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Bulgheroni, Yabrán y un olvido muy conveniente

Cristina acaba de refrendar un acuerdo con Pan American Energy por el cual se invertirán 3.500 millones de dólares en exploración. Sin embargo, pocos saben que uno de los accionistas de esa empresa es British Petroleum. Una historia donde aparece hasta la sombra de Yabrán.
Foto: NA
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Toda vez que habla ante la ONU, Cristina Kirchner suele denostar a las empresas británicas que “depredan recursos sin ningún tipo de control”. En tal sentido, la mandataria llegó a imaginar una suerte de boicot contra todas las firmas de esa nacionalidad que tuvieran alguna injerencia  puntual en el territorio argentino.

Debe admitirse que es poderoso el mensaje, y hasta logra tocar el corazón de los que lo escuchan. Sin embargo, choca con la realidad.

Es que, en las últimas horas trascendió que la Presidenta ha firmado un importante acuerdo con la firma Pan American Energy, cuyo control reposa en tres empresas, una de ellas British Petroleum de evidentes capitales británicos.

El mandamás de la firma petrolera es Carlos Bulgheroni, titular del siempre sospechado grupo Bridas, uno de los más poderosos de la región en lo que a combustibles respecta. Él y su hermano Alejandro tienen una relación de larga data con el poder político chubutense —ambos son considerados como las personas más adineradas de la Argentina, de acuerdo a las mediciones que suele realizar la revista Forbes— y en su pasado reposan incómodas fotografías junto a dictadores y polémicos funcionarios de los años 70.

El comienzo de su éxito se remonta al período de gobierno del general Reynaldo Benito Bignogne, tras la derrota de Malvinas. Fue en esos días cuando Carlos Bulgheroni pasó de tener una polvorienta oficina en la Diagonal Norte —desde donde procuraba ganar licitaciones de provisión de Bridas para la petrolera estatal YPF— a hacerse vertiginosamente rico en poco más de un lustro.

También en esos días nació una sociedad-amistad que hoy gusta ocultar al millonario empresario petrolero: la de él con el siempre sospechado Alfredo Enrique Nallib Yabrán.

No fue casual. Entre Bulgheroni y Yabrán había una afinidad natural: ambos eran nuevos ricos, ambos tenían y cultivaban todo tipo de contactos con los militares gobernantes y ambos también habían conformado pequeñas estructuras de seguridad que, en el caso de la de Bulgheroni, estaba enfocada claramente hacia la recolección de informaciones. Como un pequeño servicio de inteligencia y una “patota” al mismo tiempo.

Como se revela en el libro La larga sombra de Yabrán, de autoría de quien escribe estas líneas, juntos hicieron lo del Gatopardo, y lograron ingresar a la democracia sin que nadie les reprochase nada, dispuestos a hacer negocios tan o más pingües con los funcionarios radicales que los coronados en el silencio y la oscuridad con los militar y con los peronistas

Lo hicieron a través de un período especialmente del desmantelado y caro correo estatal argentino, acentuado por la multiplicación de huelgas y otras medidas de fuerza de su personal, y en medio de robos y extravíos de sacas de correspondencia.

Con el paso del tiempo, Yabrán desapareció y Bulgheroni se posicionó como uno de “los dueños de la Argentina” según la pluma de Luis Majul.

En estos días su figura aparece casi titánica luego de haber prometido que invertirá 3.500 millones de dólares en exploración de combustible en la Argentina en los próximos cinco años.

Sin embargo, jamás debe olvidarse la historia aquí contada. Es casi calcada a la de muchos grandes empresarios que supieron reciclarse en las últimas décadas. Casualmente, la mayoría de ellos también hace negocios con el Gobierno de Cristina Kirchner.