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Lourdes Fernández y el control coercitivo: cómo la violencia psicológica anula a la víctima

El caso de Lourdes Fernández revela control coercitivo: violencia psicológica, negación como síntoma y una recuperación larga que exige acción institucional ya.

Lourdes Fernández, cautiverio psicológico y dependencia afectiva.  

Lourdes Fernández, cautiverio psicológico y dependencia afectiva.

 

Instagram/ @lowrdez. 

El caso de Lourdes Fernández, exintegrante de Bandana, trasciende el escándalo mediático y revela la cruda realidad de la violencia psicológica sostenida. El control coercitivo actúa como un mecanismo que erosiona progresivamente la voluntad y la identidad de la víctima, explicando por qué no siempre logra “escapar”. La liberación física, por sí sola, constituye apenas el primer paso de una larga y compleja odisea de recuperación.

Lourdes Fernández, cautiverio psicológico y dependencia afectiva

Lourdes fue encontrada en el departamento de su expareja, Leandro García Gómez, detenido e imputado por privación ilegal de la libertad y lesiones en contexto de violencia de género, tres semanas después de su desaparición. Su cautiverio no fue solo físico: estaba atrapada en un patrón de aislamiento progresivo, manipulación emocional y colonización psicológica. Estas cadenas invisibles generan dependencia afectiva, humillación constante y anulación de la autonomía de la víctima.

Negación como síntoma de sometimiento

La negación inicial de Lourdes de haber sido agredida físicamente no es contradicción, sino evidencia de la dominación ejercida. La Oficina de Violencia Doméstica (OVD) calificó su situación como de “alto riesgo” y “vulnerabilidad extrema”, destacando que la manipulación impedía que la víctima reconociera la gravedad del abuso. Este fenómeno refleja la disociación como mecanismo de supervivencia, donde la víctima incorpora el relato del agresor como propio. Ignorar esta dinámica es permitir que el control coercitivo continúe operando en la sombra.

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La negación inicial de Lourdes de haber sido agredida físicamente no es contradicción, sino evidencia de la dominación ejercida.

La negación inicial de Lourdes de haber sido agredida físicamente no es contradicción, sino evidencia de la dominación ejercida.

Señales de anulación y testimonios que alertan

Familiares y amigas confirmaron la violencia sistemática: su madre aseguró que los “golpes eran habituales”, mientras que Lissa Vera solicitó la ampliación de la medida perimetral declarando: “Yo prefiero que Lourdes se enoje conmigo a después tener que lamentarme frente a un cajón.” Su representante, Ioja, describió a García Gómez como un “maltratador, misógino y rancio” y advirtió que “él podría llegar hasta matarla”. Estos testimonios subrayan la urgencia de intervención profesional inmediata.

La odisea de la recuperación y desafíos institucionales

La liberación física marca solo el inicio de la recuperación. La víctima debe reconstruir su identidad, reaprender a confiar en su percepción y retomar la capacidad de decisión autónoma.

El sistema judicial enfrenta un desafío crítico: garantizar que la evidencia experta tenga prioridad sobre la negación inicial de la víctima, asegurando protección efectiva y evitando que la manipulación persista. La ausencia de protocolos especializados y la burocratización institucional son cómplices silenciosos del abuso.

Señales de alerta que requieren acción

  • Aislamiento progresivo: pérdida de contacto con familia y redes de apoyo.
  • Manipulación emocional: internalización de culpa y justificación del agresor.
  • Indefensión psicológica: disociación, adicciones o incapacidad para decidir.

Dónde pedir ayuda: Línea 144 – Atención y asesoramiento en violencia de género (24 hs, todo el país)

* Lic. Eduardo Muñoz. Criminólogo. Divulgador en Medios. Análisis criminológico aplicado a temas sociales de actualidad y seguridad.

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