Los datos que nublan el "veranito" económico de Mendoza
Los primeros días de enero generaron alguna expectativa positiva por el turismo. Pero el impacto fue dispar. Hubo cierre de empresas y pérdida de empleos de calidad por la pandemia. La Nación deja de asistir y hay dudas en algunas industrias clave para la provincia.
Para Rodolfo Suarez ha sido un verano relativamente tranquilo hasta ahora. Maneja la agenda política y dosifica anuncios; en un contexto en el que no hay mucho para anunciar en realidad. Pero hay nubarrones que preocupan, sobre todo a nivel económico: en Mendoza no solo se han perdido empleos, sino que desaparecieron las fuentes de trabajo. La caída de empresas y la incertidumbre preocupan en el mediano plazo. Hay menos empresas de pie luego del primer año de pandemia. En ese contexto, las posibilidades de recuperación se complican.
El Gobierno celebró el movimiento turístico de los primeros días de enero. Podría ser la "revancha" del interior de la provincia. En Mendoza los departamentos alejados han tenido un "despegue" mayor en la primera etapa del año gracias al turismo y, en cambio, en Gran Mendoza, el núcleo urbano sufre más las consecuencias de la pandemia y no ha tenido la misma repercusión positiva. Mientras hay ocupación casi plena en el Sur, en el área urbana no llega al 20%.
Saben, además, que en febrero puede caer aún más porque habrá menos turismo de otras provincias y sigue latente la posibilidad de que se pongan restricciones para salir de otras provincias o incluso para entrar a la provincia. Ya evalúan, por ejemplo, que los mendocinos que regresan de vacaciones hagan algún tipo de aislamiento por la gran cantidad de casos positivos "importados" que se detectaron en las últimas semanas, sobre todo desde quienes regresan de la Patagonia y la costa.
Pilares endebles
La apuesta a la recuperación en el 2021 tiene nubarrones. La Nación dejará en manos de las provincias buena parte de la ayuda que pueda trasladar a las empresas y personas. La confirmación de que no habrá más ATP y tampoco Ingreso Familiar de Emergencia son señales en ese sentido. El punto de inicio para Mendoza es complejo. La industria del vino tuvo un 2020 bueno, a contramano del resto. Pero otras industrias que son intensivas en la generación de empleo y riqueza cayeron y en algunos casos más que en el resto del país.
Es lo que ocurrió con la metalmecánica, que siguió en descenso a pesar del repunte nacional. Peor aún lo que ocurrió con la industria petrolera, que tuvo actividad cero durante buena parte del año y el 2021 está lleno de incertidumbres. De hecho se agregó un nuevo elemento que genera dudas: el cambio de mando y la politización de YPF.
Mendoza es hipersensible a lo que haga la petrolera estatal. Así como en la provincia está toda la cadena de valor de la empresa, también hay una dependencia total de YPF que afecta incluso a las otras empresas. El año pasado cuando la empresa estatal dejó de comprar petróleo por el exceso de oferta, todas las petroleras estuvieron obligadas a parar. Si YPF estornuda, la industria mendocina se engripa.
El cambio de conducción tiene una realidad: habrá una sola línea política en la empresa, manejada por referentes cercanos a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Y hay un deseo: que se deje la línea gerencial que armó el mendocino Sergio Affronti. Es decir que al menos en lo operativo prevalezca lo técnico sobre lo político. El propio directorio de la empresa tiene esa misma división. En Mendoza esperan que se concrete algún proyecto de inversión: están en carpeta los proyectos de recuperación terciaria y hasta el montaje de una línea de producción de polímeros en las instalaciones que dejó Vale en Malargüe.
Los datos que difundió ayer la Unión Industrial de Mendoza generan un shock. En la provincia cerraron 850 compañías y se perdieron 23 mil empleos formales; de calidad. Más grave es si se tiene en cuenta que en la última década Mendoza casi no creció y no generó puestos de trabajos nuevos en el sector privado. Hasta hace 10 años el empleo privado crecía cerca del 8% anual. Bajó al 2% y luego, incluso, decreció.
Pero hay un cambio que Mendoza no enfrenta a fondo y tiene que ver con la modificación de la matriz laboral y productiva. En los últimos años el área de servicios creció y bajó la producción de bienes. El sector productor de bienes redujo su aporte en el empleo privado registrado del 48,5% al 40,0%. Eso ocurre en un marco de cambio tecnológico que implica, por ejemplo, una automatización estimada en un 30% de los empleos. Son más de 100 mil puestos de trabajo que pueden desaparecer o mutar en empleos que requieran mayor valor agregado.