Pandemia

Desprecio e impericia: los dos mendocinos que fueron parte de la ruptura de la cuarentena

La apertura temporal de los bancos desbordó y rompió la lógica del aislamiento. Los dos dirigentes que cranearon la medida son mendocinos y, aunque representan al sector, no conocen a sus "clientes" y los expusieron a graves problemas de salud.

Pablo Icardi
Pablo Icardi viernes, 3 de abril de 2020 · 19:43 hs
Desprecio e impericia: los dos mendocinos que fueron parte de la ruptura de la cuarentena
Foto: ALF PONCE / MDZ
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Dicen que el presidente Alberto Fernández se sorprendió y se enfureció. Si hubo sorpresa, entonces habría que desconfiar de la pericia de quienes conducen los destinos del país, pues no solo era previsible el desborde y la ruptura de la cuarentena sino que además hubo advertencias. 

El Gobierno fue rápido para anunciar, lento y torpe para instrumentar. Guiado, además, por los caprichos de algunos dirigentes sindicales empoderados, como titular de la bancaria, el mendocino Sergio Palazzo, y la impericia de funcionarios como el titular del banco Central, Miguel Ángel Pesce. El caso del mendocino que dirige "la entidad madre" de los bancos es curioso porque debería conocer el sistema bancario y su clientela: es casi vitalicio del Central, pues estuvo en entre 2004 y 2015 y ahora lo preside. Pero pasó toda su vida en el mismo ámbito. Pesce y Palazzo tienen mucho en común. Los dos mendocinos, los dos de origen radical, pero con historia de fidelidad al kirchnerismo. 

 

Juntos, con aval del Presidente, determinaron que la actividad bancaria, con el cobro de jubilaciones, no debía estar entre las actividades prioritarias que estarían exceptuadas para poder abrir durante el aislamiento, a diferencia de lo que ocurrió en el resto del mundo. Palazzo y Pesce son dos de las caras visibles de una decisión insólita: en un país con bajo nivel de tecnificación de las operaciones, los bancos quedaron afuera de las actividades esenciales y perjudicaron así a los sectores más vulnerables. Por si quedan dudas, juntaron a los jubilados con los destinatarios de la Asignación Universal por Hijo. 

Confiados en una premisa que ratifica que no conocen el territorio: para ellos todas las actividades se podían hacer con las sucursales bancarias. Gran parte de los jubilados no usan cajero, muchas personas que cobran la AUH tampoco. Es una realidad dada que no pudieron resolver. Incluso la torpeza llegó al punto que los cajeros que permiten extracciones sin tarjeta quedaron atrapados en las sucursales. 

 

Millones de personas se quedaron sin ingresos, sin la posibilidad de acceder a sus recursos. Una medida casi "confiscatoria". La apertura "temporal" de los bancos tenía una respuesta obvia: en vez de  una atención por goteo, hubo una acumulación de personas que rompió la lógica de la protección de los adultos mayores. Expuso a la población más sensible y también distorsionó el seguimiento de la cuarentena. 

Alcanza con leer el comunicado donde Palazzo le anunciaba al país que los bancos no abriría. "Ante el aislamiento obligatorio por el coronavirus, el gobierno ya estableció cuáles eran las actividades esenciales que podrán exceptuarse del mismo, y todas ellas son a puertas cerradas".

 

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