Nueva Zelanda
Una tragedia multiplicada
Las personas heridas: de quienes nadie habla ahora, pero la gran herida que dejó la tragedia de Nueva Zelanda.
La masacre ocurrida en Nueva Zelanda no tiene foco único de atención. De tal modo, deja una serie de temas emergentes para ser analizadas de inmediato por las autoridades y de las que la sociedad debe tomar nota.
En primer lugar, lo que ha ocurrido es un ataque de índole terrorista, perpetrado por un australiano fichado como un cultor de la extrema derecha ideológica, en una acción con un cariz que puede ser calificado “de odio”, ya que los ataques con armas de fuego se produjeron en mezquitas.
Luego, resulta importante contextualizar los hechos: sucedieron en un país que puede calificarse como “tranquilo”, pero en el que sin embargo está latente una cantidad enorme de armas de fuego 1, 2 millones de unidades, a razón de un arma cada tres habitantes. Su última tragedia fue hace 30 años, por lo que las generaciones intermedias probablemente desconozcan el dolor y las consecuencias políticas de aquel hecho perpetrado por un hombre llamado David Gray que mató a 13 personas. En los hechos de hoy en Christchurch , perdieron sus vidas 49 personas.
Hasta aquí lo conocido. Ahora, los emergentes.
-Qué es una “víctima”. Hay 48 heridos de bala, 20 de los cuales revisten gravedad. Podrían morir o quedar con lesiones graves. Representan la memoria viva de un drama, los tiroteos y actos terroristas, de los cuales se suele visibilizar las muertes y no los heridos. Familias enteras quedan sin sostén, personas a las que, de un balazo a otro, se les cambia sus proyectos; contextos personales que se ven alterados y condicionados por el pánico, el dolor y los traumas resultantes.
- El factor multiplicador. Se transmitió en vivo uno de los ataques utilizando Facebook, con lo que consiguieron (a muy bajo costo) la multiplicación de la violencia y del efecto terrorífico, con una herramientas al alcance de todos. Mucha más gente que la que recibió un balazo, y sus amigos y familiares, es víctima del ataque: aquellos que lo vieron por las redes, los que profesan la religión bajo ataque y la comunidad que es ahora epicentro de la información.
- Legislación y controles. El otro factor de relevancia es que aquella tragedia de hace 30 años, si bien sirvió para modificar la legislación en torno al uso de armas de fuego, con el paso del tiempo y la tranquilidad imperante ha ido modificándose, como también se ha transformado la opinión pública, hasta mostrarse hoy muy favorable al uso de armas. De tal modo, Nueva Zelanda es hoy un país equiparable a los Estados Unidos en su ausencia de registración de armas y, por lo tanto, de la auditoría en torno a su uso y circulación: los controles son escasos, sino nulos. Y hay aceptación social en torno a esto.
En definitiva, una nación de la que no se esperaba una noticia de esta dimensión dramática se muestra reclamante de una redefinición política y social en torno al manejo de las armas de fuego. Pero también, como potencial objetivo terrorista.
A la vez, da cuenta de que hay víctimas que no han muerto y que merecen ser escuchadas y asistidas, ya sea que posean heridas físicas o psicológicas. La tragedia, en definitiva, es multidimensional y afecta a todos. Una vez más, con el negocio que representa fabricar, fomentar el consumo y usar armas de fuego y municiones.
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