierno que, 10 días después, dejaría el cargo; pero que mucho antes ya estaba despojado del poder.
Como un efecto dominó premeditado, siguieron los intentos de abordaje a los locales comerciales. La memoria política de Argentina volvió a flor de piel. Saqueos en el Átomo de Las Heras, lo mismo en Godoy Cruz. Personas que rodean la sucursal del barrio San Martín, piedras que vuelan y tensión con la policía. Familias desesperadas, mujeres a la cabeza y muchos niños. Bronca, hambre y agitación política.
En los disturbios había confusión y hechos que luego nunca fueron investigados a fondo. Entre otras cosas, la aparición de dos artefactos “incendiarios” que generaron zozobra algunas semanas antes. Y el agite de parte de sectores de la política alrededor de los saqueos. De hecho, hasta hubo imágenes en las que se vio a asesores de concejales de Las Heras “ayudando” en los saqueos. Entre otros, siempre se lo vinculó al exconcejal del PJ y ahora dirigente cercano al radicalismo de Las Heras Roberto Lucas con algunas de esas maniobras, así como los vínculos del peronismo bonaerense entonces conducido por Carlos Ruckauf.
Desde el gobierno radical explicaban entonces que hubo agite y lo ratifican ahora en off. Pero se eligió una salida negociada y no punitiva. Negociación con los supermercados para que entreguen alimentos, negociación política con el PJ y negociación política con las organizaciones sociales que ejecutaban piquetes y otras medidas de protesta.
Tensiones y el boleto picado
El Átomo del barrio San Martín estaba rodeado por una tensión insoportable. Cientos de niños y mujeres esperaban alguna respuesta. Cada tanto volaban peñascos; pedazos de reboque de alguna construcción. La policía, armada con escopetas que tenían municiones de goma, gases y escudos antimotines, custodiaba. Detrás de escena había negociadores. Y un nexo clave: los comerciantes. Pasaron varias horas y un hombre de casi dos metros ordenó “hacer una fila”. Iban a repartir bolsones de comida para “calmar”.
Ese camino tuvo algo virtuoso en el contexto de caos. En Mendoza no hubo muertos durante la crisis y los saqueos fueron frenados con una estrategia política interna. Sí, fue la mecha regada de pólvora que aceleró la caída. Roberto Iglesias era el gobernador, Leopoldo Orquín el ministro de Seguridad y a ellos se le sumó el equipo social y los vínculos comerciales con empresarios. Mendoza había sido "buen alumno" de De La Rúa ajustando puertas adentro, incluso con recortes de salarios a los estatales.
El contexto político era dramático. En octubre la Alianza había perdido las elecciones de manera contundente. El partido que ganó más poder fue el PJ, que olió la posibilidad de acelerar su retorno y por eso aprovechó la asunción de los nuevos legisladores para nombrar como presidentes de ambas cámaras a dos peronistas. Ramón Puerta sería presidente provisional del Senado y “vicepresidente de la Nación”, pues hacía un año ya había renunciado Carlos “Chacho” Álvarez. Eduardo Camaño fue electo presidente de la Cámara de Diputados. El operativo estaba en marcha y ambos serían “presidentes” por pocas horas luego de la caída de De La Rúa. Incluso con la participación de algunos mendocinos, como Rodolfo Gabrielli, que sería ministro del Interior en esa transición.
El recambio en la conducción legislativa ocurrió el 10 de diciembre; y tres días después comenzaban los saqueos. Algunos días más adelante, el helicóptero presidencial sobrevoló Casa Rosada. La rutina era similar a otros días: llevar a De La Rúa a la quinta de Olivos. Pero esta vez el abordaje se haría desde la terraza. La aeronave se mantuvo en suspenso a pocos centímetros de la azotea. Temían que la estructura edilicia no resistiera el peso. Se preservó el edificio que era sede de un Gobierno que ya se había derrumbado.