Presenta:

¿Quiénes son? La TV chilena identificó a los violentos "Piños de Choque" en la cancha de Independiente

En un reportaje se individualizó a un líder de estos grupos de barras que son verdaderos brazos armados. Muchos fueron desde Santiago vía Mendoza. ¿Quiénes son?

hincha chileno

Los piños de Choque de la Universidad de Chile no son un misterio. Son grupos criminales que se esconden a plena vista, mimetizados dentro de las hinchadas, y la barbarie que cometen en las canchas de fútbol termina siendo, apenas, la punta del iceberg de sus actividades ilícitas en Chile.

Esos mismos grupos de choque, conocidos como piños, no se quedaron en su país. Viajaron a Argentina para presenciar el partido de Copa Sudamericana entre la U. de Chile e Independiente. Y se hicieron notar. Un reportaje de la televisión chilena, que reveló la verdadera identidad de estos grupos, identificó a varios de ellos con nombres, apellidos y extensos prontuarios criminales.

El reportaje de la televisión chilena

Piños de Choque Universidad de Chile

Los piños de Choque de la U de Chile estuvieron en Avellaneda.

Se identificó, por ejemplo, a Gustavo Dorrego Rodríguez, líder del piño de "Los Relocos", quien a pesar de tener una prohibición de entrada a estadios que dura hasta el año 2048, estaba en la tribuna en Avellaneda. Fue grabado lanzando un inodoro, en una de las escenas más vergonzosas de la jornada. Pero no estaba solo.

El mismo reportaje identificó a otros miembros de "piños" con prohibición de ingreso en Chile, como Rodrigo Valdés Castro, Cristóbal Collado Fernández y Diego Puebla Hernández, todos con antecedentes por delitos que van desde el hurto y el robo hasta el porte ilegal de armas. Su sola presencia en el estadio y la violencia que desataron, con lienzos y banderas que los identificaban, demuestran la impunidad con la que operan.

En Buenos Aires, los piños de choque identificados fueron "Los Relocos", "Pinta Locos", "Pinta Azul", "Ferro Azul" y "Lopra Azul". Lo más preocupante es que estos grupos no son violentos solo en la cancha, sino en todo momento y lugar. Pasaron por la provincia de Mendoza en su camino a Buenos Aires, y ahora no pueden volver a Chile porque el paso de la cordillera está cerrado debido a las condiciones climáticas

El origen de la impunidad

El origen de estos piños armados no es un fenómeno espontáneo. Estos grupos no nacieron debajo de la nada, sino que se gestaron y consolidaron como el brazo criminal de las barras bravas, una evolución que los ha alejado de la pasión futbolera para convertirlos en bandas delictivas con una estructura propia.

La brutalidad de estos piños no se limita a empujones o peleas en las tribunas, sino que ha escalado hasta la militarización de sus conflictos. Otro reportaje de la televisión chilena demostró cómo estos grupos han protagonizado ataques con armas de fuego, llegando a utilizar armamento automático en emboscadas planificadas contra hinchas rivales.

El caso más claro y preocupante de esta escalada es el del homicidio de José Tapia Cortés, un hincha de Colo-Colo. La investigación de la Fiscalía apuntó a que el crimen habría sido cometido por una caravana de la barra de la U. de Chile. En relación con este hecho, se detuvo a Michael Muñoz Castro, alias "Herón Ferro Azul", uno de los líderes de estos grupos.

Lo que hace este caso aún más escandaloso es la confirmación de que la propia directiva del club y la ANFP intercedieron para que Muñoz fuera retirado del listado de personas con prohibición de ingreso a eventos deportivos, demostrando una complicidad institucional que ha permitido que estos grupos criminales sigan operando con total libertad y una impunidad que los hace intocables.

Falla de la inteligencia policial

Queda claro que la inteligencia policial falló estrepitosamente. La verdadera ironía de este caso es que, mientras los medios chilenos lograron identificar con nombre y apellido a los delincuentes, las autoridades de ambos países no pudieron detenerlos. Estos piños de choque, con miembros en la lista de prohibición de ingreso en Chile, aprovecharon la oportunidad para sembrar el caos en el extranjero.

Su presencia en Avellaneda, registrada en videos y reportajes, demuestra que estos individuos no solo son conocidos por la policía, sino que operan con total impunidad. La mayoría de los agresores no fueron detenidos, lo que envía un mensaje peligroso: la violencia criminal puede viajar sin consecuencias, demostrando que este no es un problema de una sola ciudad, sino de toda una región que no logra coordinar sus esfuerzos.