Análisis

Cuál será acá el impacto económico de la nueva etapa de la cuarentena

Suarez apostaba a generar una paulatina reactivación económica pero no podrá flexibilizar la cuarentena porque se sujetó a lo fijado por Alberto Fernández. La continuidad del parate afectará al sector privado que no podrá facturar y si la recaudación cae 40%, al Estado solo le alcanzará para sueldos

Marcelo Arce
Marcelo Arce domingo, 12 de abril de 2020 · 08:59 hs
Cuál será acá el impacto económico de la nueva etapa de la cuarentena

Aunque nadie a nivel oficial se atreve a precisar todavía cual será el impacto de la prolongación del parate económico dispuesto por Alberto Fernández tras la extensión estricta de la cuarentena, desde el gobierno provincial descartan que será fuerte. Muy, pero muy fuerte.

Los coletazos ya se están sintiendo en el sector privado, empresas y comercio, que no encontrarán al menos hasta finales de abril la chance de reabrir sus puertas. Más abajo, será complicado para los cuentapropistas registrados que tampoco podrán volver a la actividad y más grave aún para el 40% de la economía mendocina que se mueve en la informalidad que acumulará, por ahora, mas de un mes sin ingresos.

Para el sector público, la llegada del problema es solo una cuestión de tiempo. El ministerio de Hacienda no lo termina de hacer público del todo: pero las espaldas financieras de la provincia tras el desplome de la recaudación de marzo alcanzarán para dos meses más si se mantiene esa misma realidad en abril y ya algunos municipios, como San Martín, anticiparon que el mes que viene no podrán hacer frente al pago de los sueldos. No será ahora, quizás tampoco en mayo, pero Lisandro Nieri ya está trabajando en la emisión de un bono o de una cuasimoneda para el mediano plazo.

La realidad financiera de los departamentos, en realidad, es dispar. Algunas comunas, como Godoy Cruz, tienen recursos para afrontar sus obligaciones para dos meses solamente. Otras, como lo dicho de San Martín, están quebradas y Maipú anunció  beneficios salariales para sus empleados.  

Rodolfo Suarez terminó sujetándose, como el resto de los gobernadores del país, a las decisiones que tomó el presidente acerca de cómo seguirá el combate contra el coronavirus en el país. El propio Fernandez, el viernes por la noche, había dejado abierta la posibilidad de escuchar los pedidos de los mandatarios del interior para permitir alguna liberalización de la cuarentena en los próximos días.

El sábado a la mañana, tras escuchar al presidente y hacer algunas consultas con la Casa Rosada, la realidad fue que el margen de maniobra era muy acotado. Alberto solo está dispuesto a discutir flexibilizar la cuarentena en pequeños pueblos en donde el virus no haya entrado todavía. Algo de esto percibió Suarez la noche misma del anuncio, cuando el presidente incluyó al Gran Mendoza como una de las zonas complicadas por el Covid-19.

El plan de los gobernadores, y Suarez era uno de los que más preocupados estaba en ello, habían planteado cuarentenas “light” en aquellas regiones del país en dónde el coronavirus todavía no había golpeado duro y permitir así el regreso de algunas actividades económicas que estaban vedadas sin descuidar el aspecto sanitario.

Para el gobernador el objetivo estaba puesto en la construcción privada y en permitir también el regreso de algunas actividades del comercio. Desde hacía más de diez días, el gobierno venía trabajando en diversos protocolos de seguridad para aplicar en actividades que apostaba a liberar. A decir verdad, habían elaborado este tipo de reglamentaciones para prácticamente todas las actividades productivas a la espera de saber cuáles iban a poder ser eventualmente bajadas de la cuarentena.

Pero este sábado, el propio mandatario provincial mandó al cajón esos protocolos: confirmó vía conferencia virtual con los medios en Mendoza que no pediría a nivel nacional nuevas excepciones.

Algo estaba claro desde principios de la última semana. La determinación final de empezar e encender o no luces verdes en la economía tras varias semanas de cuarentena iba a ser del presidente. El mendocino fue inclusive quien se lo preguntó para despejar dudas y el propio Alberto fue tajante: "La decisión es mía", le dijo.

Fernández no iba a abandonar la bandera política de ser el dueño de la llave de la cuarentena que, hasta aquí, entiende le dio buen resultado. Y tampoco se iba apartar del criterio adoptado de privilegiar la cuestión sanitaria en el combate contra el coronavirus por encima de las consecuencias económicas en donde, también, se ocupó hasta con un powerpoint de mostrar logros.

Los gobernadores saben que están depositando en el presidente la suma del poder y eso podría generarles un problema a futuro, cuando todo esto pase. Pero tampoco están dispuestos a asumir los costos de las muertes que podría ocasionar la pandemia en la Argentina, si millones de personas salen a la calle a trabajar y se terminan contagiando. Para bien o para mal, los costos los está asumiendo todos Alberto Fernandez.

