Elecciones en Neuquén: por qué se convirtió en una contienda clave

Se abren las mesas y se inician las elecciones en Neuquén para elegir al nuevo gobernador de la “Texas argentina”. Esa provincia se ha transformado en el primer desafío electoral, pero incluso la trascendencia va más allá por la importancia que tienen los recursos naturales para todo el país. En particular los hidrocarburos.

Por eso la expectativa sobre lo que ocurra, ya que allí está el epicentro energético del país. El “gobernador de Vaca Muerta” tendrá a su cargo, como lo tiene hoy Omar Gutiérrez, las negociaciones con las principales petroleras del país y el mundo para sostener el nivel de inversión y mejorar el desempeño de la matriz energética del país. Eso ya ocurrió, por ejemplo, con el gas: el año pasado aumentó fuertemente la oferta de gas, gracias a la producción de Neuquén.

La disputa entre el gobernador Omar Gutiérrez (Movimiento Popular Neuquino), Ramón Rioseco (PJ) y Horacio “Pechi” Quiroga (UCR-Cambiemos) tiene expectantes a todos en el mundo político y económico. Aunque discursivamente la tensión está puesta en las chances que tiene el candidato de Cristina Kirchner (Rioseco), hay otra pelea histórica en esa provincia: saber si alguien puede derrotar al partido que tiene el monopolio del poder desde hace casi 6 décadas. El Movimiento Popular Neuquino gobernó siempre en Neuquén desde que fue fundado. Esa fuerza política tiene un fuerte vínculo con la actividad petrolera y el gremio que nuclea a los trabajadores del sector.

Ahora el MPN ve amenazada su hegemonía porque ocurrió algo particular: el ex gobernador Jorge Sobisch se presenta como candidato. Se trata de otro dirigente del MPN que va por fuera y que puede restarle votos importantes al oficialismo local.

Los contratos petroleros, los proyectos de inversión pendientes y el lugar estratégico que ocupa Neuquén hacen que sea una elección clave para todo el país.

El partido del poder

El MPN obtuvo su primer triunfo electoral en 1962 y desde entonces gobierna de manera ininterrumpida esa provincia patagónica, donde mañana se elegirá gobernador y el oficialismo buscará seguir adelante con su hegemonía.

Fue fundado el 4 de junio de 1961 en la localidad la localidad de Zapala, ubicada a 180 kilómetros de la capital provincial, en la casa de la familia libanesa Sapag, con el objetivo de eludir la proscripción del peronismo. Entre 1961 y 1985, el partido fue presidido por el hijo mayor de la familia, Elías Sapag, mientras que el menor, Felipe, fue el máximo mandatario de la provincia en cinco ocasiones. El segundo de la familia Sapag que gobernó Neuquén fue Jorge, quien resultó electo en dos oportunidades, en 2007 y nuevamente en 2011, y tuvo el desafío de los comienzos de la explotación de hidrocarburos en la formación geológica Vaca Muerta.

El MPN mantuvo siempre un estrecho vínculo con el Sindicato del Petróleo y Gas Privado de Río Negro, Neuquén y La Pampa, que cuenta con 25 mil afiliados y es liderado desde 1983 por el senador nacional Guillermo Pereyra, referente partidario desde hace varias décadas.

Lo contrario sucede con la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén (ATEN), una relación que empeoró luego del asesinato del maestro Carlos Fuentealba en medio de una represión policial el 4 de abril de 2007, mientras gobernaba Jorge Sobisch, quien este domingo competirá por fuera del MPN.

Desde 2014, el partido es presidido por el entonces ministro de Economía y actual gobernador, Omar Gutiérrez.

La capital de Vaca Muerta

Un punto clave de esta historia es lo que ocurre en la localidad de Añelo, ahora llamada la capital de Vaca Muerta. Ubicada en el ingreso a uno de los yacimientos de petróleo y gas no convencionales más importantes del mundo, Añelo atraviesa una verdadera "fiebre del petróleo", que atrajo a miles de familias que cuadruplicaron la población del poblado en menos de seis años.

"Añelo no puede ser el único poblado que crezca. Tiene que ir acompañado por un desarrollo de toda la región, de modo que pueda dar abasto la infraestructura y sea sostenible en el tiempo", apuntó a Télam Darío Díaz, intendente de la localidad y miembro del Movimiento Popular Neuquino (MPN). Según datos oficiales, en 2012 contaba con poco más de 1.300 habitantes y hoy casi 8.000, con un ritmo de llegada a la ciudad de siete familias por semana.

Las proyecciones apuntan a que, para 2023, Añelo tendrá unos 20.000 habitantes, casi 20 veces más que apenas diez años antes. "Nuestro mayor problema son los que llegan con toda su familia, sin trabajo y sin experiencia en el petróleo o el gas", agregó Díaz.

Por éste motivo, muchos tuvieron que dormir en sus autos o montar carpas en plazas del pueblo por no poder conseguir alojamiento.

"Muchas veces tuvimos que pagar pasajes de regreso. El alquiler aquí es muy caro (15.000 pesos una pieza con baño compartido) y, sin experiencia en el rubro, no hay trabajo para que todos sean simples ayudantes", explicó el intendente.

En las calles de Añelo, el movimiento se asemeja más al de una ciudad que el de un pueblo grande: camionetas de alta gama con logos de empresas petroleras y decenas de camiones circulan constantemente por calles de tierra y contrastan con casas -en su mayoría- de ladrillo a la vista y sin revoque.

Recién el año pasado se sancionó un Código de planeamiento urbano y se construyó el primer hospital, mientras que la semana que viene se abrirán las puertas del primer secundario con título técnico.

El objetivo: que los egresados estén capacitados para trabajar en la extracción del petróleo y gas y que se complementen con los adultos que se instruyen en la escuela de oficios para ser soldadores, conductores de maquinaria u otros trabajos del rubro.

"No queremos que la diferencia de poder adquisitivo de los petroleros genere un choque insalvable con los comerciantes o empleados públicos. Una sociedad crece si todos sus miembros lo hacen, no sólo un pequeño grupo", concluyó el intendente.