Deliciosa receta de crema pastelera paraque prepares una elegante crème brûlée
Irresistible receta de crema pastelera horneada y cubierta con azúcar caramelizado: la crème brûlée es el postre sofisticado por excelencia.
El secreto de una crema pastelera perfecta para preparar uno de los postres más deliciosos crème brûlé.
ShutterstockEsta receta de crema pasteleraes perfecta para quienes desean preparar un postre elegante y tradicional. Con una crema sencilla obtendrás un resultado sofisticado, esta preparación te permite lograr una textura cremosa con esa inconfundible capa de caramelo crujiente en la superficie. Ideal para sorprender en cualquier ocasión especial.
La crème brûlé es sinónimo de elegancia en la repostería francesa. Su nombre significa “crema quemada”, y hace referencia al contraste irresistible entre la suavidad de la crema pastelera y la superficie crocante de azúcar caramelizada que se quiebra con una cucharita. Aunque parezca un postre de alta cocina, es sorprendentemente sencillo de hacer en casa si se siguen los pasos adecuados con precisión.
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El origen es objeto de debate entre franceses, británicos y españoles, pero hoy es universalmente reconocida como una joya de la gastronomía francesa. Esta receta consiste en una base de crema hecha con yemas, azúcar, crema de leche y vainilla, que se hornea lentamente a baño María. Luego se enfría y se cubre con azúcar que se quema con soplete o grill para lograr la característica costra caramelizada.
Ingredientes
Crema de leche (nata) 500 ml, yemas de huevo 5, azúcar 100 g, vaina de vainilla 1 (o extracto de vainilla 1 cucharadita), azúcar adicional para caramelizar 4 cucharadas.
Paso a paso para preparar crema pastelera y lograr un postre delicado como es la crème brûlé
- Precalienta el horno a 160°C. Coloca una bandeja profunda dentro del horno, ya que más adelante se utilizará para el baño María. Prepara también los ramequines o recipientes individuales aptos para horno.
- En una cacerola mediana, vierte los 500 ml de crema de leche. Abre la vaina de vainilla con un cuchillo a lo largo, raspa las semillas y agrégalas a la crema junto con la vaina. Si usas extracto de vainilla, agrégalo al final de la cocción. Calienta la crema a fuego medio hasta que comience a humear, sin que llegue a hervir. Luego, retírala del fuego, cubre y deja reposar durante 10 minutos para que se infusione.
- Mientras tanto, en un bol grande, coloca las 5 yemas de huevo junto con los 100 gramos de azúcar. Bate suavemente con un batidor de mano o un tenedor hasta que la mezcla esté homogénea y apenas espesa. No es necesario batir demasiado, ya que se busca una textura suave, no espumosa.
- Retira la vaina de vainilla de la crema caliente. Luego, vierte lentamente la crema sobre la mezcla de yemas y azúcar, batiendo constantemente para evitar que el calor cocine los huevos. Este paso es clave para obtener una crema uniforme.
- Para asegurar una textura completamente lisa, cuela la mezcla utilizando un colador fino antes de verterla en los moldes.
- Distribuye la crema en 4 a 6 ramequines, según su tamaño. Colócalos con cuidado sobre la bandeja del horno. Luego añade agua caliente a la bandeja hasta cubrir aproximadamente la mitad de la altura de los moldes, formando un baño María. Hornea durante 35 a 45 minutos, o hasta que el centro de cada crème brûlée esté firme pero aún ligeramente tembloroso.
- Retira los ramequines del horno y deja que se enfríen a temperatura ambiente. Luego refrigéralos durante al menos 3 horas (lo ideal es dejarlos toda la noche) para que la crema tome cuerpo y sabor.
- Justo antes de servir, espolvorea una fina capa de azúcar (aproximadamente una cucharadita por molde) sobre la superficie de cada postre. Con un soplete de cocina, carameliza el azúcar hasta que se derrita y forme una costra dorada y crujiente. Si no dispones de un soplete, puedes utilizar el grill del horno a máxima temperatura durante 2 a 3 minutos, vigilando de cerca para que no se queme.
De la cocina a tu mesa
La crème brûlée está lista para saborear. La magia de este postre radica en la combinación de texturas: una crema suave y fresca en el interior, con una cobertura crujiente y tibia que se quiebra con la cuchara. Un clásico que nunca pierde su encanto. ¡Y a disfrutar!