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Samsung presenta un cerebro microscópico y reabre el debate sobre el marketing

Un modelo de solo siete millones de parámetros fue presentado por Samsung como avance eficiente en inteligencia artificial, pero su alcance real es limitado.

Samsung es apuntado por la competencia.

Samsung es apuntado por la competencia.

Shutterstock

Samsung, como tantas veces en la historia industrial de Asia, no quiso quedarse afuera del escenario. El mundo entero habla de inteligencia artificial, de modelos gigantescos que ocupan ciudades digitales enteras, de máquinas que escriben, pintan, razonan y hasta filosofan. Y ahí estaban ellos, mirando desde lejos, sabiendo que nunca competirían con la escala de los laboratorios estadounidenses.

Así que fueron por un atajo, inventaron algo pequeño y lo presentaron como una revolución. Lo llamaron “modelo recursivo diminuto”. Consiste en siete millones de parámetros, es un cerebro microscópico, comparado con los monstruos de cientos de miles de millones que usa OpenAI o Google. Y sin embargo, el comunicado de prensa decía que este modelo podía hacer cosas “mejores”, “más eficientes”, “más humanas”. Los medios lo repitieron sin entender una palabra. “El modelo que desafía a ChatGPT”, escribieron, “El fin del gigantismo en la inteligencia artificial”, dijeron otros; y la gente lo creyó, porque suena hermoso pensar que todo se puede hacer más barato, más chico y más simple.

Pero la verdad era otra. El modelo diminuto de Samsung no hablaba, no escribía, no tenía noción del mundo ni de las personas. Lo único que hacía era resolver acertijos: laberintos, Sudokus o patrones geométricos. Y lo hacía con una técnica muy sencilla, cada vez que se equivocaba, volvía a intentarlo. Y si se volvía a equivocar, volvía a empezar una y otra vez hasta acertar. Eso es lo que los ingenieros llamaron “recursión”, pero no es más que un mecanismo repetitivo. No piensa mejor, solo se corrige más veces.

Aun así, el anuncio fue recibido como si se tratara de una nueva era. Y lo curioso es que esta exageración no viene de ingenuidad técnica, sino de orgullo nacional. Corea, igual que China, quiere demostrar que también lidera. Y cuando no se puede ser el más grande, hay que ser el más distinto. Por eso se inventan estos relatos donde un modelo minúsculo parece derrotar a los colosos. Es la ilusión de David y Goliat aplicada al marketing, y lo importante no es lo que hace el modelo, sino lo que parece que hace.

La ironía es que, en la práctica, estos sistemas sirven para lo que son: relojes, electrodomésticos, autos, pequeños dispositivos que necesitan una inteligencia limitada para tareas concretas. Ahí el modelo diminuto es útil, eficiente, rápido. Entre tanto, no entiende lenguaje, no razona sobre el mundo y por ende, no compite con los grandes modelos que procesan conocimiento humano. Sin embargo, el relato mediático los iguala, como si el cerebro de un reloj pudiese sustituir al de una mente que escribe poesía o programa software.

Todo esto muestra algo más profundo, y es la frustración convertida en marketing. Cuando un país no alcanza a los gigantes, los imita, los simplifica, y luego dice que lo hizo mejor. Se copia el tono, el estilo, incluso la arrogancia. Los coreanos aprendieron de los chinos esa técnica del humo, y esta consiste en llenar el aire de promesas hasta que nadie pregunte por la sustancia. Y así se repite el ciclo.

Al final, el modelo diminuto no cambia nada ni amenaza a nadie. No sustituye a ChatGPT ni a los grandes laboratorios. Pero el ruido mediático cumple su función: distrae, vende e infla el orgullo. Y mientras tanto, la gente común, que no tiene por qué entender las diferencias técnicas, se queda con la idea equivocada de que todo se puede hacer con menos y la inteligencia no necesita recursos. Lo más fantasioso es que el “milagro” está al alcance de cualquiera.

Y así, una vez más, el humo se disfraza de avance, la propaganda se disfraza de ciencia, y el público aplaude sin saber muy bien por qué.

Las cosas como son.

*Mookie Tenembaum aborda temas de tecnología como este todas las semanas junto a Claudio Zuchovicki en su podcast La Inteligencia Artificial, Perspectivas Financieras, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.