Ataque a la sede del diario

Atentado a Clarín: recuerdos del futuro

El pasado 23 de noviembre, la sede de Clarín fue objeto de un ataque con bombas molotov que recuerda otro hecho aún más brutal, ocurrido el 11 de marzo de 1973. La historia que se repite.

José Luis Jacobo
José Luis Jacobo jueves, 25 de noviembre de 2021 · 22:19 hs
Atentado a Clarín: recuerdos del futuro

La intensidad de la realidad argentina es tal, que el impacto de lo que sucede en nuestro país dura, en la atención pública, apenas unas horas. El atentado con bombas molotov al diario de la viuda de Noble tiene antecedentes históricos: un 11 de marzo de 1973, al tiempo que Augusto Pinochet Ugarte tomaba el poder en Chile con un golpe de Estado, la sede del diario fue atacada por una patota armada de la UOM en una escalada de violencia brutal.

Un reconocido colega señalaba hace algunas horas, en un medio metropolitano, que no hay antecedentes de un hecho como el ataque a la sede editorial del diario Clarín en el barrio porteño de Barracas ocurrido el pasado 23 de noviembre. Quizás se refería a la actual era democrática, iniciada en 1983. O quizás desconoce el antecedente de esta acción política que ya daba pábulo a la violencia que empaña la vida de la sociedad argentina hasta el día de hoy.

En una entrevista para la FM 99.9, el periodista Pablo Mendelevich graficó la época en estos términos: «la presidencia estaba en manos de Raúl Lastiri, quien asumió después de Cámpora porque tenía el cargo que hoy tiene Massa, presidente de la Cámara de Diputados y sólo para habilitar las elecciones en las que ganaría Perón. Era un mediocre, un tipo muy chato sin preparación que era objeto de burla. Llegó a presidente porque era el yerno de López Rega, que era el hombre fuerte del momento, era el ejecutor de Perón. Una de las medidas que toma fue que para publicar una solicitada en los diarios necesitabas 10 firmas y documentos, algo que antes no existía». Clarín estaba siendo extorsionado por el ERP-22 de agosto, que apoyaba la candidatura de Juan Perón.

En ese escenario, la directiva de la época, que reportaba al Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), decide publicar tres solicitadas para obtener la liberación con vida de su apoderado, Bernardo Sofovich. Esas solicitadas fueron las que luego generaron los ataques a la sede del diario en una situación muy particular, según explicó Mendelevich: «una era un homenaje a los muertos de Trelew, la otra era una proclama política que decía queremos votar por Perón pero no por Isabel. La última era una burla al presidente Lastiri a quien llamaban “el yerno”. El ERP liberó a Sofovich y cuando fue liberado dio una conferencia de prensa en Clarín contando los pormenores del secuestro. Cuando está haciendo eso, llegan a Clarín unos 40 tipos con ametralladoras y bombas molotov y las tiran ahí causando heridos. Es un ataque de la UOM, en aquellas épocas eran los matones de la UOM. En aquella época los mismos que hoy son millonarios, eran matones».

Las imágenes del ataque fueron portada, aún pueden hallarse en la red. En relación a los motivos de uno y otros actores, Mendelevich ilustra el pasado que se obstina en ser presente, ya que el motivo que habían esgrimido desde el sindicato era justamente político y por eso reaccionaban con violencia: «los de la UOM estaban enojados porque habían publicado la solicitada agrediendo a la compañera Isabel, entonces atacaron Clarín por esa solicitada».

El ataque en si mismo tenía muchos intereses cruzados por la realidad política de la época, a punto tal que lo terminó definiendo el periodista como una contradicción«Clarín era un diario desarrollista que era la corriente política de Frondizi y era filo peronista. Es tanta la paradoja que el principal gremio peronista de la época atacó con molotov a Clarín que era proto peronista».

En esos años, la violencia era moneda corriente y había movimientos que la utilizaban con fines políticos. Hoy, después de muchos años, esa realidad cambió, pero cuando aparecen este tipo de ataques, para quienes vivieron esa situación, hay un contenido muy claro detrás: «a nuestra generación nos produce escozor que haya un atentado con bombas molotov, aunque no haya pasado nada. La importancia es absolutamente simbólica porque la sola utilización de este mecanismo, nos remite a esa época donde la democracia no existía», dice Medelevich.

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