2012, el peor año de Cristina

Lo dijo alguna vez la actriz Romy Schneider: "La suerte no se puede almacenar". En estas horas, esa debe ser la frase de cabecera de Cristina Kirchner luego de haber capeado uno de los peores años que le tocó vivir desde que ella y su marido accedieron al poder aquel 25 de mayo de 2003.
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Casi no hubo momento en 2012 en el que no apareciera algún desaguisado o escándalo de corrupción vinculado con su Gobierno.
Basta repasar algunos de los acontecimientos del año que pasó para entenderlo:
Enero fue el mes en el cual el cáncer de tiroides de Cristina redundó en las tapas de los diarios del mundo, sin embargo se trató de un mal diagnóstico… o un falso positivo.
En febrero ocurrió una de las peores tragedias de los últimos años: el accidente ferroviario de Once que le costó la vida a 51 personas y que dejó más de 700 heridos.
La sociedad quedó en ebullición por lo ocurrido y entonces ocurrieron dos hechos que terminaron de indignar a la ciudadanía: Cristina decidió llamarse a silencio y el entonces secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, advirtió que, si accidente hubiera ocurrido un feriado, la lista de fallecidos hubiera sido menor. Al mismo tiempo criticó “esa costumbre argentina” de viajar en los primeros vagones.
En marzo, en plena apertura de sesiones legislativas, la Presidenta argumentó que los maestros “tienen tres meses de vacaciones y trabajan cuatro horas por día”, por lo que les pidió evitar los paros.
En mayo llegó la imputación a Amado Boudou por enriquecimiento ilícito y, contra todos los pronósticos, Cristina decidió respaldar a su vice, removiendo para ello a varios funcionarios judiciales de sus cargos.
En septiembre, llegó el turno de la conferencia de la Presidenta en Harvard, donde quedaron expuestas algunas contradicciones y no pocos enojos de la mandataria para con estudiantes de esa prestigiosa universidad.
En noviembre, la mandataria acusó a los jubilados de “buitres y caranchos” por hacerle juicio al Estado para poder cobrar sus jubilaciones.
Diciembre fue el mes de la embestida total contra instituciones como la Justicia, a cuyos integrantes acusó de golpistas. El enojo de Cristina provino de su ocasional derrota en la pelea contra el grupo Clarín, hecho que dejó de lado a problemas de relevancia como la inseguridad y la inflación.
No son los únicos desaguisados de Cristina. Los siguientes fueron algunos de los desaciertos de 2012 que se suman a los descriptos:
-El viaje a Angola.
-La justificación de Cristina de que su patrimonio lo logró gracias a su carrera de “exitosa abogada”.
-La “desclasificación” del Informe Rattenbach, pese a que ya había sido desclasificado por la prensa 30 años antes.
-La minimización oficial de las mega manifestaciones del 13S y el 8N acusando a los “medios opositores” de haberlas promovido.
-El cepo al dólar, el cual si bien comenzó en octubre de 2011, tuvo su exposición mayor durante 2012, llevando a la economía a un nivel de incertidumbre nunca antes visto.
-La expropiación de YPF, que ayudó a cercenar el ya escaso acceso al crédito internacional, (Mendoza sufrió las consecuencias al no poder colocar un bono internacional) y que por el momento no ha producido efectos positivos a pesar de la suba de las naftas y el aumento del barril en boca de pozo de 42 a 70 dólares.
-La revelación de Cristina de que pertenece a la "clase media" argentina.
-La afirmación del Ministro de Planificación que preguntó quién bajó la palanca ante los cortes de energía eléctrica durante el verano.
-El embargo de la Fragata Libertad y el planteo de su vuelta como epopeya kirchnerista.
-Los “errores de tipeo” en el curriculum de Daniel Reposo, ex candidato para ser Procurador General de la Nación.
Luego de todo lo antedicho cabe preguntarse:
¿Qué hacen puntualmente los asesores de Cristina? ¿No hay nadie acaso que la advierta sobre los eventuales inconvenientes que tendrá al insistir en ciertas polémicas conductas?
Mucho de lo sucedido este año que pasó se podría haber evitado con un poco de aceitados reflejos y algo de diplomacia. Todo ello sazonado con algo de sentido común.
Sin embargo, todo lo que se hizo fue una suerte de apuesta que buscó profundizar los ya instalados desaciertos. Las consecuencias están a la vista: Cristina ha perdido gran parte de su capital político y ha descendido en las preferencias populares.
La lección que le ha deparado el 2012 ha sido dura, pero tiene un costado positivo: podría ser la clave que necesita la mandataria para superar las dificultades que promete traer el año que está por comenzar.

