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Un exjefe de espías revela los archivos secretos de un mendocino que quiso ser presidente: Manrique

<b>Juan Bautista "Tata" Yofr</b>e vuelve a los anaqueles de las librerías con otro volumen: <b>"Dios y la Patria se lo demanden. Los archivos secretos de la política argentina (1930 - 2019)</b>. Un libro escrito en primera persona, en el que convive el protagonismo del autor al contar "su" verdad sobre momentos de la historia y documenta con material de las agencias de espionaje momentos desconocidos o poco publicitados en la trastienda del poder. <b>Manrique -como Evita- este año hubiera cumplido 100 años.</b>

miércoles, 8 de mayo de 2019 · 09:36 hs

El exjefe de la Secretaría de Inteligencia del Estado (Side, 1989 - 1990), Juan Bautista "Tata" Yofre, vuelve a exponer información relevante con la que se cruzó presumiblemente estando al frente del organismo en formato de libro. El también exembajador en Portugal y Panamá ejerció durante muchos años y no deja de hacerlo, a la luz de una saga de escritos que ventilan datos ocultos de la historia política argentina. Ahora lanzó "Dios y la Patria se lo demanden. Los archivos secretos de la política argentina (1930-2019)", pero le antecede una nómina extensa y potente, que navega -en todos los casos- entre el relato personal y su opinión, y la documentación respaldatoria contundente:

  • Misión argentina en Chile, 1970-1973 (2002) 
  • Fuimos todos (2006) 
  • Nadie Fue (2007)
  • Volver a matar (2009) 
  • El escarmiento (2010)
  • 1982 (2011) 
  • La trama de Madrid (2013)
  • Fue Cuba (2014)
  • Puerta de Hierro (2015)
  • 1976, La Conspiración (2016)  
  • Entre Hitler y Perón (2016) 

Los secretos del mendocino que inventó el Prode

Si bien hoy el Partido Federal que fundó Francisco "Paco" Manrique hoy navega por aguas diversas, prestándole su nombre a muchos políticos sin partido, en su momento llegó a ser la tercera fuerza nacional en más de una oportunidad. Manrique nació en Mendoza en 1919 y murió en Buenos Aires en 1988. Multifacético, fue oficial naval al servicio como Jefe de la Casa Militar de los gobiernos militares de Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu,  ministro de Bienestar Social (sucediendo o antecediendo ambas veces a otro mendocino, Amadeo Frúgoli) de las dictaduras de Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse, en donde creó el Prode, y secretario de Turismo de la Nación de Raúl Alfonsín.

Fue periodista y sus últimos años los más entrados en edad lo recordarán como columnista de "Nuevediario", pero lo fue siempre, dirigiendo medios y documentando sus acciones en los diferentes gobiernos de manera meticulosa. Conocedor de que "la información es poder", lo ejerció y fue contacto, enlace, operador de muchas circunstancias cruciales de la historia.

Manrique en su rol de periodista.

En su rol político, la fórmula Francisco Manrique – Rafael Martínez Raymonda logró obtener el tercer puesto en las elecciones nacionales del 11 de marzo de 1973, con un total de 1 775 867 votos, el 15 % del total de votos válidos, a solo 200 000 votos de la UCR. Además lograron el ingreso a la Cámara de Diputados, con 25 escaños. y el Partido Federal.

También obtuvieron el tercer lugar, con 1 445 981 votos, en las elecciones presidenciales del 23 de septiembre de ese año, en que Juan Domingo Perón fue elegido para su tercer período presidencial, lo que significaba para su fórmula, cuyo compañero fue Ezequiel Martínez Raymonda, un 16 %.

Un agente del recontraespionaje

El libro de Yofre en su cap{itulo sobre Manrique.

Yofre, en su nuevo libro, ofrece una diversidad de casos que resultan esclarecedores para quienes vivieron aquellos momentos de la historia o bien se vieron envueltos en la difusión de "relatos" para diversos lados políticos. Pero resulta, además, una ventana de oportunidades para interesarse más en lo que realmente pasa detrás del poder y no solo lo que cuenta desde sectores que eligen y filtran qué decir.

