Reducción de tasas

FMI: Argentina quedó en manos de Estados Unidos

Alberto Fernández depende de convencer a Joe Biden para que el Fondo acepte una reducción de las tasas de interés para un eventual acuerdo. Si el presidente norteamericano no toma una decisión a favor, la clave será convencer a un viejo (y no amigo) conocido del país. En diciembre se reúne el board.

Carlos Burgueño
Carlos Burgueño lunes, 1 de noviembre de 2021 · 11:41 hs
FMI: Argentina quedó en manos de Estados Unidos
Foto: TELAM

Argentina depende de los Estados Unidos. Si el Gobierno de Joe Biden aceptara apoyar el reclamo que llevó Alberto Fernández a la reunión del G-20 en Roma por una reducción de los intereses del eventual Facilidades Extendidas, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se podría destrabar y acelerarse su negociación. Si, por el contrario, EE.UU. no avala el pedido argentino, no habrá posibilidades para una reducción de las tasas del 4,05% al 1,05%, capítulo que "sine qua non" debería ser incluido en el Facilidades Extendidas para que políticamente avance dentro de la coalición gobernante.

Sin mayores vueltas, el acuerdo con el FMI depende del visto bueno de los Estados Unidos. Sólo después de conocer si Joe Biden apoyará a o no el pedido de Alberto Fernández, la Unión Europea (UE) decidirá si acompaña el reclamo argentino. Y, por lo que se conoce hasta ahora, no hay aún signos sobre la posición que adoptará la administración de Biden; cuando el tiempo ya empieza a ser crítico. La votación a favor o en contra de la posibilidad de reducir los intereses será en diciembre. Probablemente entre la segunda y la tercer semana de ese mes; cuando la directora gerente del FMI, Kristalina Giorgieva, organice el último encuentro del directorio del FMI de cierre del ejercicio 2021, será el momento clave, y quizá histórico, en el que el board del organismo vote a favor o en contra de la posibilidad de reducir los intereses.

Antes de ese evento, Alberto Fernández y el resto de los funcionarios que negocian el Facilidades Extendidas, deberían haber ya conseguido el apoyo norteamericano. Y europeo. Para todo esto, la posibilidad que Biden y Fernández puedan hablar la cuestión cara a cara en la actual cumbre del Clima de Glasgow, resultaría fundamental. O otro es esperar un milagro. Que la persona que la secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, Janet Yellen designó para tratar el caso criollo se decida a favor de la reducción de los intereses. Se trata de David Lipton, un viejo conocido de la Argentina, y que tiene pésima opinión del manejo económico que la clase política argentina aplica desde hace décadas.

Si no hay decisión personal de Biden en las próximas horas, Lipton será quien reciba las explicaciones técnicas del país, para luego elevarle (con sus propias conclusiones) el pedido a su jefa, quién finalmente le entregará su balance al presidente norteamericano. Así, y como si fuera una novela de enredos, Lipton volverá a cruzarse con los destinos económicos del país. Y no es una situación cómoda para ninguna de las dos partes.

La intención del Gobierno de avanzar en acusaciones serias y directas por la responsabilidad de los funcionarios argentinos y los las autoridades del FMI que firmaron el stand by de 2018, tienen a Lipton como protagonista fundamental. Si el caso avanzara el entonces número dos del organismo tendría que dar explicaciones sobre su intervención en la aprobación crítica que tuvo en aquellos tiempos.

Lipton, militante demócrata, dejo su cargo de subdirector gerente en el FMI el febrero del año pasado. Fue reemplazado por su compatriota del Partido Republicano Seiji Okamoto, designado en el puesto por Donald Trump en uno de sus últimos actos de Gobierno. Lipton parecía tener un regreso a las huestes de Wall Street donde se formó y trabajó por décadas. Sin embargo un llamado de Yellen fue suficiente para que continuara con tareas en Washington, en este caso como asesor directo de la Secretaría del Tesoro en temas vinculados a la presencia de los Estados Unidos en los organismos financieros internacionales, incluyendo el FMI, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Club de París. Todos acreedores a los que el país les debe miles de millones de dólares de manera combinada.

