Luján de Cuyo

Científicos y detectives: así se reveló un crimen oculto durante 11 años

Para algunos, el caso era imposible de resolver. En 2008 desapareció como tragado por la tierra un hombre que vivía en una zona semirrural. Nadie supo nada de él hasta que una testigo y un grupo de científicos decidieron colaborar con las autoridades para que se destapara la verdad. Detalles.

Facundo García
Facundo García martes, 17 de agosto de 2021 · 20:28 hs
Científicos y detectives: así se reveló un crimen oculto durante 11 años
El esqueleto recuperado por los científicos. Tras los análisis, se demostró que eran los restos del hombre asesinado

Emilio Sebastián Ghione tenía enterrado a su propio padre en el patio, pero casi nadie lo sabía. Después de matarlo en 2008, había continuado más o menos normalmente con su vida. A algunos vecinos, eso sí, les llamó la atención que el viejo hubiese desaparecido como tragado por la tierra. Sin embargo el tiempo pasó y poco a poco el recuerdo de aquel hombre se fue borrando. El caso tuvo un giro inesperado 11 años más tarde, cuando una testigo contó que para ella algo extraño había pasado en ese lugar casi perdido de El Carrizal, en Luján de Cuyo.

Aquella mujer, que también era hija del desaparecido, sacó a colación -en medio de una pelea familiar- una sospecha que la atormentaba desde hacía mucho. Intuía que a su padre lo habían asesinado. Recordaba escenas y, aunque era muy chica cuando sucedió, siempre le había quedado la sensación de que había que seguir investigando.

La búsqueda

Así, pues, desde agosto de 2008 "el viejo" estaba desaparecido. Nadie tenía pistas sobre su paradero. Ante la denuncia que hizo la mujer en 2019, la fiscalía ordenó que se realizaran excavaciones.

Al principio fueron exploraciones no muy sistemáticas. La cosa cambió cuando entró en juego un grupo de científicos relacionados con el CONICET y la Facultad de Filosofía y Letras de la UNcuyo. La investigación fue luego publicada con las firmas de Daniela Alit Mansegosa, Pablo Sebastián Giannotti, Julián Ignacio Marchiori, Fernando Nicolás Jofré, Fernando Hernán Aballay y Camila Fernández Aisa.

En el paper los especialistas omiten los nombres de los protagonistas. Admiten, asimismo, que al principio fue difícil elegir un lugar donde comenzar a cavar. Unas matas muertas sugirieron que por ahí, en esa parte del terreno, podía haber algo, tal como se ve en esta foto: 

La zona donde se decidió iniciar las excavaciones.

El método científico

Usualmente no se contrata a arqueólogos para analizar escenas de crímenes. No obstante, el método que se utiliza para interpretar restos de hace miles de años es tan minucioso que también aplica a los entierros clandestinos que ocurren en la actualidad. "El cuerpo habla", como suelen decir los forenses; y una de las especialidades de quienes se dedican a la arqueología es lograr que esos vestigios humanos digan lo máximo posible

De hecho, además de utilizar herramientas de la arqueología, el análisis se completó con métodos de la odontología forense y la genética, entre otras disciplinas. 

En un punto de la excavación aparecieron restos de ladrillo y un plástico negro...

¿Cómo hallaron el cuerpo? La pesquisa tuvo un avance fundamental cuando bajo la zona sospechada aparecieron restos de nylon. De arriba hacia abajo, los investigadores encontraron una capa de plástico negro entremezclada con pedazos de ladrillo. Debajo había una bolsa transparente con huesos humanos adentro: el cráneo, el torso y las costillas estaban junto a una remera y un sweater, pelo, un anillo, un almohadón e insectos. Y abajo de eso estaba la otra parte del cadáver envuelta en sábanas e incluyendo más ropa. La posición -según el paper que publicaron los científicos- era esta:

El cuerpo fue hallado en esta posición, bajo una capa de elementos diversos.

Atenuantes

Sin que con ello se pretenda justificar ninguna violencia, durante el juicio quedó claro que el crimen no se había producido "de la nada". Trascendió que el hombre asesinado golpeaba a la mamá de Emilio y a la hermana, Romina. A fuerza de piñas, obligaba a su esposa a ejercer la prostitución en Zona Este.

Eso no es todo. El detonante que condujo al homicidio fue que, a mediados de agosto de 2008, el sujeto quiso violar a la pequeña Romina -que tenía 9 años- y Emilio -por entonces de 18- la defendió. Y no sólo eso: destrozó la cabeza del agresor con un fierrazo.

Después, como se destapó durante la pesquisa, Emilio ocultó el cuerpo en un terreno cercano a la vivienda. Los que presenciaron el hecho callaron. Corrió el calendario hasta que en una disputa doméstica salió el tema de aquel episodio y la mujer mencionada al inicio de esta nota insistió para que le revelaran qué había pasado en realidad. Finalmente, fue a la Justicia.

Emilio Sebastián Ghione fue condenado, pero la Justicia tuvo en cuenta circunstancias excepcionales.

El caso tiene un final ambiguo. En marzo de 2020, Emilio Ghione escuchó la sentencia de 10 años de prisión que le impuso el juez Juan Manuel Pina, tras un juicio abreviado en el que su defensa llegó a un acuerdo con el fiscal Carlos Torres. La imputación fue "homicidio agravado por el vínculo con circunstancias de atenuación"

De no haber pasado todo lo descripto, quizá el cadáver aún seguiría en El Carrizal, un metro bajo tierra, semioculto bajo los yuyos y el silencio.

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