Rodolfo Suarez, el derrape clasista y el texto de Paulo Freire que nunca leyó
El gobernador de Mendoza nunca demoró en salir al cruce de las frases más desubicadas o los furcios del presidente de la Nación, que ha dicho no uno, sino varios comentarios surgidos de la ignorancia, la discriminación y la falta de respeto. Sin embargo, el "Rody" padece las mismas.
Un día, un grupo de personas dijo ser superior a otro grupo. Al otro día, en otra parte del mundo, sucedió lo mismo. Los unos, poderosos; los otros, en una extraña desventaja y destinados a la servidumbre y la sombra de la estigmatización. Historias de colonizaciones, como la de América, sangrienta y dialéctica. Los procesos de discriminación como resabio del colonialismo son menos interesantes que la urgencia de señalarlos cuando aparecen. El comentario (preocupado) del gobernador de Mendoza, Rodolfo Suarez, porque mapuches lleguen o puedan llegar a la calle Arístides Villanueva (al parecer reservada a blancos, turistas y gente "linda") si "no se hace nada" con la violencia que estos están protagonizando en el sur argentino, pone en evidencia su dialéctica racista, colonizadora y discriminadora.
El filósofo y pedagogo brasilero Paulo Freire dedicó una reflexión interesante respecto de la dialéctica de la discriminación. Lo hizo en un fragmento de su libro Política y educación (Política e educação), escrito a comienzos de la década del 90. Básicamente, allí explica que las diferencias interculturales presentan divisiones de todo tipo, de clase, de raza, de género. Estas diferencias generan, a su vez, ideologías, por un lado discriminadoras y, por el otro, las discriminadas, es decir, las que pueden o no oponer resistencia según su menor o mayor poder. Estas ideologías, ya sean discriminadoras o de resistencia, terminan por expresarse en formas "concretas de actuar, de escoger, de valorar, de andar, de vestir, hasta de decir 'hola' en la calle".
Para la superación de estas conductas y discursos discriminadores, explica Freire, es necesario dejar de lado la frialdad con que los poderosos tratan a los carentes de poder, por lo menos ante aquel poder más fuerte. Así, si se repasa la sangrienta y violenta colonización que sufrieron los pueblos originarios en sus propias tierras en manos de españoles, de holandeses, ingleses, franceses, de la Iglesia, entonces no solo el presente reaccionario de estos pueblos podría entenderse de mínima con una visión más cabal, sino que también quedaría explicado el proceso dialéctico, que se retroalimenta. Si hay ideología discriminadora, habrá ideología de resistencia.
Rodolfo Suarez, el "Rody" como le dicen sus allegados, prácticamente dijo que los mapuches deben quedarse en sus reducidos territorios, que son casi el resultado de la lógica de "Casa tomada" de Cortázar. Lo dijo, peor aún, para refutar el último furcio de Alberto Fernández cuando se refirió a Córdoba como un "territorio hostil". Una vez más, en la chicanería que predomina en la actual política, reapareció la dialéctica de la discriminación, porque el gobernador de Mendoza no tuvo mejor idea que decir que "territorio hostil es donde están los mapuches, que no están haciendo nada en el sur (por el Gobierno nacional), y si no paran vamos a tener mapuches pidiéndonos la calle Arístides". ¿Qué le pasa, Gobernador, le molesta que un mapuche tome la cerveza tirada de la Arístides? ¿O es que simplemente quiso decir una cosa, pero dijo otra? Si así fuera, se puede por lo menos suponer que en adelante va a pensar dos veces antes de criticar a su homólogo en bruteza, el señor presidente Alberto Fernández.
"Es imposible pensar, pues, en la superación de la opresión, de la discriminación, de la pasividad o de la pura rebelión que aquéllas (las ideologías) generan sin, primero, una comprensión crítica de la historia", explica el pedagogo brasilero en ese mismo libro. Entonces: ¿cómo se explica la violencia que un grupo, solo un grupo, viene arremetiendo desde hace años en el sur argentino, sobre todo en la provincia de Río Negro? ¿Qué historia hay allí? Parte de esa historia es que el proceso de colonización incluyó no solo un genocidio, sino la exposición y fetichización de ese proceso y los resultados. Los colonizadores hasta trasladaron a personas nativas al Museo de la Plata para ser expuestas a sus visitantes. De hecho, al día de hoy ese museo sigue devolviendo piezas y restos humanos a las comunidades indígenas que reclaman justicia. El caso más reciente, es la restitución del esqueleto completo de Michel, asesinado en el siglo XIX dentro del Museo de Ciencias Naturales de La Plata y luego exhibido en las vitrinas de la institución.
Despierta curiosidad pensar cómo pretende hacer la dirigencia argentina para terminar con la famosa grieta, que tanto les preocupa a ellos. Mientras tanto, entre chicana y chicana, de los dirigentes tenemos esto, los "furcios".

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