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Vigilados por delincuentes: la situación de los vecinos afectados por una ola de inseguridad en Guaymallén

Los habitantes de los barrios Inka 1 y 2 viven rodeados por delincuentes y reclaman mayor seguridad frente a los incesantes robos.

La presencia de delincuentes en los barrios Inka 1 y 2 es moneda corriente, según relatan los vecinos. 

La presencia de delincuentes en los barrios Inka 1 y 2 es moneda corriente, según relatan los vecinos. 

Los robos en los barrios Inka 1 y 2, Guaymallén han experimentado un preocupante crecimiento en los últimos años. Los residentes viven en un estado de alerta permanente, denunciando que el movimiento de delincuentes en sus calles es incesante: durante el día tantean la seguridad de las viviendas, y por la noche, perpetran los delitos.

Grupos de malvivientes, en su mayoría menores de edad, recorren el barrio todas las noches con la intención de robar a los vecinos. Según relataron los habitantes de esos complejos a MDZ, estos provienen mayormente de barriadas cercanas: Chavani, 9 de julio y Cooperativa Mi Casa.

Un habitante relató que la situación de inseguridad ha dejado el barrio en un estado de "zona liberada" donde la actividad delictiva ocurre a toda hora del día: mañana, tarde y noche.

Este vecino detalló que los robos abarcan desde la sustracción de objetos personales dentro de complejos de departamentos, asaltos domiciliarios y en modalidad motochorro, hasta el robo de ruedas de autos estacionados.

Además, aseguró que son a menudo los propios vecinos quienes se organizan e intervienen para desalojar a los ladrones cuando son sorprendidos, sintiendo que realizan más acciones contra la delincuencia que la propia fuerza de seguridad, aseguraron durante una charla con este portal.

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Tan solo en las últimas semanas varios robos fueron registrados por las cámaras de seguridad de sus viviendas. Estos registros fílmicos, revelados por este portal, mostraron como los delincuentes se mueven en grupos merodeando por la zona antes de sustraer motocicletas y darse a la fuga. Nuevos videos han sumado más imágenes del constante accionar delictivo y sus rápidas huidas.

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Los detalles del barrio

Según el testimonio de otra vecina, las mismas personas que durante el día piden comida y revuelven la basura en búsqueda de algo para alimentarse, son los que luego cometen los robos en el barrio. Además, entre los habitantes del complejo comenzaron a sospechar de que los malvivientes cuentan con un datero que les aporta información sobre las potenciales víctimas.

En los barrios Inka, la incertidumbre por la ola de robos lleva a que los residentes se sientan observados por delincuentes a todas horas. Esa sensación se maximiza durante la noche, momento en el que tratan de evitar exponerse en la vía pública e ingresan a sus casas rápidamente para evitar ser víctimas de algún delito.

Además, los espacios como terrenos baldíos o las cercanías del canal Pescara habrían sido tomados por los delincuentes para esconderse y dejar elementos robados, los cuales luego pasan a buscar. El cauce también fue destacado por ser utilizado como vía de escape a pie por los malvivientes.

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Cómo crecieron los robos

Un residente del Inka 1, que hace años se asentó allí, relató que los delitos comenzaron con robos esporádicos de cubiertas, pero poco a poco los hechos comenzaron a acentuarse con asaltos en la vía pública con armas, entraderas y sustracción de vehiculos.

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La situación alcanzó un punto crítico cuando varios vecinos denunciaron la existencia de una casa que funciona como aguantadero de malvivientes. Esta problemática, que aseguran haber alertado a las autoridades sin recibir respuesta, sería el refugio de personajes de otros barrios, donde se ocultarían de la policía y guardarían objetos sustraídos.

Los reclamos de los vecinos

Ante esta situación, desde varios vecinos se organizaron para pedir ayuda para controlar la desbordante inseguridad que viven. El principal reclamo es mayor presencia policial en las calles. Con respecto a eso, relataron que la respuesta de las dependencias de la jurisdicción es que existe predisposición para ayudarlos, pero que no hay suficientes móviles ni personal para cubrir la zona.

Por otro lado, se pidió a la Municipalidad de Guaymallén que se instale un sistema de alarma comunitaria. Comentaron que tiempo atrás habían colocado un método similar que mantuvo "a raya" a los ladrones de la zona por un tiempo. Sin embargo, cuando algunos de ellos no pudieron seguir pagando, se le dio de baja.

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Aunque la opción de una posible ayuda municipal generó esperanza, los vecinos denunciaron que la instalación del sistema, a pesar de estar "muy avanzada", no progresa desde hace semanas. Creen que el anuncio fue una mera "pantomima" de cara a las elecciones del pasado 26 de octubre.

De esta manera, los habitantes de los barrios Inka 1 y 2 se sienten abandonados a su suerte frente a la creciente ola de inseguridad, observados por delincuentes a toda hora y con una sensación de estar completamente desprotegidos.

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