Robert Redford: la música acompañó una vida alucinante
Actor, director, productor, su vida fue el cine. La muerte de Robert Redford no lo apaga. Símbolo de búsqueda artística y talento vigente. Su playlist.

La muerte de Robert Redford deja un legado en el cine y varios rastros en la música.
Millones de personas han soñado una noche en despertarse al otro día y ser Robert Redford. Lo tenía todo y en su pasión por el cine también dejó todo. Tuvo una vida soñada pero la aprovechó para hacer de este lugar un sitio mejor. Y dar oportunidades a quienes, claro, nunca van a poder ser Robert Redford.
El actor murió esta semana cumpliendo un papel muy ejemplar en la cultura de Estados Unidos durante las últimas tres décadas. Y esta visión de crear un modo alternativo en la producción de películas con el desarrollo de Sundance fue un desafío hacia el estilo hegemónico de Hollywood, contra los grandes estudios, y, en definitiva, una contra corriente al cine del marketing y a las historias de plástico.
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Finalmente y pese a que podría no haber movido un dedo en ese sentido, su legado es impactante, invalorable. y cobrará mayor dimensión con el correr de los tiempos. Imaginó, creó, pensó y desarrolló otro camino. Y cobijó una amplísima diversidad de películas y autores que mostraron el lado B del cine americano. La suya fue una epopeya. Y para mejor, fue también un buen negocio.
.Hombres, mujeres, personas de cualquier género, lo amaron. Mi historia más fuerte se inicia cuando encarnó al protagonista de la novela de Scott Fitzgerald, el clásico El Gran Gatsby. Redford hizo de dandy misterioso, de millonario melancólico, en una película que siempre es difícil para los directores por la calidad excepcional del libro.
En otra película de las últimas en las que actuó, encarnaba el papel de un presentador de noticias de televisión pero con formación periodística y hombre de confianza de los dueños de la cadena en donde trabajaba. Su nombre es "Truth", de 2015, El largometraje fue el debut como director de James Vanderbilt. Es una suerte de drama político e intrigas palaciegas.
Robert Redford y la música
“Fui a conciertos de Bach, Vivaldi y Wagner… Me cautivó su profundidad y sentimiento. Escucho tanta música clásica como puedo”, dijo en una entrevista de diciembre de 2008, para la revista especializada Gramophone.
Allí recordó que había crecido en un barrio de clase trabajadora baja en el suroeste de Los Ángeles.
"A pesar de nuestro entorno, mis padres bailaban constantemente. Casualmente estaban en el Ocean Park Auditorium cuando Benny Goodman llegó al final de una gira que no había ido bien. Le dijo a su banda que se soltara y el resultado fue el fundamental Sing, Sing, Sing", añadió.
"Así que crecí con la música como una gran parte de mi vida (la familia de mi padre eran todos músicos de cuerda y enseñaban música en el este de Connecticut). No tocaba, pero de niño fui influenciado por Goodman y el ultramoderno Stan Kenton".
Reveló que el momento de mayor transformación por entonces fue cuando tenía 15 años. El salía con una mujer mayor, ¡de 20! Lo arrastró a The Haig, un pequeño club en Los Ángeles, un lugar diminuto y parecido a un cobertizo frente al antiguo Hotel Ambassador.
"Quiero mostrarles algo nuevo", dijo la novia del joven galán. "Era una habitación oscura con mucho humo, pero todos llevaban gafas de sol y estaban Chet Baker, Gerry Mulligan y Red Mitchell al bajo", precisó.
Playlist Redford
El creador de Sundance reparó que para la época, los músicos "se veían raros, sobre todo Mulligan, que parecía un espantapájaros. Baker parecía un adolescente. De repente, empezaron a tocar y fue como si una lanza me atravesara. Era un sonido que nunca había oído, y allí, en 1953, escuché el nuevo movimiento del jazz".
Puntualizó que luego se marchó a San Francisco para seguir el jazz. "Di con un lugar donde pensé que encontraría algo, y era la librería City Lights. No había jazz allí, sino lecturas de poesía beat. Esto era igual de novedoso, así que la combinación de estas dos voces originales en dos campos captó la atmósfera, tanto para mí como para muchos colegas, de una época fresca y una cultura que se reinventaba. Fue emocionante y me enganché".
Tenía 19 años. Y decidió irse a Europa a estudiar Arte. "Estaba desocupado, viajando y formándome simplemente por el mundo, cuando descubrí la música clásica. La escuché en Italia y en las calles de París y poco a poco me fui acercando a ella", precisa.
La experiencia fue decisiva. Y lo desbordó cuando "asistí a conciertos de Bach, Vivaldi y Wagner, que para mí, un chico de California, eran tan novedosos como el jazz. Me cautivó su profundidad y su sentimiento".
Al referirse a su metier, narra que tuvo la oportunidad de dirigir o producir su propia música: "Pude participar en la banda sonora. Para entonces, la música tenía un profundo impacto en mí y la consideraba fundamental para el cine".
