Por qué los tanques estadounidenses M1 Abrams pueden ser para Ucrania más un problema que una solución

Alemania no solo entregará los carros de combate tan desesperadamente solicitados por Volodímir Zelenski, en principio una compañía de Leopard 2, esto es, 14 tanques, sino que otros países, incluidos Polonia y los escandinavos, recibirán asimismo autorización para enviar carros de combate de fabricación alemana a Ucrania. España también se ha mostrado dispuesta a enviarlos, pero buena parte de los que posee necesitan ser reacondicionados.

De avanzarse con el proyecto, se calcula que la empresa fabricante, Rheinmetall, está en condiciones de proporcionar de aquí a finales de año unos 140 tanques de la series 1 y 2, que aun así serían insuficientes para las necesidades militares ucranianas.

Teniendo en cuenta que la máxima distancia de disparo de los Leopard 2 es de 5 kilómetros, y que la línea del frente se extiende en una longitud de 1.500 km, Ucrania necesitaría entre 250 y 300 tanques para garantizar la recuperación de su territorio.

La noticia llega poco después del encuentro mantenido en Berlín por el ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius, con el secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg y, según los analistas militares, solo puede ser considerada una bendición.

Sin embargo, otra es la mirada con respecto a la posible llegada de los tanques M1 Abrams estadounidenses, una cesión política de Joe Biden en contra del consejo de sus asesores en la materia y que más podría ser una complicación para Ucrania que una verdadera ayuda militar.

A juicio de esos expertos, el M1 Abrams es un vehículo mucho más difícil de mantener que el Leopard 2, y sobre todo con mucho más consumo de combustible, lo que no haría sino sumar dificultades a una logística ucraniana ya bastante agotada por tener que gestionar sistemas de armamentos muy distintos proporcionados por más de 30 países.

De acuerdo con los expertos, el más grave problema de los M1 Abrams estriba en su mantenimiento. Por ejemplo, una de sus grandes diferencias con relación a los Leopard 2 alemanes, los Challenger británicos y los Leclerc franceses es que no posee motores diésel, como todos ellos, sino de turbina, similar al de un avión.

Por lo tanto, todo lo anterior vuelve un proceso largo y costoso aprender a manejar ese tanque y a mantenerlo de manera adecuada, algo sustancialmente distinto con respecto a los Leopard 2, que tal vez sí sean los que hagan la diferencia.