Milenario hallazgo arqueológico en las profundidades del Mar Báltico

En las profundidades de la Bahía de Mecklemburgo, en el Mar Báltico, geólogos descubrieron una estructura que se extiende por 970 metros, compuesta por piedras dispuestas linealmente a 21 metros bajo la superficie marina. Esta construcción, formada por aproximadamente 1.500 piedras y grandes rocas, data de hace unos 11.000 años, perteneciente al periodo Mesolítico temprano.

Según un estudio en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS, por sus siglas en inglés)esta megaestructura fue erigida por cazadores-recolectores de la Edad de Piedra con el propósito de cazar manadas de renos euroasiáticos (Rangifer tarandus), aprovechando su migración estacional a través de un paisaje posglacial con escasa vegetación.

Una inspección más cercana reveló que esta estructura posee alrededor de 1.500 piedras más pequeñas que parecen haber sido colocadas para conectar casi 300 rocas más grandes, muchas de las cuales eran demasiado pesadas para que grupos de humanos las movieran. 

Estas construcciones, conocidas como carriles de caza, se diseñaron para dirigir el movimiento de los animales hacia un "cuello de botella" donde resultaba más fácil atraparlos y cazarlos. En el caso de la Bahía de Mecklemburgo, este punto crítico se situaría entre la orilla del lago adyacente y la pared de la estructura, o incluso dentro del lago, facilitando así la captura de los animales.

Marcel Bradtmöller, de la Universidad de Rostock, afirmó: "Excluyendo los procesos naturales y el origen moderno, el muro de piedra sólo podría haberse formado después del final de la última edad de hielo, cuando el paisaje aún no estaba inundado por el Mar Báltico".

"En ese momento, la población total en el norte de Europa probablemente estaba por debajo de las 5.000 personas. Una de sus principales fuentes de alimento eran las manadas de renos, que migraban estacionalmente a través del paisaje posglacial con escasa vegetación", añade Bradtmöller.

Los investigadores aseguraron que este descubrimiento tiene una inmersa importancia científica, ya que no sólo es la estructura humana más antigua en el Mar Báltico, sino que también proporciona nuevos conocimientos sobre cómo subsistían las antiguas comunidades de cazadores-recolectores. 

El próximo paso de los investigadores es realizar un estudio adicional de esta estructura y del fondo marino, además de buscar objetos que hayan sobrevivido al aumento del nivel del mar, que ocurrió hace 8.500 años.