Mendoza

Le rompieron la mandíbula a ladrillazos: lleva 20 días esperando una operación

Facundo tiene 19 años y asistió a una fiesta de fin de año en San Martín. Al salir fue abordado por una patota que lo golpeó salvajemente. A 20 días del suceso, todavía no ha sido operado ni tiene datos sobre aquellos que lo dejaron inconsciente.

Ángeles Balderrama
Ángeles Balderrama jueves, 20 de enero de 2022 · 15:00 hs
Le rompieron la mandíbula a ladrillazos: lleva 20 días esperando una operación
Facundo lleva 20 días esperando para que le coloquen cuatro placas de titanio tras un violento ataque en San Martín

Facundo Valdez tiene 19 años y asistió a una fiesta de fin de año en San Martín. Al salir fue víctima de una brutal paliza: una patota lo golpeó con un ladrillo para robarle el celular y la billetera. Luego, perdió el conocimiento y fue encontrado por su padre en una estación de servicio. A 20 días del trágico suceso, todavía espera ser operado para que le reconstruyan la mandíbula. Cómo sigue el caso.

"La justicia no ha logrado dar con los agresores. El Fiscal me dijo que no me sorprendiera que podían ser pibes de muy buena posición, pero no paso nada", afirmó a MDZ Mario, el padre de Facundo. Y dijo: "Vamos a ir casi para el mes y ya nadie se comunica conmigo. A mi hijo lo tenían que operar hace bastante y todavía no lo hacen. Le tienen que poner cuatro placas de titanio y, a partir de eso, tiene un año para recuperarse. Nadie pregunta por él ni por empatía".

Facundo asistió con un amigo a la fiesta de Fin de Año que se realizaba en el club San Martín. Se trató de uno de los eventos autorizados para esa noche, pero explotó: participaron más de 10 mil jóvenes. El domingo 1 de enero cerca de las 8 de la mañana, los jóvenes dispusieron su vuelta. Sin embargo, mientras caminaban por la intersección de las calles Salta y Lima, fueron abordados por una patota que descendió de un vehículo.

"Lo llevé yo a la fiesta porque estamos muy presentes con él", explicó Mario, intentado entender el grave ataque que sufrió su hijo. "Después de la 7 de la mañana lo llamé para preguntarle si venía pero, con un mal presentimiento, me levanté y lo encontré en una estación de servicio. Estaba tirado y había llegado policiales y la ambulancia. Era un panorama terrible: estaba ensangrentado, con toda la boca partida, con múltiples fracturas de mandíbula y pérdida de tres piezas dentales".

El joven fue trasladado al Hospital Perrupato, pero debido a la gravedad de la situación decidieron llevarlo al Hospital Central. Allí estuvo internado durante varios días y esperaba ser operado el 6 de enero, pero no lo logró. "El vecino de la cama de al lado tuvo coronavirus y a mi hijo lo mandaron a la casa con las fracturas expuestas. Pero también me dijeron que no lo podían operar porque tenía Osep. Es el mundo del revés", agregó el padre del joven.

Con la mandíbula en pedazos

Facundo está con aparatos que fijan su boca, se alimenta por sonda y ha bajado una gran cantidad de peso porque no puede ingerir alimentos. Sus padres le compran suplementos alimenticios para tratar de ayudarlo. "Me salen 4 mil pesos las proteínas para equilibrar su alimento, pero hace un mes que puedo trabajar solamente la mitad de lo que hacía antes por todo el accidente".

Así mantiene su mandíbula mientras espera ser operado. Lleva 20 días sin comer alimentos sólidos.

Para Facundo se trata de la misma problemática: hace un mes no puede seguir con su vida y depende cada vez más de sus padres. "Estoy con mucha impotencia", relató el joven a este medio.

"Estoy esperando una operación que no llega. Tengo muchos cambios en mi boca, por ejemplo, nunca tuve problemas en los dientes y ahora me dijeron que posiblemente me empiecen a salir caries, que tenga que usar ortodoncia para enderezar la dentadura. Mi nariz está fisurada y ahora tengo el tabique desviado", comentó.

Por otro lado, una de sus preocupaciones es el dinero que sus padres están gastando en su recuperación. El joven había terminado el secundario y tenía un emprendimiento de comidas en su casa para sustentar sus gastos. "Veo a mis padres gastar muchas plata en comida liquida, estresados, sin frenar por estar atentos a mí y me pone muy mal. Mientras, los que me hicieron esto andan sueltos con su vida como si nada. Agradezco estar vivo, pero siento impotencia".

El joven tiene un emprendimiento gastronómico para ayudar con sus gastos y trabaja junto a su padre.

 

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