Presenta:

La descuartizadora de San Cristóbal: mató a su amante y lo sirvió en un restaurante

La descuartizadora, cansada de los abusos, estranguló a su amante, lo ató y lo llevó a la cocina para ejecutar su plan.

En la madrugada del 28 de marzo de 1973, las calles del barrio porteño de San Cristóbal se vieron sacudidas por un escalofriante hallazgo. Entre los residuos de un restaurante ubicado sobre la avenida Garay, apareció el torso de un hombre. No tardó en saberse que detrás del crimen se encontraba una mujer: Emilia Basil, mejor conocida como "la descuartizadora de San Cristóbal".

La “Turca” Basil, nacida en Beirut, Líbano, estaba casada con un inmigrante peruano llamado Felipe Coronel Rueda, tenía tres hijas y trabajaba en su propio restaurante en la intersección de avenida Garay y Pasco, al que bautizó "Yamile". El local funcionaba en una antigua casona y se especializaba en guisos, pucheros y empanadas árabes. Sin embargo, le pertenecía a José “El Tano” Petriella, un plomero que se la había vendido en cuotas, con la condición de seguir viviendo en el lugar hasta que se levantara la hipoteca. El trato comercial no era el único vínculo que tenían.

avnida Garay

Los abusos llegaron a su fin

Por mucho tiempo “La Turca” soportó los abusos de su casero y amante, hasta que un día decidió hacer justicia por mano propia. Aquel domingo, luego de una nueva agresión, Emilia le hizo un lazo con una piola y lo estranguló con una fuerza brutal. Solo un minuto de furia bastó para terminar con la vida del “Tano”. Usando el mismo cordel, ató el cadáver y lo llevó a la cocina para ejecutar su plan.

Una vez perpetrado el crimen, la mujer escondió el cadáver de su amante en un cajón de madera, lo cubrió con bolsas arpilleras y cajones de frutas. Durante días, el cuerpo permaneció oculto. Mientras el negocio seguía atendiendo clientes con normalidad, Emilia llevó adelante el plan más espeluznante: lo descuartizó e hirvió partes del cuerpo en grandes ollas.

Incluso, hay quienes dicen que mezcló la carne humana con carne de vaca y la sirvió como relleno de empanadas. Otros, sostienen que simplemente intentó deshacerse de los restos poco a poco, arrojándolos entre los desperdicios del restaurante.

PORTADA EMPANADAS.jpg

El estremecedor homicidio salió a la luz cuando una vecina advirtió que de un cajón de manzanas salía un olor nauseabundo. Al mover las hojas con un palo, encontró lo impensado: el cuerpo mutilado de Petriella. Lo que vino después fue una cadena de hallazgos: el cráneo hervido, restos envueltos en diarios y rastros del crimen en toda la vivienda.

Confesión, condena y un caso en el olvido

“Mi marido y mis hijas no sabían nada. Fui sola”, declaró “La Turca”. Su confesión no dejó dudas. La escena del crimen, tampoco. “Si hubiera tenido un auto, habría sido el crimen perfecto”, expresó la mujer con total frialdad.

Finalmente, Basil fue condenada a 10 años de prisión por homicidio simple. Si bien nunca se descubrió si sirvió los restos de su amante en el restaurante, las sospechas perduran hasta hoy. Tras cumplir dos tercios de la condena, en 1979 salió en libertad y, desde entonces, no se supo más de ella.