El autor enfoca una porción importante de su trabajo en resaltar el servicio de espionaje que desplegó en Argentina la Státní bezpecnost, la inteligencia checa al servicio de la Rusia soviética. Cuenta que "se convirtió en una de las principales fuentes de información junto con el Comité para la Seguridad del Estado (KGB) soviético y los otros organismos de Inteligencia de los países del Pacto de Varsovia acreditados en Buenos Aires. Según consta en los archivos secretos de la Inteligencia checoslovaca, en la segunda mitad de 1959 la política de la Unión Soviética y sus países aliados (satélites) respecto a Cuba se activó definitivamente".

Un despacho de esa agencia señaló, en tiempos de Aramburo y al analizar cómo funcionaba la Inteligencia argentina, que "sus miembros son ferozmente anticomunistas y antiperonistas e impunes y actúan siempre al margen de las acciones policiales o militares. Ante todo están bajo el dominio del capitán de navío [Francisco] Manrique, de [Carlos Alberto] Sánchez Sañudo, del general Quaranta, el coronel Rafael Campos y otros. De las personas civiles son los principales cabecillas doctor Miguel Ángel Zavala Ortiz y el doctor Euclides Ventura Cardoso".

El capítulo sobre el fusilamiento del general Juan José Valle, aquel que intentó derrocar a la Libertadora para que regresara al poder Juan Domingo Perón, contiene las revelaciones del archivo del capitán Francisco Guillermo ‘Paco’ Manrique que relató su situación durante el 9 de junio de 1956 –cuando ocurrieron los fusilamientos de José León Suárez- y los días posteriores.

El art{iculo citado en el librod e Yofre sobre el fusilamiento de Valle.

Con un relato digno de una película detectivesca, Yofre -además de transcribir documentos inéditos escritos por el militar, político y periodista mendocino- relata sus movimientos en la oscuridad de la noche y con salvoconductos para no ser identificados, entre la casa del ex capo militar y vicepresidente de facto (1955 - 1958) Isaac Rojas y la de los seguidores de Valle, los nombres de los entregadores y la tumultuosa relación de dobles agentes omnipresente en la historia argentina.

Sin desperdicio, el libro ofrece numerosos otros casos estimulantes para saber más y buscar en muchos otros autores también.

Fragmento del libro: "Postales de un camino muy largo"

El libro de Yofre.

El bar Le Pont, cuyos ventanales miraban hacia la plaza Vicente López, ya no está. Su dueño partió pero sin embargo dejó la obra Rostros enfrentados de Marta Minujín, que aún perdura en una de las paredes de ese bar convertido en restaurante entre cuyas mesas pueden escucharse algunas entonaciones colombianas. La obra de Minujín fue pintada en 2011, un año antes de la muerte de Marcelo Sánchez Sorondo; no sé si él pudo valorarla. Concurría poco y ya se lo observaba muy encorvado.

Marcelo y mi padre habían sido grandes amigos. Juntos alentaron a los cadetes del Colegio Militar de la Nación que avanzaron sobre la Casa de Gobierno en 1930. También juntos apoyaron al bando nacional que salvó a España del cruel estalinismo, con un alto costo y a un excesivo tiempo de permanencia en el poder. La amistad entre ambos se rompió en 1939 y no se volvió a restablecer. Marcelo se inclinó por el Eje y mi padre, por los Aliados. Décadas más tarde me tocaría volver a juntar los dos apellidos en un diálogo común, y fue gracias al general Ricardo Norberto Flouret.

A una determinada hora de la mañana, entre 1977 y 1979, yo concurría a Le Pont porque sabía que Marcelo estaría en su mesa, al fondo hacia la derecha. En realidad, él iba todos los días porque vivía en el edificio de al lado y ahí atendía a la gente. Era tanta su cotidianidad que un mozo lo eligió como padrino de su hijo.

Me tocaba relatarle las novedades que no se iban a publicar en los diarios por la brutal censura que reinaba y él intentaba hacer una interpretación de los hechos. No me hacía mucha falta saber cómo sería su respuesta porque su rostro hablaba. Marcelo también era un hombre informado, y respecto a sus dolorosos e íntimos vaticinios, pienso hoy, mi especialidad era confirmarlos con lo que le ponía arriba de la mesa. Mis libretas de apuntes atesoran algunos de esos diálogos.

