Covid y política

No hay vacuna pero buscan inmunidad

Los tropiezos discursivos y la mala gestión atentan contra la campaña de vacunación. No podrán confluir la baja de casos con la inmunización. En Argentina las vacunas tienen credibilidad, pero la mala gestión atenta contra ello. Los problemas de prioridades.

Pablo Icardi
Pablo Icardi domingo, 20 de diciembre de 2020 · 10:02 hs
No hay vacuna pero buscan inmunidad
Foto: Télam

La situación ideal que se imaginaban los especialistas no se dará: baja de casos de covid, comienzo de la campaña de vacunación y una economía que se reactiva de a poco tras el cepo impuesto desde marzo por el Gobierno. Los desajustes en la política para enfrentar la pandemia, los problemas de gestión y, sobre todo, la incontinencia verbal para dar noticias que no se concretan atentaron contra ese escenario. 

La gestión de la vacuna se hizo al revés de lo que se recomienda. Primero vino en el anuncio, luego el resto. Y en el medio se cayó. Ahora el Gobierno nacional busca desesperado una forma de aplicar dosis a alguien antes del 31 de diciembre, un hecho simbólico más cercano a la propaganda que a una estrategia sanitaria. Todo a pesar de que Argentina tiene una historia virtuosa en materia de vacunación y de que algunos especialistas pusieron el foco en el país para desarrollar parte de los productos o incluso realizar ensayos. No es la primera vez que laboratorios como Pfizer realizan pruebas en Argentina. Esta vez sí fue más grande y más importante.

En 2006, por ejemplo, Mendoza fue escenario de un ensayo exitoso: más de 4500 bebés fueron vacunados por primera vez en el mundo contra el rotavirus, un patógeno que era el principal causante de internación (por gastroenteritis y diarrea) en los niños. El ensayo estuvo rodeado de algunas polémicas, pero fue exitoso: la vacuna se desarrolló, luego se incluyó en el calendario y se mejoró la salud. Con Pfizer ocurrió algo similar respecto al coronavirus, pero con final distinto por ahora.  En Argentina las persona creen en las vacunas; hay un grado de inmunización alto. Por eso hubo un récord de voluntarios para el proceso de Pfizer y por eso se hizo el ensayo más grande del mundo, con 5700 personas. Pero falló la gestión política y comercial y aún no se aplica ese producto, uno de los pocos aprobados internacionalmente.

Las osadas palabras del presidente sobre la campaña de vacunación que empezaría el diciembre ya carecen de valor. El problema no es su palabra, sino las consecuencias que pueden tener sobre la expectativa de la población y la credibilidad. Nuevamente: en Argentina la ciudadanía confía; pero se ha hecho lo posible por distorsionar los mensajes al poner la ansiedad política antes que la gestión sanitaria. La Sputnik V es la única vacuna que llegará de inmediato. Esa vacuna ha sido distribuida en pocos países. Pero la esperanza mayor está en la producción de la vacuna de Oxford y Astra Zeneca, sobre la que Argentina sí tiene compromisos para su distribución en el país. La aprobación podría llegar antes de fin de año, pero la aplicación masiva no ocurriría antes de febrero. 

Inmunidad

El descenso de casos no llegó al pico bajo esperado y hay hechos que pueden suponer que la "segunda ola" preanunciada por varios especialistas ocurrirá antes. Los actos masivos (desde el velorio de Maradona en adelante), la apertura de los viajes y las reuniones masivas podrían generar eso, como ocurrió en el resto del mundo. En Mendoza, por ejemplo, todos los datos sanitarios son alentadores; desde la ocupación de camas de terapia intensiva, hasta la positividad (del 13%). Pero comenzó a subir sobre 1 el factor R0, el dato que indica que nuevamente cada persona positiva contagia a más de una persona. Las dificultades sanitarias son la falta de búsqueda de atención (hay menos personas que van al médico) y de aislamiento: los contagiados no se están aislando como se recomienda. 

Los gobernadores miran y temen. En Mendoza el operativo de vacunación se gestiona con los intendentes (a nivel nacional se sumará el Ejército), pero hay en marcha un intento de logística, sin vacuna aún. Rodolfo Suarez intentó sacar pecho porque hay gestiones para comprar vacunas. La emergencia sanitaria lo impide porque la Nación acapara los insumos y los distribuye. Pero además la provincia tiene un problema de escala: de cantidad de dosis y de recursos. Nadie le vende a Mendoza vacunas por "menudeo" y los contratos son "por millones de dosis". Igual, la gestión se hace (hay, por ejemplo, estados de Brasil que tienen campañas propias fuera del control del Gobierno nacional). 

En una primera tanda a Mendoza no llegarían más de 25 mil dosis, un número testimonial si se tiene en cuenta que para la vacunación antigripal el número de personas "obligadas" multiplica por 15 esa cifra. El 15% de la población mayor de 64 años es la prioridad y justo sobre el sector que se puso en duda la vacuna Sputnik que llegará. 

Los tropiezos discursivos y de gestión sobre la vacuna liman la credibilidad. Curiosamente ocurre en una gestión que en paralelo ha buscado inmunidad, pero judicial. La agenda paralela que tiene el oficialismo no tiene nada que ver con la emergencia sanitaria, pero sí con las urgencias judiciales. Por eso los rumores de cambios en el gabinete de Alberto Fernández y la tensión sobre "los funcionarios que no funcionan" o los que se tienen que "buscar otro laburo", según las palabras de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. 

En ese plan, hasta hay versiones que no suenan descabelladas: el desembarco de la mendocina Anabel Fernández Sagasti en el equipo de gestión de Alberto Fernández. La senadora mendocina, sin embargo, tiene otros planes y Cristina tiene otros planes para ella: que siga siendo los ojos y la voz en el Senado, en las planes de reforma judicial y la "defensa del proyecto". Proyecto le llaman no tanto a la gestión de Alberto como sí a los planes iniciados con Néstor Kirchner en 2003, acelerados por Cristina desde 2007 y que intentan amalgamar ahora con un oficialismo dividido en tres. La justicia es la obsesión en ese sentido. 

Archivado en