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Hallazgo cristiano en el desierto de Judea: descubren un objeto misterioso de 1.400 años

El hallazgo de un objeto cristiano de la época bizantina en el desierto de Judea permite conocer cómo los peregrinos transportaban bendiciones desde los lugares santos hace más de 1.400 años.

El hallazgo se produjo en el sitio arqueológico de Hyrcania, en el desierto de Judea, durante excavaciones realizadas por investigadores especializados.

El hallazgo se produjo en el sitio arqueológico de Hyrcania, en el desierto de Judea, durante excavaciones realizadas por investigadores especializados.

Michal Haber/Institute of Archaeology of the Hebrew University of Jerusalem

Un equipo de arqueólogos descubrió en el desierto de Judea un objeto cristiano de más de 1.400 años de antigüedad que permite conocer cómo funcionaban las peregrinaciones religiosas durante el período bizantino. El hallazgo se produjo en el sitio arqueológico de Hyrcania y fue realizado por investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Se trata de un molde de piedra caliza, compuesto por dos partes, que se utilizaba para fabricar pequeños frascos conocidos como ampollas. Estos recipientes eran entregados a los peregrinos cristianos que visitaban lugares sagrados de la región. El molde presenta una cruz decorada y una inscripción en griego que, traducida al español, dice: "Bendición del Señor desde los lugares santos".

Según los especialistas, las ampollas se llenaban con aceite, agua o tierra provenientes de sitios considerados sagrados. Luego eran transportadas por los peregrinos como objetos de devoción personal. Estos frascos no cumplían solo una función simbólica, sino que representaban una forma concreta de llevar consigo una bendición religiosa.

Los investigadores dataron el molde entre los siglos VI y VII después de Cristo, una etapa en la que las comunidades cristianas se expandieron con fuerza en la región. Hallazgos similares aparecieron en lugares lejanos, como el norte de Italia, lo que confirma que estos objetos circularon por amplias zonas del mundo mediterráneo junto a los viajeros religiosos.

Un hallazgo que da pistas sobre el pasado del cristianismo

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El hallazgo corresponde a un molde de piedra caliza de más de 1.400 años, utilizado para fabricar pequeños frascos cristianos destinados a peregrinos.

El hallazgo corresponde a un molde de piedra caliza de más de 1.400 años, utilizado para fabricar pequeños frascos cristianos destinados a peregrinos.

Hyrcania se ubica al este de Jerusalén, en una zona marcada por barrancos y paisajes áridos. El lugar tuvo distintos usos a lo largo del tiempo. En un primer momento funcionó como fortaleza durante la dinastía asmonea, entre los siglos II y I antes de Cristo, y más tarde fue reconstruido por Herodes el Grande. Tras un período de abandono, el sitio volvió a ocuparse en el siglo V como monasterio cristiano, vinculado a San Sabas, una figura central del monacato de la época.

El desierto de Judea albergó numerosas comunidades monásticas que buscaban el aislamiento como forma de vida espiritual. A pesar de su entorno hostil, estos monasterios mantuvieron contacto con rutas que unían Jerusalén, Belén y otros puntos clave de peregrinación.

Los responsables de la excavación explicaron que el molde es una prueba directa de la existencia de una industria vinculada a las peregrinaciones cristianas durante la época bizantina. Las ampollas no eran simples recuerdos, sino objetos religiosos que los fieles llevaban de regreso a sus lugares de origen.

El hallazgo también ayuda a entender por qué frascos similares aparecieron en distintas regiones de Europa y Medio Oriente. A través de los peregrinos, estos objetos difundieron símbolos, inscripciones y prácticas religiosas asociadas a los lugares santos.

Las excavaciones en Hyrcania forman parte de un proyecto de preservación del sitio, que sufrió saqueos y deterioro natural durante décadas. Las tareas se realizan junto a la Unidad de Arqueología de la Administración Civil. Los investigadores señalaron que los materiales encontrados continúan en proceso de conservación y estudio, aunque los primeros análisis ya confirman la importancia histórica del descubrimiento.