En uno de los tantos encuentros de 1978 —un año negro— le reiteré varias veces la palabra crisis y noté que se irritó. Me dijo con pasión: “Crisis, más crisis, más crisis, ya no es una crisis, es decadencia”. La palabra me quedó incrustada en la memoria y en el libro Entre Hitler y Perón comenzó a sobresalir.1

Suelo ir al viejo Le Pont y al estudiar Rostros enfrentados nació la idea de este libro. Los siete rostros pintados por Minujín se miran con la boca abierta sin reflejar pasión, como hablando al mismo tiempo. Por lo tanto, nadie se escucha ni entiende, recreando una suerte de Babel.

Nunca le conté a Marcelo que, ya en 1978, tenía parte del archivo del general Oscar R. Silva, edecán del presidente de facto general José Félix Uriburu y fundador del GOU que hizo la revolución de 1943. El archivo atesoraba secretos inimaginables que pondrían incómodo al hijo del ministro del Interior de Uriburu. Los papeles de Silva me ayudaron a derrumbar uno de los más grandes y falsos relatos del pasado. El golpe que derrocó a Hipólito Yrigoyen no fue realizado por “todo” el Ejército Argentino sino por una parte. Los denominados historiadores y politólogos se han cansado de afirmar que el tembladeral de la decadencia argentina comenzó en 1930, lo cual no es cierto: se inició antes. También se van a enterar, con papeles a la vista, de quiénes traicionaron al caudillo radical.

Revisando el archivo de Francisco “Paco” Manrique apareció cuál fue su justo papel en el fusilamiento del general Juan José Valle. Esa muerte y otras de aquellos días que habrán de ahondar las pasiones argentinas. El ex jefe de la Casa Militar de Pedro Eugenio Aramburu no contó esos momentos para “futuros” lectores. Lo hizo en secreto para sus superiores y, posteriormente, para su familia.

Me propuse exponer el grado de infiltración comunista que a comienzos de los sesenta albergaba en sus entrañas la Secretaría de Inteligencia del Estado. El archivo de Praga lo relata sin piedad. En el mismo capítulo se prueba, además, gracias al KGB (la inteligencia soviética), aquello que los radicales del pueblo no cuentan y la mayoría ignora: los millones de dólares que los estadounidenses aportaron a la inteligencia argentina en 1963, con el consentimiento del presidente constitucional Arturo Illia, un año antes del primer ataque castrista a la Argentina, cuando un grupo comandado por Jorge Ricardo Masetti y oficiales del comandante Ernesto “Che” Guevara incursionó en Orán, Salta.2

En una ocasión, el dirigente radical Héctor Hidalgo Solá afirmó en la intimidad que algún día “la democracia argentina” debería hacerle un reconocimiento al teniente coronel (R) Jorge Osinde, simplemente, por haberle advertido —ayudado, diría yo— a Juan Domingo Perón que identificara el grado de infiltración “marxista” que había invadido su Movimiento. Aquí, en otro de los capítulos, aparece lo más sustancial de esos informes. Y si de informes secretos hablamos, qué mejor que mostrarles a los lectores los que relataban la intimidad de Juan Domingo Perón en su casa de Puerta de Hierro.

De la complicidad de algunos políticos argentinos con el PRT-ERP, comandado por Mario Roberto Santucho, da fe uno de los tantos informes que estaban en su última guarida el día que cayó en combate. Es un político que se calificaba a sí mismo como “democrático”.

No hay Perón sin el teniente general Alejandro Agustín Lanusse. Como si no tuviera problemas durante su presidencia de facto, “Cano” Lanusse intentó mediar entre el chileno marxista Salvador Allende Gossens y la administración de Richard Nixon. Los lectores van a ser testigos del fracaso argentino a través de los documentos que salen a la luz. Y de la gran pregunta del secretario Henry Kissinger al enviado secreto de Lanusse: “¿Ustedes tienen un plan económico?”. Un interrogante que se reitera en varios momentos de nuestra historia.

Otros archivos diplomáticos, esta vez de Francia, esclarecen las mentiras que le contó en la intimidad el almirante Emilio Eduardo Massera al presidente Valéry Giscard d’Estaing sobre los desaparecidos y detenidos en la Argentina. Es llamativa también, como se podrá comprobar, la visión que el gobierno francés de centroderecha tenía acerca de la dictadura argentina. Más, haciendo clic aquí.