Por su experiencia europea justo antes de dirigir su primera película, estaba en un lugar llamado Big Sur (California), que por aquel entonces tenía una carretera larga y sinuosa, de 105 kilómetros.
Redford, afirma: "Decidí recorrerla a pie para comprender sus misterios, en 1962. Me alojé en el Big Sur Inn, donde, debido a la densa niebla, permanecí tres días y tres noches mientras la carretera estaba cortada. El viejo noruego que había construido la cabaña ponía música clásica todas las noches mientras comíamos y bebíamos".
Le puso el Canon de Pachelbel y fue absolutamente evocador. Redford olvidó el nombre y no volvió a oírla. Unos 15 años después, estaba en Big Sur trabajando en una película con Sydney Pollack. Y el destino lo asaltó.
"Durante la cena volví a oír el Canon. Corrí a la cocina y me dijeron su nombre. Cuando dirigía la película "Gente corriente", le pedí a Marvin Hamlisch que lo usara en la película (él no lo conocía). Gracias a esa película se hizo más conocido (y al final me harté de él: ¡de repente lo ponían por todas partes!), y empecé a darme cuenta del papel tan importante que mis propias experiencias musicales podían desempeñar en el cine", puntualizó.
Hasta el final de sus días Reford escuchó tanta música clásica como pudo. Se recuerda con categoría de hito su intervenciónen el Festival del Sole de la Toscana de 2024, aunque realizado en Napa Valley. Allí leyó poemas con música improvisada. Por entonces afirmaba que hay planes para llevar "más música a mi Instituto Sundance".
Para el actor, "la música clásica siempre estará presente: ha sobrevivido al tiempo y a las modas. Tiene raíces mucho más profundas que la mayoría de los géneros musicales. En cuanto a la música de Hollywood, la mayor parte proviene de la música clásica", sostuvo.
Mientras Redford leía poemas en aquel festival en Napa Valley, su mujer trabajaba en el evento a beneficio para The Way of the Rain, la organización sin fines de lucro fundada por ella, la artista ambiental multimedia Sibylle Szaggars.
Bandas sonoras de películas
Las bandas sonoras de sus películas suelen ser tan emocionantes como sus actuaciones. Una selección arbitraria y a gusto de este admirador de Robert Redford
1. The Natural (1984) — Randy Newman
La banda sonora de Randy Newman es quizás la más famosa de la carrera de Redford. La imponente Fanfarria de la película The Natural es reconocible al instante, utilizada en todas partes, desde estadios de béisbol hasta anuncios de televisión. Captura tanto la grandeza del pasatiempo estadounidense como el aura mítica del personaje de Redford.
2. The Way We Were (1973) — Marvin Hamlisch
Esta agridulce historia de amor unió a Redford con Barbra Streisand y presentó una de las mejores bandas sonoras de Marvin Hamlisch. La canción principal se convirtió en un clásico, pero la música orquestal subyacente es igualmente conmovedora, realzando el romance y la angustia de una historia sobre el amor y la política a lo largo de décadas.
3. Memorias de África (1985) — John Barry
El papel de Redford junto a Meryl Streep está inmortalizado en la exuberante banda sonora de John Barry, ganadora del Óscar. Las cuerdas reflejan la grandeza de los paisajes de Kenia y la profundidad emocional de la historia de amor que la protagoniza.
4. La leyenda de Bagger Vance (2000) — Rachel Portman
La banda sonora de Rachel Portman equilibra la intimidad con la gloria evocando las cualidades meditativas de esta fábula de golf. Su delicado lirismo complementa el enfoque de dirección de Redford, encontrando gracia y significado en los momentos de calma. Es una película de tono delicado protagonizada por Will Smith , Matt Damon y Charlize Theron
5. Dos hombres y un destino (1969) — Burt Bacharach
Pocos momentos musicales cinematográficos son tan encantadores como los de Paul Newman y Redford haciendo payasadas en bicicleta mientras suena "Raindrops Keep Fallin' on My Head". La banda sonora y la canción de Burt Bacharach, ganadoras del Óscar, aportaron a este western una ligereza inesperada, que se ha convertido en emblema de la historia del cine.
Conclusiones
Por último hay que hacer notar que Robert Redford intentó salvaguardar la música cinematográfica Y esta misión es de larga data, de fines de los años 80. Decía entonces desde Sundance, acerca de aquello que era más que una expresión de deseo: "Si una orquesta quiere interpretar música conocida de películas famosas, a menudo resulta imposible. Las partituras ya no existen en un estado interpretable".
Tom Wilhite, director ejecutivo de Sundance, explicó que ya tenían bastante de qué preocuparse sin añadir la tarea de preservar las partituras. «Es como tirar a la basura a Gershwin», dijo, añadiendo que gran parte de la música de cine es «música significativa desde cualquier punto de vista».
Así puso en marcha un proyecto de conservación dirigido por David Newman, hijo del famoso compositor Alfred Newman.
Para Redford la música en todos sus aspectos fue protagónica y despertó sus primeras sensibilidades artísticas, las que no lo abandonarían jamás.