Opinión

El inminente colapso de Mendoza

La desinversión de AYSAM, la crisis climática, el escurrimiento mínimo histórico de los ríos y cauces de la Provincia; el recurso hídrico escasea, ¿Qué espera Mendoza en tomar cartas en el asunto?

Mario Vadillo domingo, 28 de noviembre de 2021 · 13:12 hs
El inminente colapso de Mendoza
Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

Seamos claros, seamos concretos, a este paso la prestación del servicio de agua de Mendoza tiene las horas contadas.

El colapso total y definitivo de la red de distribución de agua en la Provincia de Mendoza ya no es un futuro, es lo que está comenzando a suceder en los días actuales; donde la red ya ni siquiera es capaz de resistir las inclemencias naturales más comunes de Mendoza como un sismo, caso de la colectora y red de distribución en San Martín y San Lorenzo que en el último “Sacudón” quedó totalmente destruida.

En un "día normal", Aysam recibe 300 reclamos. Después de las tormentas los reclamos son cinco veces más y van desde los 1.000 a los 1.500 reclamos. Un número alarmante que deja en evidencia los tres inconvenientes más importantes que se conjugan entre sí: las conexiones ilegales, la antigüedad de la red y la falta de inversión en los últimos años.

¿Por qué sucede esto en Mendoza? Primeramente es debido a la antigüedad de la red en su mayoría, donde la misma empresa AYSAM informa El 42% de las cañerías son de PVC con 35 años de antigüedad, el 33% es de asbesto y cemento de 65 años de antigüedad, y el 16% es de hierro con 100 años de antigüedad.

Existe una pérdida diaria del 70% de agua distribuida, 200 lts. diarios, es decir, un 40% del total potabilizado; lo que equivale al consumo diario de 780.000 usuarios.

Podemos entonces observar que Aysam potabiliza 820 millones de lts. diarios, el doble de lo que realmente llega a los hogares mendocinos.

En cuanto a la red de distribución de agua potable es donde la deficiencia se hace sentir periódicamente en los problemas de prestación del servicio, y generando un gran perjuicio tanto para los usuarios como para el derroche del recurso hídrico. Básicamente el agua no falta, y si menor cantidad llega a los hogares es porque la red de agua está destruida en un 50% aproximadamente, lo que hace que el agua se pierda antes de llegar a la canilla de cada usuario.

En la década del 70 y la mitad de los años 80, las cañerías se hicieron de hormigón comprimido que para su época eran una gran obra, pero hoy son inservibles. Los gases que se producen en las cañerías quemaron el cemento y destruyeron las cañerías. Todas las instalaciones que se hicieron en esa época junto a las colectoras máximas hoy están destruidas.

Las cañerías de hormigón comprimido del centro de la ciudad, envejecidas y desgastadas por los ácidos, son verdaderos cuencos: por arriba son sólo tierra que se va cayendo y los líquidos arrastran hasta que llega el momento que la caverna se hace tan grande que la calle se hunde. Esto nos está pasando en todos los micro-centros de los departamentos

Hoy Mendoza gasta el doble pagando a Irrigación por el agua cruda, gastando el doble en insumos químicos para potabilizar, el doble en energía eléctrica para realizar el bombeo y poder luego distribuirla; y en la parte del personal necesario para potabilizar en las plantas pero también los operarios necesarios para arreglar cada rotura por pérdidas.

Inversión nula por 10 años y mismo pronóstico para el futuro

En los últimos días ha sido noticia la audiencia pública que el EPAS ha realizado a fin de escuchar las exposiciones para justificar (u oponerse) al plan de aumentos de la tarifa del agua poblacional por parte de AYSAM; pero lo que llama la atención es que la discusión sigue pasando por la tarifa y cubrir déficit operacional (el enorme monstruo que persigue a AYSAM desde hace 10 años) pero las inversiones nuevamente pasan a segundo plano.

Como vemos en el gráfico que acompaña estas palabras, es que la tendencia de los regímenes tarifarios de AYSAM se ha visto influenciado mayormente para cubrir salarios y costos operativos (¿?) de una empresa deficitaria por naturaleza; pero que poseyendo caños e infraestructura con hasta 100 años de antigüedad no toma las riendas en materia de inversión.

AYSAM tuvo una oportunidad dorada cuando la ley 8270 le otorgó a la Provincia hacer uso del Crédito Público por hasta 160 millones de USD a fin de hacer un recambio de la infraestructura en un plan de 10 años; al poseer un fin específico e innegociable parece que el interés del Poder Ejecutivo no fue suficiente por lo que dicha ley murió y duerme en el recuerdo. 

El aumento sostenido de AYSAM es brutal si se compara con la evolución salarial del mendocino, y a la baja inversión de la misma.

Para no desviarnos del tema, ¿Por qué preocupa el manejo de AYSAM y sus inversiones?

Porque la falta de eficiencia hídrica es total.

Mendoza lamentablemente de la mano de AYSAM sin un cambio radical en su visión y objetivo está destinada a un inminente colapso sanitario e hídrico; con cortes reiterados que ya son la normalidad, la escasez en los barrios más populares, sin embargo apuntando a solo aumentar la tarifa de un servicio indispensable y que miles de usuarios hoy pagan para no disponer de él.

Las declaraciones recientes, y reiteradas, de Gallego (Presidente de AYSAM), indican que “AYSAM requiere 1.000 millones de usd para refuncionalizar el sistema de distribución en forma íntegra”, lo que se lee casi como una coincidencia directa y un guiño a los 1.000 millones de Portezuelo; un portezuelo obsoleto que ya ha sido demostrado con los estudios de DGI que los pronósticos históricos de los ríos y cuencas están en sequía extrema, imposibilitando el llenado real del dique en cuestión.

Todo se resume en una decisión política; hacer uso del dinero de portezuelo en la inversión necesaria para la eficiencia hídrica en toda la provincia.

Un gobernador que piensa en Mendoza, un gobernador que “mano en el corazón” prometió cuidar Mendoza, debe pensar no en los negocios de hoy y mañana, si no en el futuro del agua para todos los mendocinos

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