endeudamiento

Discutir si las obras son buenas o sobre qué dan a cambio de aprobarlas

La política mendocina se ha enredado en batallitas que nos siguen haciendo perder la guerra de un futuro para Mendoza. No queda muy claro qué pasa dentro del peronismo que quiere que lo convenzan de votar un empréstito del BID para hacer cuatro grandes obras.<b> La necesidad de un debate a cara descubierta, mirando hacia adelante, pero sin olvidar cómo se hacían las cosas "anteayer", en el pasado reciente.</b>

viernes, 28 de junio de 2019 · 12:22 hs

Son cuatro las grandes obras que el gobierno mendocino quiere dejar financiadas a futuro con dinero aportado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Fiduciario Federal de Infraestructura Regional, por un total de 130 millones de dólares y que el peronismo quiere rechazar en función del endeudamiento que generaría para Mendoza:

  • Ruta 82 (Panamericana): 80 millones (30 provinciales y 50 del BID)de dólares para 30 km hasta el puente de Cacheuta.
  • Sistema Gestión de Residuos Sólidos Urbanos en Capdevila, Las Heras. Tendrá que procesar el 70 por ciento de la basura que se produce en Mendoza. Son 25 millones de dólares, a lo que debe sumársele la construcción de dos plantas de transferencia y recolección de basura en el Valle de Uco.
  • Acueducto ganadero La Paz. Un total de 483 km que abarcan a 376.000 hectáreas con un costo de 13 millones de dólares.
  • Doble vía Rivadavia – Junín. Un trayecto de 12 km entre la calle Falucho y la ruta 60.

Batallitas de envalentonados que pueden hacer perder como en la guerra

El momento en que la Legislatura debe tomar la decisión no es el más apropiado. Toma al oficialismo con un triunfo reciente, y entonces, agrandado, y al peronismo con un proceso complejo, pero que se siente envalentonado y hasta casi triunfador por el arrastre provincial de la fórmula Fernández Fernández. Si Alfredo Cornejo era considerado, como mínimo, como “tozudo” -aunque desde la oposición lo retratan, directamente, como "autoritario"- también es cierto que el peronismo hoy carece de conducción nítida, con un derrotado internamente Guillermo Carmona como presidente formal y sobre el final de su mandato de diputado nacional, una Anabel Fernández Sagasti “vidalizada”, confiada tras imponérsele a los intendentes que ofician de “capataces” del partido, y a estos últimos enojados porque nadie les ofreció nada a cambio para aprobar estas cuatro obras.

Los dos sectores muestran sus armas y, por cierto, las tienen. Y Cornejo se va en cuestión de meses, además de los problemas que debe enfrentar dentro del frente Juntos por el Cambio a nivel nacional y que lo pueden mantener distraído.

El análisis berreta se queda siempre con un ataque a los oficialismos, porque “queda bien” y se evita ser tildado de “chupamedias”. Pero además, le concede todo a la oposición, aunque sea indefendible. Así buscan una posición heroicista en medio de una guerra por que no se pare la obra pública que mantiene la paz social y la vida económica. Si nadie lo entiende en su importancia global, las pequeñas batallitas de cada uno terminarán por derrotar una vez más a toda Mendoza.

Escupir el propio asado

Desde el Gobierno han querido imponer la idea de que #AnabelNoConduce, para poner a la candidata a gobernadora del autodenominado Frente Elegí en apuros. Pero no ha conseguido ganas de sus militantes para hacerlo y se consume en elucubraciones sin aplicarle potencia a la decisión de debatir a cara descubierta, a pleno, con su oposición.

Y los intendentes del peronismo que le aplaudieron todos los desastres financieros y ocurrencias de obras monumentales e innecesarias a sus gobernadores, rechazan aprobar los empréstitos. Es verdad el argumento viejo de que “Cornejo nos negó hasta los presupuestos”, pero también es cierto que no serán éstas obras que inaugure Cornejo. Si estuvieran confiados de un triunfo propio, no le arruinarían un plan de continuidad de obras fundamentales, diagnosticadas como necesarias y para nada faraónicas a quien podría ser su futura gobernadora. En todo caso, está primando una lógica perversa: la interna de su mundo partidario que poco le interesa al resto de los mendocinos. No les vendría mal a los perdedores de la interna, en todo caso y con mirada chiquita, que quien les ganó pierda la gobernación y, así, juntos en el mismo lodo de la derrota masiva nadie podrá detectar, una vez más, quiénes son los mejores y peores para ejercer la cosa pública y enfrentar los desafíos electorales.

Huevos que piden sal

Hay otras cosas en esta confusión que no llega a debate con claridad y solo acumula versiones y amenazas desde los dos lados, lanzados a la prensa como pidiendo que sea otro quien ponga orden en la negociación política y no sus protagonistas.

Por ejemplo, las declaraciones del extitular del IPV, Omar Parisi, cuando sostuvo que la culpa de que no se vaya a aprobar sea del Gobierno, “porque el gobernador no busca consenso y diálogo para sacar los proyectos”. Y aquí viene un primer dilema: ¿No es que uno apoya algo porque es bueno y lo rechaza porque es malo? ¿Qué es lo que espera a cambio de su apoyo a la aprobación del proyecto? No sabemos de qué "diálogos" les han privado y, si los llegaran a tener, la sociedad quisiera saberlo.

Pero suponiendo que la oposición no haya sido suficientemente informada en torno a las ventajas del proyecto, la conveniencia de las tasas por las que se ofrecen este tipo de préstamos y los beneficios para la sociedad, tal vez sea cierto que a Cornejo le estén faltando interlocutores hábiles para tal fin.

Mendoza y la Argentina han estado demasiado tiempo bajo decisiones caprichosas en torno a qué obras hacer y cuáles no. De hecho, están a la vista las pruebas de obras que se pagaron a empresarios amigos y que jamás se vieron sobre la tierra o al revés: que se hicieron solo para conformar un círculo de relaciones empresario políticas, aunque no sirvieran para nada.

Los intendentes y el exgobernador Pérez rodean a José López.

El propio peronismo mendocino se arruinó los meniscos de arrodillarse ante el poder centralizado en Buenos Aires como nunca antes y muchos de sus gobernantes lloraron en privado, se quebraron en público y malograron el control de sus nervios ante las imposiciones autoritarias por la ausencia no solo de ese “diálogo” y “consenso” con los propios, sino de la exigencia feudal de sumisión total.

Podemos usar como frase que “hay que mirar hacia adelante”, pero también es verdad que no se pueden olvidar los traumas que nos dejó el pasado, porque Mendoza está en malas condiciones económicas que repercuten en lo social pero que no deberían degradar aun más lo político.

Si llegáramos a tropezar muchas más veces con la misma piedra sería un síntoma de que requerimos un certificado de discapacidad para gestionar una provincia que fue grande, que tiene potencial, pero sobre la que muchos tienen razones pequeñas y mezquinas de dejarla como una parroquia repleta de capataces en lugar de líderes.