Ruta 7: el pueblo que todos conocen de pasada, pero que pocos descubren
Cada vez más viajeros buscan en los pueblos un refugio de calma. En Chacabuco, sobre la Ruta 7, esperan naturaleza, historia y turismo rural.

Este pueblo sobre la Ruta 7 invita a detenerse y vivir la paz del campo entre historia, naturaleza y tradición.
Municipalidad de ChacabucoCada vez más personas buscan escapar del ruido urbano y reencontrarse con la tranquilidad de los pueblos. En plena ruta 7, a pocas horas de Buenos Aires, aparece Chacabuco, un lugar que sorprende con su propuesta de turismo rural, su historia ligada a la inmigración y sus espacios para el descanso en la naturaleza.
En el noreste bonaerense, Chacabuco rinde homenaje con su nombre a una de las batallas decisivas de la independencia. Más allá de su origen histórico, el pueblo es conocido por su perfil agrícola, especialmente por el cultivo de maíz, al que dedica cada año una gran fiesta nacional. Entre campos, costumbres y celebraciones, se abre como un destino ideal para quienes quieren disfrutar de la vida pampeana sin apuros.
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La naturaleza también marca el pulso de la región. A tan solo 25 kilómetros de la ciudad, la Laguna de Rocha se extiende con sus 330 hectáreas como un refugio agreste y silencioso. Allí, entre barrancas de tosca y juncales, se pueden practicar actividades como la pesca o simplemente contemplar la calma del río Salado. En los alrededores esperan otras lagunas como Las Toscas y Los Patos, que completan el paisaje de agua y llanura.
Naturaleza y turismo rural en el corazón de la pampa
El Parque Municipal es otro de los espacios elegidos tanto por vecinos como por turistas. Bajo la sombra de árboles añosos, las familias encuentran senderos para caminar, andar en bicicleta o pasar un día de picnic en las mesas y parrillas del predio. La sencillez del lugar refleja esa vida de pueblo que se disfruta sin prisa.
A pocos kilómetros, las pequeñas localidades rurales de O’Higgins, Rawson y Cucha Cucha invitan a adentrarse en otra cara de la región. O’Higgins conserva la huella de su pasado ferroviario en la arquitectura pintoresca, mientras que Rawson se destaca por sus capillas, estancias y productos regionales. En tanto, Cucha Cucha, uno de los primeros asentamientos coloniales, ofrece la posibilidad de recorrer tradiciones criollas de primera mano.
Un pueblo marcado por la inmigración italiana
La identidad de Chacabuco también se entiende a través de la inmigración. Muchos de sus primeros pobladores llegaron desde la región italiana de Basilicata, con nombres que aún resuenan en las familias locales. Lagonegro, Moliterno, Francavilla Sul Sinni y Senise fueron los puntos de partida de quienes trajeron consigo costumbres, trabajo y una vida ligada al campo. Esa unión permanece hasta hoy: en la década del 90, la ciudad se hermanó con Lagonegro, recordando aquel vínculo de sangre y cultura.
Chacabuco no solo es un punto en la ruta, sino un destino que invita a detenerse. Con su historia, su naturaleza y su espíritu rural, ofrece la oportunidad de descubrir un pueblo que se vive distinto al ritmo de la ciudad.