La última vez que el economista tocó algún tema donde está involucrado el país, no fue una buena experiencia. En agosto de 2018 Mauricio Macri enfrentaba una corrida cambiaria, con reservas más que débiles en el Banco Central. El Gobierno de entonces realizó un pedido oficial para que los dineros provenientes desde Washington ayudaran a la entidad que manejaba entonces Luis “Toto” Caputo a enfrentar la embestida. La idea era dar batalla con la estrategia de aportar todos los dólares que el mercado pidiera, con el objetivo de dar la imagen a los mercados que el Gobierno no vulneraría el derecho de los ahorristas de todos los niveles para acceder a las divisas. 

El pedido de la Argentina se enfrentó con la negativa radical Lipton. El heredero ideológico de Anne Krueger, se oponía militantemente a violentar el artículo VI de la carta orgánica del FMI, donde se explicita que “ningún miembro podrá utilizar los recursos generales del Fondo para hacer frente a una salida considerable o continua de capital”. El técnico de Washington no formaba parte en las misiones del FMI que negociaron, avalaron y luego fiscalizaron el stand by, pero liberó de responsabilidades a sus colegas que sí participaron.

Macri llamó personalmente a Donald Trump para pedirle que presionara/habilitara al FMI para que le permita el uso del dinero del stand by para realizar política cambiaria. El norteamericano ni lo pensó. Llamó a su secretario del Tesoro Steven Mnuchin, que a su vez telefoneó a Lipton para darle la orden de obedecer a Macri si quería permanecer en su cargo. Lipton finalmente aceptó y firmó el permiso para que el país dispusiera de unos US$6.000 millones para contener eventuales corridas cambiarias, con un límite diario de US$250 millones, inaugurando una etapa de amplia salida de divisas, estabilidad cambiaria y de huida masiva de pesos del país ante la cercanía de las PASO del 11 de agosto de 2019. Es el mismo Lipton que ahora debe evaluar si conviene o no ayudar al país.

Hay algo que no puede evitarse. Argentina necesita sí o sí del apoyo del Gobierno de Joe Biden. Sin el voto de los Estados Unidos, cualquier negociación con el FMI tendrá destino negativo. Sin mayores tiempos para ejecutar diplomacias regionales, ni de prometer acciones de reciprocidad, el Gobierno de Alberto Fernández requiere del voto positivo la administración del demócrata, para que el organismo apruebe un acuerdo inédito con la Argentina, dentro de los términos de un Facilidades Extendidas. Cualquier país que negocie este tipo de acuerdos, necesita el 85% de los votos del board, y teniendo en cuenta que Estados Unidos detenta el 16% de las acciones del organismo (por ser el principal aportante), sólo con el voto positivo de su representante se avalará el reclamo argentino.

Según las proyecciones oficiales, Argentina terminó la tarea de recolección de apoyos de países europeos importantes como Alemania, Italia, España, Francia, y otros países de la Unión Europea; con lo que el apoyo del 60% estaría garantizado. A ese porcentaje se llega sumando además a Rusia, China, los países árabes (especialmente los del Golfo Pérsico, con presencia fuerte en el directorio del FMI), además de, lógicamente, toda América Latina y el África. Se confía además que en las próximas semanas se lograrían más consensos con países clave como Canadá y lo que resta de la Unión Europea, con lo que el porcentaje se elevaría a cerca del 70%. Faltaría así conseguir sólo un 10% más para el nivel imprescindible para que una propuesta transgresora para lo que mandan y dictan los estatutos del FMI pueda ser aprobada.

Únicamente con un mínimo del 85% de los avales se podría autorizar a que los técnicos de línea del Fondo apliquen para el país un plan de pagos por fuera de los únicos mecanismos autorizados por la carta orgánica del organismo: el stand by y el Facilidades Extendidas, ambos en todas sus variables posibles. Como lo que se propone es una alteración de las normas, sólo una votación de más del 85% podría avalar el pedido, con lo cual más tarde o más temprano Alberto Fernández deberá convencer personalmente, y de manera rápida, a Joe Biden para que éste le ordene a sus representantes en el directorio de Fondo que aprueben la propuesta argentina.

Archivado en