Mónica Villa: "Siempre le estaré agradecida a Esperando la carroza"
La reconocida actriz regresó al teatro comercial con Coqueluche. En esta obra, dirigida por José María Muscari, se reencontró con Betiana Blum, su compañera en el film de culto de Alejandro Doria.
De sus maestros, Agustín Alezzo y Hedy Crilla, Mónica Villa aprendió a tener una carpeta para guardar proyectos pendientes. “Hedy me decía: ahí vas poniendo lo que querés hacer, de vez en cuando la lees y si ves que todavía no empezaste con algo, lo hacés”, recuerda en diálogo con MDZ.
También, la alentaban a que guardara allí los personajes que quería interpretar, pero, admite, a esos no los tiene en carpeta. En su carrera, se puso en la piel de innumerables mujeres y recibió varios premios por sus actuaciones. Sin embargo, hay un papel que le dio muchas satisfacciones y que, desde 1985, la mantiene vigente. Es Susana de Musicardi, la agobiada ama de casa que interpretó en Esperando la carroza, el exitoso film dirigido por Alejandro Doria.
“En momentos en los que yo no tenía trabajo y nadie me llamaba para trabajar, la película me mantenía viva y la gente me seguía reconociendo. Generaciones nuevas me conocían. Gestionarse un trabajo, un proyecto de autogestión, a mí me ha llevado entre dos y tres años. Es muy angustiante porque no tenés ingresos y los de la docencia son mínimos. Por eso, siempre le voy a estar agradecida a Esperando la carroza y a Alejandro Doria, que me llamó para hacer ese personaje. Siempre, hasta la eternidad”, señala.

Hoy, a casi 40 años del estreno de esta película de culto, se reencontró con una de las actrices con las que compartió rodaje. En Coqueluche, la comedia que dirige José María Muscari, Villa sube a escena con Betiana Blum y, de hecho, esta fue una de las razones por las cuales aceptó la propuesta. “Le tuve fe al proyecto. Me dije: es un divertimento, es para pasarla bien, un proyecto para toda la familia. Y eso me entusiasmó: el volver a hacer una obra comercial, el trabajar con Betiana, con Muscari y también estar en una producción de Rottemberg”, explica.
No mantiene contacto con ninguno de sus compañeros del largometraje. Ni con Luis Brandoni, Antonio Gasalla o Andrea Tenuta. De vez en cuando, admite, habla con Diana Frey, la productora. Tampoco se vinculaba con Betiana. “Nos cruzamos en algún festival, en notas, en algún trabajo en televisión, pero no soy de tener amistades en el medio, tengo relaciones laborales”, expresa.
Y el reencuentro laboral con Blum, ¿cómo fue? “Muy bueno. Muy intenso el proceso de ensayos. Se formó un grupo muy lindo, somos muy educados (se ríe). Es raro usar esta palabra ahora pero somos muy educados y muy respetuosos. Está bueno este grupo de trabajo”, responde.

No es la primera vez que Villa trabaja con Muscari. Anteriormente lo hizo en Ocho mujeres, La jaula de las locas y Teatrísimo. “Es un director muy especial, no se mete con la actuación, no trata de guiarte y eso es bueno para este tipo de proyectos. Él te pide el resultado. Si le das lo que pide, está todo perfecto. Es al pan, pan; y al vino, vino. No es vueltero y no es de 10 millones de palabras, es concreto para pedir y concreto para criticar. Critica bien porque sabe ver. Y eso me gusta de él. No estoy tirando flores, porque no es mi estilo. Esta es mi verdad”, reconoce.
En paralelo, la reconocida actriz continúa brindando clases de teatro y, también, asumió un nuevo desafío: por primera vez, dirigirá una obra de forma profesional. “Es una comedia española, de una autora joven. Muy linda, liviana, fresca… Es un gran reto pero tengo mucha fe porque los actores que elegí son muy talentosos, son alumnos míos de las clases de Teatro Argentino en Sagai y otros de mis clases particulares. Estoy más que contenta. Me están acompañando, es una patriada”, asegura.
Da clases desde 2009, cuando obtuvo una maestría en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Ser docente era algo que, entre risas afirma, tenía en esa carpeta que lleva a todos lados. “Decidí esperar hasta acumular más experiencias y lo que me llevó a la docencia fue la maestría. Cuando recibí una formación intelectual sobre el Teatro Argentino y Latinoamericano como que se me empezaron a acomodar algunas fichas del rompecabezas de toda la carrera del actor. Ahí tomé fuerzas para volcarme a la docencia. Necesitaba más seguridad y eso me dio la formación universitaria”, indica.
También, en esa misma carpeta tenía pendiente el sueño de ir a dar clases a China, que le quedó trunco en 1976. Lo concretó en 2016 cuando dictó un Taller de Teatro Latinoamericano y un Seminario de Cultura Latinoamericana en la Universidad china de Nanjing. Pero, ¿qué más le queda ahí guardado por hacer? Villa contesta: “No, no, no. Esa carpeta es muy personal y a medida que vaya concretando, te voy a ir diciendo. Hay mucho sueño también. Entonces prefiero no compartirlo, porque a veces algunos sueños se concretan y otros no. Me llevaría muchas vidas concretar todos los sueños, pero voy concretando y encontrando cosas para aprender”.
Y reflexiona: “El otro día le decía a mi marido: ‘ay, ¿cómo puede ser que recién ahora entienda ciertas cosas de la actuación?’. Y bueno, es así. Gracias a Dios recién ahora entiendo y me quedarán más para entender para dentro de diez años y me quedarán baches que entenderé en una próxima vida, qué sé yo”.
Para agendar
Coqueluche
De miércoles a domingo, en Multiteatro Comafi (Avenida Corrientes 1283, Buenos Aires). Entradas en Plateanet.

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