Política en pandemia

Tiempo de valientes: el desafío de gobernar ante el peor escenario

Las perspectivas económicas y políticas son negativas y no seducen. Pero de eso se trata la política. Los desafíos de una generación nacida bajo la obediencia y sin rebeldía, pero que deberá gobernar Mendoza en su peor crisis.

Pablo Icardi
Pablo Icardi domingo, 25 de octubre de 2020 · 10:57 hs
Tiempo de valientes: el desafío de gobernar ante el peor escenario

Hay una crisis aguda. Pero un desaliento que preocupa más: la idea, cada vez más marcada, de que las nuevas generaciones la pueden pasar peor; que tendrán condiciones de vida más desfavorables que las actuales. Nadie puede garantizar que "nuestros hijos" vivan mejor. El tema es motivo de angustia. En realidad ya pasó: Argentina y Mendoza han profundizado las desigualdades; hay cada vez más familias marginadas. Si 6 de cada 10 niños viven en hogares donde no alcanzan los recursos económicos para adquirir lo mínimo, no hay argumentos que alcancen para justificar lo que pasa. 

El contexto no ayuda. La pandemia fue un catalizador que aceleró las crisis que ya estaban presentes. En 2021 se espera que más de la mitad de los argentinos no tengan los recursos necesarios para vivir. El acceso a la educación será complejo por la persistencia de la pandemia y los presupuestos provinciales y de los municipios se ajustan: más en ayuda alimentaria de emergencia; menos en obras y desarrollo. No es antojadizo, sino una necesidad. 

Ajustados

Los planes de desarrollo que los intendentes tenían en sus escritorios aparecen con algunos tachones por situación de emergencia. Este año Mendoza podría caer hasta 12 puntos. Es decir, toda la provincia se empobrece de manera brutal. El 2021 puede tener una recuperación del 5%, que aún no alcanzará para superar la caída. 

Se preparan para lo peor: aumento de la pobreza, más demanda de asistencia, pérdida de empleo y crecimiento de la conflictividad. Hay algunos que tienen una situación más sólida que les permitiría pasar el año más o menos estables, pero sin prescindir de medidas incómodas: ajuste en el gasto, restricción de paritarias y menos obras; muchas menos obras de las queridas y las necesarias. 

Se esperanzan, sí, en que la misma necesidad fuerce algunos acuerdos que de otra manera parecen imposibles. Rodolfo Suarez, por ejemplo, depende de que el PJ apruebe el endeudamiento para poder postular a créditos para realizar obras. En Mendoza la "normalidad" ya es la negación de cualquier acuerdo. Pero hay alguna luz de esperanza por la necesidad de los 5 departamentos del PJ y también la presión nacional. Fondos del BID (dependiendo del resultado de las elecciones de Estados Unidos) y hasta de países exóticos para Argentina (como los de medio oriente) podrían estar disponibles para Argentina. 

Pero hay una impronta que desconcierta y tiene que ver con las prioridades de las agendas. A nivel nacional Alberto Fernández potencia temas que parecen no ser propios. A nivel provincial, algo parecido: se fuerzan debates que no tienen arraigo firme. Rodolfo Suarez tuvo un andar errático, pero encontró su propia gesta con la administración de la pandemia. Allí se siente cómodo. Plantea la disidencias que tiene con la Nación con menos disimulo que otras y está convencido.

Pero al Gobernador le ha costado convocar a todos los sectores para abordar problemas estructurales. Hay egoísmos ajenos y carencias propias. Como sea, no ocurre: la política mendocina se resume a débiles debates en las redes sociales. 

Tiempo de valientes

La dirigencia va camino a una tardía y forzada renovación que exige otro ritmo. Mendoza no va a tentar mucho porque no se va a gobernar en abundancia. Más bien será un recomienzo y en un contexto preocupante. Más allá de las variables económicas y sociales, el descreimiento y la desconfianza social en las instituciones y quienes las conducen, crecen. Tanto, que hay pocos dirigentes que tienen una imagen positiva superior a la negativa.  

Por eso también es una oportunidad. Solidez institucional, equilibrio y generación de riqueza. Son tres ejes en los que nadie está en desacuerdo; pautas de inicio para reconstruir Mendoza.

La generación de dirigentes que se harán cargo de la gestión de la provincia (en el Gobierno, municipios y también en el sector privado) tiene características comunes: son criados en democracia, viven muchas veces más de las herencias que de la construcción propia y han tenido como característica más la obediencia que la rebeldía. Le pasa a los dos principales dirigentes jóvenes de Mendoza: Anabel Fernández Sagasti y Tadeo García Zalazar. Ambos construyen volumen político para liderar, pero nunca harían nada en contra de sus padrinos (Cornejo y Cristina).

La limitación de la reelección de los intendentes generará, por ejemplo, que muchos dirigentes vean como camino natural la búsqueda provincial. En el radicalismo el intendente de Godoy Cruz, Tadeo García Zalazar, queda en primer plano. Es el que se preparó para construir una alternativa; desde Godoy Cruz y en el semillero de Alfredo Cornejo. No tiene posibilidad de ser reelecto y va por ese camino, aunque no muestre una ambición desmedida. Depende, claro, de que el propio Cornejo no quiera "volver", una chance que se aleja cada vez más. Sus "colegas generacionales" tienen aún un recorrido municipal por hacer, pero son los que marcan la renovación. Es esa línea están Ulpiano Suarez, Sebastián Bragagnolo y el intendente de Malargüe Juan Manuel Ojeda, por ejemplo. El jefe comunal de Las Heras Daniel Orozco tiene ambiciones, pero es la "onda retro" en la política. 

En el peronismo la figura generacional es Anabel Fernández Sagasti; senadora y "delegada" del Gobierno nacional en Mendoza. Tanto, que tiene una selección de funcionarios en la provincia que le garantizan territorio, recursos y llegada. La legisladora ha construido su propia estructura y equipo desde antes de ser candidata en 2015. Desde el cristinismo duro hizo una estrategia política interna que por momentos parece limarle las propias potencialidades. Es lo que le ocurre con Carlos Ciurca y la vieja guardia peronistas que no puede competir electoralmente, pero sigue manejando poder. Anabel, como le ocurre a muchos políticos jóvenes de Argentina, tiene en su ventaja y una limitación: el fanatismo por su líder y la falta de rebeldía interna le ponen techo. En el propio PJ hay otros dirigentes que comenzaron a construir, pero que también tienen camino por recorrer. como el intendente de Maipú Matías Stevanatto y su par de Santa Rosa Flor Destéfanis. Son, sin embargo, los que tienen que hacerse cargo.

Si en la vida política habrá una renovación forzada y necesaria, en otros sectores, como las cámaras empresarias y las organizaciones de la sociedad civil, pasa lo mismo y el desafío es semejante.  Con ese escenario, las ambiciones políticas quedan en duda. La emergencia requiere de vocación. Es tiempo de valientes. No de héroes y heroínas. De  dirigentes preparados, más que de aventureros o aventureras. De gestos de grandeza, más que de chicanas. 

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