En esta nueva etapa de la crisis, Suarez tiene un panorama más claro de dónde está parado. Las actividades económicas que fueron liberadas (escribanos, talleres mecánicos, y algunas pocas otras) terminarán funcionando como complementos de los sectores que ya estaban exceptuados desde el 20 de marzo y no tanto como motores de la economía.

El resto deberá seguir como hasta ahora. Se han detectado problemas en los bancos privados para que las empresas puedan acceder a los créditos anunciados por el ministerio de Economía de la Nación para pagar salarios. Muchos de ellos son reticentes a darles créditos a aquellas que arrastran problemas anteriores y que además no facturarán estos meses porque estarán cerradas.

En líneas generales los sectores bajos podrán acceder a la ayuda de $10.000 y la clase media baja cuentapropista está pendiente de los créditos que lanzó el ministerio de Economía provincial en donde la expectativa fue alta. Se anotaron casi 10.000 pequeñas empresas para obtener el beneficio que llegará, entienden, a unas 8.000 de ellas finalmente.

En el ámbito comercial, los que pueden, se están reorientando hacia el delivery y los sectores informales difícilmente lograrán modificar en el mediano plazo su situación desesperante. Algunos apenas subsisten porque sus empleadores ocasionales decidieron seguir pagándoles el sueldo, pero nadie les garantiza que este apoyo se sostendrá mucho más en el tiempo.

En el ámbito público, Suarez sabe por un lado de qué manera terminará asistiendo financieramente la Nación a las provincias y deberá prepararse para lo que se viene que será una caída en la recaudación de impuestos que, se anticipa, en abril profundizará el desplome que se registró en marzo.

El mes pasado los ingresos cayeron un 23% con una particularidad: la actividad económica fue casi normal durante 19 días. En abril, habrá comercios y sectores que habrán terminado sin levantar un solo día la persiana. Un funcionario se lamentó así: “El problema no va a ser que evadirán Ingresos Brutos, directamente no van a facturar para que les cobremos Ingresos Brutos”.

Los bonos o cuasimonedas están en el plan. Pero no en lo inmediato. La provincia de Córdoba ya emitió un bono para pagarle a sus proveedores y se estima que otros distritos como Entre Rios o Buenos Aires van por ese camino. Mendoza no está en este plano por ahora. Primero porque sostiene que su deuda con proveedores ( que creció fuerte en los últimos meses) no requiere de este tipo de herramientas aún y que el mediterráneo Juan Manuel Schiaretti impuso de manera compulsiva esta forma de pago, además.

Pero habrá que estar pendientes. Hasta cuándo resistirá Suarez no lo dicen, pero un dato puede graficar el estado de cosas: si la recaudación cae por debajo del 40%, la provincia solo podrá hacer frente al pago de salarios y nada más. Si se toma en cuenta de cuanto fue la caída de marzo, el margen es muy estrecho.

El gobierno nacional le anunció a todos los gobernadores el reparto de unos $120.000 millones cuya mitad será distribuida por medio de Aportes del Tesoro nacional y la otra parte será mediante un Fondo Fiduciario de Desarrollo Provincial. Si la distribución de esos recursos se realizara de acuerdo a los índices de coparticipación federal, la porción de la torta para Mendoza será de $5.000 millones. Una cifra que es importante, pero que no compensará la caída en los ingresos.

Pero en esta ayuda existen dos problemas. Uno de ellos es que no está redactado en el decreto correspondiente la forma en que ese dinero se repartirá. El ministerio del Interior garantizó que será de acuerdo a la coparticipación correspondiente para cada distrito y así actuó al menos en los primeros $20.000 millones que distribuyó y que representaron $824 millones para la provincia. Las dudas se generan para los otros $40.000 millones comprometidos de ATN y para el acceso a los recursos del Fondo.

Y el otro aspecto son los plazos. No está firme en qué tiempo llegará esa ayuda y el dato no es menor. No será lo mismo para Nieri contar con esa asistencia durante los meses de la crisis, a que llegue distribuida de aquí a fin de año.

La llegada de estos fondos disparó una disputa con los intendentes que reclamaron su parte de la ayuda, también muy comprometidos por la situación. Pero Suarez los esquivó: se subió a las argumentaciones nacionales acerca de cuál debía ser el destino de esos fondos y les anunció que no se los coparticipará a las comunas. La asistencia, tal cual manifestó el ministerio del Interior, será destinada a fortalecer los sistema de salud provinciales. “El sistema de salud para combatir el coronavirus es provincial, los municipios poco responsabilidad tienen al respecto”, los gambeteó.
 

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