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Cornejo, el gestor político que le abrió la puerta a Suarez

El Gobernador fue el gran ganador de la elección. Trazó una  estrategia de poder pensada en 2007. Supo ver las contingencias y se adaptó. Suarez, el hombre moderado que ahora tendrá el desafío del poder. 

domingo, 29 de septiembre de 2019 · 23:39 hs

Es más sencillo explicar un resultado que analizar un proceso. Y lo que ocurrió en Mendoza hoy tiene mucho más que ver con lo segundo. Se tata del proceso político iniciado por Alfredo Cornejo en 2007 y que tiene hoy uno de sus hitos más importantes: trasladarle el mando a un dirigente político del mismo partido político, algo que al radicalismo le costó en varias oportunidades.

Si la estrategia de campaña de Rodolfo Suerez fue la idea de continuidad, pues allí está explícito que gran parte de la confianza que le dio la ciudadanía tiene que ver con la imagen del Gobernador.

En 2007 Cornejo se quedó al margen de la carrera por la candidatura a la Gobernación y se quedó con lo que parecía un premio consuelo: la intendencia de Godoy Cruz. Sin embargo fue una oportunidad de reenfoque. Cornejo encontró en la gestión lo que antes buscaba desde la rosca política.

La alianza interna entre esos dos mundos (le gestión ejecutiva y el barro político) le dieron la clave. Por eso comenzó a sementar un camino que lo llevara a la gobernación. Primero copando la Legislatura, generando equipos de Gobierno y trazando un diagnístico. En 2011 no era su momento y lo dejó pasar. En 2015 supo avivar la crisis que vivía la Provincia para saber vender mejor sus soluciones.

El plan de gobierno que incluía sinceramiento extremo, un “poco sexi” discurso de orden administrativo y, sobre todo, recupero de la autoridad del Gobierno funcionó. Y contrastó con lo ejecutado por su aliado nacional Mauricio Macri. Cornejo hizo todo el trabajo sucio al principio de la gestión y le dio una fuerte impronta política a todas las decisiones. En la crisis se dedicó a administrar.

Si algo tiene Cornejo es pragmatismo. Pero no bobo. Tiene el timing político que le permite anticiparse. Por eso convocó a elecciones anticipadas en Mendoza y e intentó convencer a María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta de tomar el mismo camino. 

Cornejo pensó el Gobierno como un proceso. Y es el gran ganador de la elección.

Suarez, el hombre moderado que heredó dos tronos

Rodolfo Suarez estuvo en el lugar justo, en el momento indicado. Eso no le quita mérito para haberse convertido en gobernador, pero sí le agrega condimentos a su crecimiento político vertiginoso.

Suarez contrasta en carácter con Alfredo Cornejo, quien le dará el bastón de mando el 9 de diciembre. Pero con el actual mandatario comparten mucho más: son amigos desde niños y se prometieron fidelidad política hace tiempo. Tanto, que comenzaron a construir desde sectores que eran antagónicos dentro del radicalismo.

Suarez es un hombre moderado. No va a levantar la voz, pero ejecuta con rigor. De hecho en realidad fue él quien elaboró el Código de Convivencia que luego Cornejo capitalizó. Esa impronta de bajo perfil la marca con el tono de voz y algunas decisiones, como el hecho de no figurar en las placas de inauguración de las obras públicas.

Gestó políticamente su carrera junto a Víctor Fayad, pero creció de la mano del eterno rival interno del Viti, Alfredo Cornejo. Es una “traición” acordada, pues el gobernador electo nunca disimuló las diferencias que tenía con Fayad respecto a la cercanía con el kirchnerismo y la enemistad con Cornejo. El cambio se ejecutó desde que se hizo cargo de la intendencia, tras el fallecimiento de Fayad.

La afinidad y fidelidad política que tienen Suarez y Cornejo estará a prueba en la gestión. “Esto es un equipo”, dijo Cornejo el jueves.

El dato curioso es ese: Suarez heredó dos tronos. Pero de líderes que eran "enemigos" entre sí. Fayad y Cornejo se llevaban muy mal. Pero ambos confiaron en la misma persona. 

Fuera de los triunfos y derrotas, hay un dato sobresaliente. En Mendoza hubo 5 elecciones y todas tuvieron resultados distintos. Más allá de la motivación para las convocatorias diversas, está claro que nadie es dueño de los votos. La diversidad de resultados e improntas así lo indican.